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Esos locos bajitos: Serrat, Milei y Cristina. La música y la política en una tarde de frio.

Esos locos bajitos: Serrat, Milei y Cristina. La música y la política en una tarde de frio.
contratapa
AI
  • 👥 Ambientación especial en un bar.
  • ☕ Charla emotiva entre cliente y mozo.
  • 🎶 Canto compartido de una canción de Serrat.
  • 💬 Conversación sobre política y dirigentes.
  • 🔮 Especulaciones sobre futuros cambios en el bar.
  • 🎵 Emoción al cantar juntos la última estrofa de la canción.

El bar parece otro a esta hora de la tarde. Son casi las seis. Desde la puerta veo libre mi mesa favorita y no puedo resistirme. Entro. Hay un último rayo de sol que se cuela por la ventana y cae sobre la madera oscura de esa mesa que es el escenario de mis charlas con Osvaldo, el mozo. No hay nadie y hace mucho frío. Me saco el abrigo y cuando me acomodo en la silla, recién entonces, escucho la música suave que viene desde el mostrador: “..a menudo los hijos se nos parecen/ así nos dan la primera satisfacción/ esos que se menean con nuestros gestos/ echando mano a cuánto hay a su alrededor..”. Cuando empiezo a alegrarme que puedo aún cantarla de memoria y a la par de Joan Manuel, Osvaldo asoma desde atrás del mostrador y se suma a mi voz;…” esos locos bajitos/que se incorporan/ con los ojos abiertos de par en par/sin respeto al horario ni a las costumbres/ y a los que por su bien hay que domesticar…”La ausencia de otros parroquianos nos desinhibe y juntos la entonamos entera.

Cuando termina estamos emocionados. Osvaldo, distendido, se sienta a mi mesa y le ordena a su ayudante que nos traiga dos cafés:

--Esta vez lo invito yo Don Hugo. Me alegra verlo a ésta hora por acá, pero más me alegra este homenaje al Nano que acabamos de hacer. Dicen que envejeció mal, igual que Sabina, que se hicieron conservadores, pero los perdonamos. Total, están lejos y nos alegraron nuestras vidas con sus canciones. Aunque a usted hay que guiarlo, porque la pifia demasiado con los tonos. Menos mal que se sabe la letra, sino al pobre Serrat le iban a doler las orejas en Barcelona.

--Usted, Don mozo, nunca se pierde la ocasión de gastarme. Pero la verdad que me sorprendió con lo bien que canta y que le haya puesto ambiente a este bar desangelado.

--Desangelado, sí. Pero usted siempre vuelve. Por algo será. Sé muy bien que este lugar tiene encanto gracias a este mocito, que cambia de música y de luces mientras avanza el día. Debería venir más seguido a distintas horas. Pero usted pasa siempre por la mañana. ¿Quien tiene ganas de escuchar música antes de las seis de la tarde? Nadie jefe. Andan todos corriendo y de mal humor. Más ahora, que se empiezan a avivar de cómo el Peluca nos está rompiendo el bolsillo, por decirlo de una manera delicada. Acá viene la mitad de la gente que hace 3 meses. Y eso que tratamos de no aumentar los precios. La última vez traje 50 medialunas y tuve que regalar la mitad. No funcionan ni las promociones. Olga, mi señora, hizo pastelitos para el 9 de julio y se los terminé dando casi todos a la gente que entra a pedir, que son cada día más. Menos mal que no hicimos locro, porque hubiera perdido plata. Además, mi señora se deprime si lo que cocina no se vende. Lo único divertido de ese día fue ver a Macri recagado de frío junto a todos los gobernadores, que firmaban como pollitos mojados su propia acta de defunción. El Mauri se vino de Londres a Tucumán y se fue de nuevo a Londres al día siguiente. ¿ Se habrá cambiado al menos el calzoncillo y las medias, o hizo el viaje de ida y vuelta sólo con lo puesto? Me complico más yo que él para venir en bicicleta desde Boedo hasta acá.

--Me hace reír Osvaldo. Y Milei no le va en zaga: para mi que están compitiendo hasta en las millas de los vuelos, y me parece que en eso también le viene ganando Peluca.

--Mire Don Hugo, la verdad que yo llegué medio tarde a la política, pero de la mano de Luciana, mi nuera, voy aprendiendo rápido. Además acá viene gente de todas las ideas, y como siempre le digo: la bandeja es sabia, sólo hay que saber escucharla. A veces enseña más ella que los dirigentes, incluso Cristina.. El otro día la vi con ese pibe de apellido difícil, que ahora pasó a ser “el novio de Lali”. El Cadete le decían. Hasta lo fuimos a ver con toda la familia porque Luciana y el Beto, mi hijo, lo conocían “de la militancia”. Divino el pibe, nos matamos de risa. Pero con la Jefa no se jode y se nota que todavía es un muchacho. Cristina volvió a decir que espera que le vaya bien a Milei, “porque así nos va a ir bien a todos”. ¿Por qué lo dirá? ¿Cuál es el cálculo? Eso no me lo explica ni mi bandeja. Cristina sabe que, si le va bien al Peluca y mete todas las reformas que quiere, nos va a ir como el culo a los laburantes. No tengo dudas. Parece que les agarró un ataque de corrección política, esa que Néstor detestaba. Y a Máximo, el hijo, también. Dice que la culpa de todo la tiene el gobierno de Macri. De Milei ni media palabra. Hasta lo bancó en la pelea con Sánchez, el español. ¿O será que les coló el verso de dar “gobernabilidad”? ¡Pero digame algo Don Hugo, no se me quede tan callado!

--Usted parece Tato Bores, Osvaldo. Se larga todo el chamuyo sin tomar ningún respiro. Pero coincido con lo suyo y no sé cuál es la estrategia. Si es que hay alguna. Y a esta altura dudo que la haya. Deben pensar que todavía no es el momento, porque como usted mismo afirma, la gente en alguna medida lo sigue apoyando. Quizás no quieran dar la excusa para los que dicen que el peronismo apuesta al helicóptero.

--Mire jefe, a lo que hay que apostar es al año que viene que hay legislativas. Pero si en lugar de buscar las coincidencias se siguen peleando vamos a estar en el horno. Y lo peor es que, si nos va mal, el Beto y Luciana están haciendo planes para irse a la mierda hasta que éste horrible pierda. Para Olga y para mi sería una tristeza tan grande que de sólo pensarlo nos da pánico.

--¡Osvaldo, ahora entendí todo! No es casual que estuviera cantando esa canción de Serrat. Se está dando manija desde ahora. Con razón tanta media luz y tanto homenaje al Nano.

--Mire Jefe, quizás tenga razón. Hace días que ese tema me da vueltas en la cabeza, y hay que exorcizarlo. A ver si se anima a repetir conmigo la última estrofa, si la recuerda.

Osvaldo se larga solo, pero al segundo verso me sumo a su voz emocionada:

Nada ni nadie puede impedir que sufran/ que las agujas avancen en el reloj/ que decidan por ellos, que se equivoquen/ que crezcan y que un día/ nos digan adiós..”

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