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Truchadas de las buenas, y también de las otras

Truchadas de las buenas, y también de las otras
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Usando la terminología de los mercados financieros, podría haber sido un “martes negro”, pero al revés. O sea, un “súper martes”. Lo cierto es que el pasado 7 a los operadores argentinos (y también a los que siguen desde afuera nuestros vaivenes) casi se les atraganta el desayuno. Aunque por buenas razones, en este caso. Sus pantallas arrancaron el día mostrando un nuevo descenso del nivel de riesgo país, que ya venía de varios días de caída. Pero esta vez algo les hizo pensar que la cosa no estaba bien.

El sensible indicador, que se hizo popular en la crisis de 2001/2002, cuando llegó a las entonces influyentes placas rojas de Crónica TV, viene en franco descenso desde octubre de 2023. El 5 de ese mes, poco antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, había llegado a 2726 puntos básicos. En noviembre de ese año bajó casi 1000 puntos tras el balotaje que entronó como presidente electo a Javier Milei, y prácticamente desde entonces empezó un camino descendente, que aún continúa.

El pasado viernes 3 el Ministerio de Economía confirmó lo que los operadores venían anticipando: un grupo de bancos internacionales otorgó al país un préstamo (el llamado repo) por US$1000 millones para engrosar las reservas. Esto haría aún más factible que el Gobierno pague sus compromisos de deuda este año. Reacción de manual: con la noticia del día, la cotización de los bonos argentinos subió varios escalones y el riesgo país bajó a 610 puntos. El lunes de esta semana, el indicador volvió a romper una barrera y quedó en 569 puntos, el valor más bajo desde agosto de 2018.

Pero el martes sucedió algo fuera de lo común. Aún antes de que abrieran los mercados, las pantallas de los operadores mostraban un descenso abrupto de más de 120 puntos, hasta 448 unidades. Una inusual baja de 25 por ciento. Unos pocos se ilusionaron, y alguno puede haber gritado en su oficina al mejor estilo Galtieri en medio de la euforia malvinense: “¡Vamos ganando!”. En el Gobierno hubo una expresión concreta: “Saluden al riesgo país que se va…”, ironizó en modo X el vocero presidencial, Manuel Adorni. No sabemos por qué, si fue que algo lo hizo sospechar, pero lo cierto es que esta vez no terminó con su ya clásico “Fin”.

No habría llegado a ver el posteo, casi en simultáneo, que subió Felipe Núñez, director del banco estatal BICE y asesor del ministro Luis Caputo. “Esto no es así, evidentemente hay un error en el índice y muestra un descalce en el precio por el pago de cupones y amortización de los bonos. Paciencia, ¡con el orden macro ya vamos a llegar a esos niveles!”, alentó a la tropa.

El propio JP Morgan admitió más tarde el error y corrigió el indicador: “El problema subyacente ya se ha resuelto”, indicó el banco, en un lenguaje tan críptico como diplomático para decir que los muchachos se equivocaron fiero. De todas formas, al final del día la Argentina tenía un riesgo de 561 puntos, 1,41% menor al del lunes.

Ayer el mal clima internacional nos jugó una mala pasada: por la caída de los bonos de la deuda, el riesgo subió 3,57% y quedó en 580 puntos. Cosas de los mercados por las que mejor no seguir el minuto a minuto.

Pero si se trata de estadísticas poco confiables o directamente truchas, cómo olvidar a Néstor y Cristina Kirchner. En 2007, en el arranque de la primera gestión de ella, era evidente que la inflación estaba volviendo a jugarnos una mala pasada y amenazaba rebelarse. Bueno, se rebeló. Pero por suerte había alguien dispuesto a hacerse cargo del problema: “Déjenmelo a mí”, habrá dicho en privado el inefable Guillermo Moreno, que no tuvo mejor idea que romper el termómetro del Indec. La fiebre de los precios, en consecuencia, dejó de subir, o al menos de mostrar la realidad, que era lo que importaba. Hubo un pequeño problemita. Al truchar la inflación, también resultaban falsos los indicadores de PBI, a los que estaban atados unos bonos de la deuda argentina. Sí, los malditos bonistas, que no nos perdonan una, hicieron juicio, y parece que lo ganaron. Si no nos tienen fe...

Pero como ya dijimos, no solo acá pasan cosas. Ya era 2012, y empezaron a conocerse las primeras sanciones a bancos internacionales que habían manipulado la tasa Libor para aparentar mayor solvencia durante la crisis de las hipotecas subprime de 2008/2009 en Estados Unidos. La entonces presidenta Cristina Kirchner soltó su frase ya memorable: “Si vamos a truchar, truchemos todos”. No es que haya confesado su pecado, pero lo pareció bastante.

Sin llegar a tal extremo, Javier Milei suele arriesgar cifras que no son truchas pero sí exageradas. En la entrevista con Majul, por ejemplo, se ufanó de que por el RIGI hay “una explosión de inversiones”. “Ya tenemos 15.000 pedidos y tenemos pendientes de aprobación 50.000 millones de dólares”, aseguró.

La información oficial dice que se presentaron hasta ahora 8 proyectos que, sumando distintas etapas, llegarían a poco más de 13.000 millones. Es una gran noticia, en cualquier caso. ¿Para qué exagerar?

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