Los "radicales con peluca" siguieron contraatacando luego de que el partido decidiera expulsara a tres de los diputados que cambiaron su voto original y apoyaron a Javier Milei contra los jubilados y las universidades. Y después lo festejaron con el presidente en un asado. Uno de los que participó de ese convite fue Edgardo Kueider, cuya aparición con una mochila con más de 200 mil dólares de origen poco claro tiñó de sospecha a todos aquellos que "la vieron" y tuvieron una súbita conversión este año. Tras la decisión de los órganos partidarios de expulsar a los diputados "con peluca", el ministro de Defensa, Luis Petri, bramó: "La UCR no tiene propietarios. Expulsar a diputados del partido votados por el pueblo es un acto arbitrario e intolerante que traiciona la esencia de nuestro partido".

"Representamos a los millones que dijeron BASTA al populismo y al kirchnerismo, abrazando las ideas de libertad, las mismas que impulsaron Alem y Alvear", aseguró Petri, que integra la línea del radicalismo que el año que viene buscará alianzas electorales con La Libertad Avanza. "El radicalismo nació como defensor de las libertades individuales y de una economía de libre mercado. Hoy, algunos quieren convertirlo en un club cerrado para intereses mezquinos. ¡No lo vamos a permitir! Mi apoyo incondicional a Luis Picat, Martín Arjol y Mariano Campero", escribió.

La misma reacción había tenido, apenas se conoció la noticia, el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo: "La decisión de expulsar de la UCR a Mariano Campero, Luis Picat y Martín Arjol no solo es una decisión completamente equivocada, sino que además demuestra que la conducción partidaria, que promovió esta idea, piensa en un partido chico, alejado de la histórica tolerancia democrática de la UCR, de nuestros simpatizantes en todo el país, de nuestros principios y nos aleja de nuestro electorado".

En la misma línea, se pronunció la diputada mendocina Pamela Verasay: "Un puñado de dirigentes pretenden que la @UCRNacional se convierta en un partido chico, sin voluntad constructiva y muy alejado de los deseos de sus votantes. Queda claro que unos pocos han perdido la visión del conjunto y sólo se escuchan entre ellos".

Y el jefe del bloque radical Rodrigo De Loredo también se escandalizó: "Ilegítima, arbitraria y parcial decisión de un tribunal de conducta que parece más abocado a una interna que al rol que debe cumplir. Con un bloque escindido en Diputados, y con senadores y diputados que en reiteradas ocasiones tomaron posturas distintas a sus bloques, selectivamente se busca castigar solo a unos. El partido chico, cerrado, burocrático, incoherente y con doble moral, no le sirve a nadie", afirmó. De Loredo fue quien avaló a los tres diputados con su decisión de sumarse a las reuniones de aliados en Casa Rosada, lo que detonó la ruptura del bloque.

"No leíste la sentencia Rodrigo", le contestó Hernán Rossi, uno de las autoridades de la Convención nacional de la UCR, que es el órgano que promovió la expulsión. "No se sanciona pensar distinto, sino cambiar la propia opinión, con una voltereta en el aire a pedido presidencial y en contra de los jubilados y la educación. Como alguna vez dijiste, hay que hacerse cargo!", remató.

La expulsión de Mariano Campero, Luis Picat y Mariano Arjol fue el final de un extenso proceso que comenzó con la acusación en la Convención nacional y con una sentencia del Tribunal de Ética del partido. Comenzó como un intento de depurar el partido de los aliados, pero llegó después de que el bloque de Diputados implosionase y se dividiera en dos: uno con un perfil más netamente opositor y otro ya más netamente aliado al Gobierno. La expulsión de algunos de los diputados del partido es improbable que altere la composición de ese bloque, al menos de momento.