El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, analizó el discurso del presidente Javier Milei ayer en el International Economic Forum of the Americas (IEFA) y sostuvo que "más enfermos de poder y avaricia" que el mandatario "en su delirio" eran "los que aplaudían allí".

Es tan desagradable el personaje en cuestión que es capaz de ufanarse de una maldad que aún no ha cometido. Cuanto más vil a él le parece, mejor. Y quizás tenga razón, porque fueron sus horribles insultos, sus disparates y sus locuras las que lo llevaron a la Casa Rosada.

Nada bueno había en ese candidato y nada bueno en cualquiera que lo votase, la verdad. 

No echó todavía a 50 mil, pero él dice que son 50 mil. Son 10 mil, pero a él le parecen poco 10 mil. Para la maldad que se atribuye es poco, entonces por ahora miente. Miente hasta en eso el tipo. Es un loco desatado.

Más enfermos de poder y avaricia, debo decir, peor que Milei en su delirio están los que aplaudían allí. Hasta esbozaron una sonrisa en una pelea típica de mafias que ocurre entre un presidente y un diario, un grupo. Clarín. Se ha llegado a eso

Milei dice que Clarín le pega porque trajo a Elon Musk. Mafia es el diario que hace periodismo en nombre de sus intereses y, aunque eso es sabido, es interesante que lo diga alguien del mismo tronco inmoral.

Por su parte, del otro lado, Milei busca condicionar al diario en el toma y daca. Me tratás bien, algo tendrás, sino se lo doy a otros, se lo doy a Elon. Le encanta decir Elon Musk. No lo debe ni conocer. Habrá hablado por teléfono, vía algún intérprete, con esa incomodidad.

Por supuesto que el final de la pelea ya se sabe: el diario hoy cuenta todo lo que dijo Milei menos eso. Omitió la osadía de Milei. ¿Para qué? Para matarlo cuando llegue la ocasión sin que sus lectores puedan pensar que lo hace por venganza. Ese famoso plato que se sirve frío.

Los jubilados estafados, los empleados despedidos, los que tienen miedo de que les ocurra cualquier día ese despido, la obra pública muerta, los restoranes y las pymes cerrando y todo para pagarle al Fondo Monetario. Y para asegurar ganancias de los que estaban sentados ahí, de empresarios que en su afán acumulativo, de verdad, superan el delirio de Milei.

Están más locos de poder que el propio Milei, lo que no es poco decir.