Del mismo modo que la Scaloneta existe por su deté y por los intérpretes que eligió, la irrupción de esta sorprendente y vigorizada Bolivia también es un equipo de autor. Nada en el análisis del próximo rival de la Selección está por fuera de su entrenador. De Oscar Villegas. El hombre que ajustó técnica y táctica pero especialmente el pensamiento de su plantel.

Ex delantero cochabambino del Aurora, Bolívar y Wilstermman, entre otros cuadros ilustres del fútbol de su país, Villegas está logrando a sus 54 años aquello que ya se había demostrado capaz de hacer hace seis: moldear a un equipo boliviano competitivo. Algo que consiguió dirigiendo a las selecciones juveniles lo está plasmando en la élite. Con un valor agregado en relación a otros entrenadores de mayor renombre que comandaron a Bolivia: su conocimiento de los recursos humanos disponibles, más allá de lo que representa a nivel diferencial el jugar en El Alto, a 4.150 metros sobre el nivel del mar.

Su pasado en las divisiones Inferiores de Bolívar le permite a Villegas tener un diagnóstico preciso de aquello que le pueden brindar buena parte de los jugadores de la absoluta por haberlos dirigido -Luis Paz, Gabriel Villamil, Daniel Camacho, Lucas Chávez- o por haberlos enfrentado. Sin embargo, el haber tratado a niños de distintas regiones de Bolivia desde su juventud también lo ayuda a entender algo mucho más profundo. Como nación pluriétnica, allí conviven distintas culturas y -por consiguiente- diversas realidades. Y Villegas sabe dónde nacieron los jugadores, cuál fue su formación futbolística -los campeonatos juveniles en Bolivia son regionales y variados- y también cómo fue su crianza, su alimentación, su cultura, los distintos biotipos y hasta caracteres (hay diferencias entre Oriente y Occidente).

Un aspecto que lo aventaja por sobre otros entrenadores extranjeros con mayor plafón (Oscar Zago, Eduardo Villegas, César Farías, algunos ejemplos). Y que le ha permitido llegarles a los futbolistas desde otro lugar. Tocar exitosamente una fibra más profunda, convenciendo al plantel para que se convenciera del plan. Para que adquirieran seguridad. Y eso quedó demostrado en el triunfo frente a Chile en condición de visitante: el 4-3-3 que ideó Villegas funcionó, el equipo sostuvo su ritmo. Y no se escondió: luchó e impuso su idea. Aunque, por caso, difícilmente Villegas replique el esquema con extremos bien abiertos para enfrentarse a la Argentina: aquí advirtió que le intentará reducir los espacios a la campeona del mundo. Pero siempre con la contracción táctica que nació producto de esa convicción colectiva.

Ese éxito llevó a Villegas a ser reconocido en su tierra como una especie de refundador. Que logró inculcar un pensamiento. Y que además proyecta a futuro, no siempre con el apoyo de la Federación de Bolivia: uno de sus planes es abrir una escuela de fútbol en Los Yungas, en la amazonia local, aspirando a reclutar a jóvenes afrobolivianos en un territorio que futbolísticamente no se ha profesionalizado. Parte de una estrategia de llevar a Bolivia más allá de sus capacidades. Con el Mundial como objetivo de máxima para estas Eliminatorias. Competir ante la Argentina sería una victoria sin importar el resultado.

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