Y sí… Cómo no ilusionarse. En Ipanema ya no se ven solo camisetas rojas y negras: entre la marea de Flamengo, empiezan a asomar los primeros colores de Racing. Algunos hinchas de la Academia se animaron a salir con la celeste y blanca, a colgar banderas y a cantar fuerte, como si estuvieran en Avellaneda. “Que de la mano, Gustavo Costas, todos la vuelta vamos a dar”, suena una y otra vez.

Porque claro, es difícil, nadie lo niega. Pero imposible, nunca. La ilusión está intacta, viva, más fuerte que nunca. Y lo más lindo de todo es la historia que une a estos hinchas con Gustavo Costas, un lazo que va más allá del fútbol. Lo llevan en el alma… y también en la piel.

Entre risas y anécdotas, cuentan que una noche, algunos amigos lograron invitar al DT a un asado por el festejo de la Sudamericana. Le escribieron, él respondió y, para sorpresa de todos, apareció. En medio de la emoción, surgió la idea: tatuarse ese gesto histórico, el particular brazo de Costas señalando en el partido contra Corinthians.

La promesa fue clara: si se consagraban, todos se tatuaban. Y así fue. Ese mismo día, en pleno asado, contrataron a un tatuador y uno a uno se grabaron en la piel el brazo de Costas y su firma. “Mayor ídolo de Racing de toda la historia”, dice uno de los hinchas, orgulloso de llevarlo para siempre.

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Video: Olé.

Hoy, esos mismos fanáticos están reunidos en la playa, con la bandera extendida y el mate en mano, esperando que llegue el plantel. A las seis de la tarde planean ir al hotel a recibir a los jugadores. La fiesta, poco a poco, empieza a copar Brasil.