En la Asamblea Ordinaria de AFA se tomaron decisiones con proyección a futuro pero también otras que tendrán su impacto en el presente, como la anulación de los descensos. Una propuesta que fue tomando forma al mismo tiempo que se ideó el croquis del próximo torneo de Primera División, y que generó alivio en los clubes que se encontraban peleando la permanencia tanto por su magro promedio como por su floja cosecha en la general.

Como la suma de puntos en el torneo doméstico tiene su inmediata relación con los promedios, hasta este jueves al menos cinco equipos estuvieron atentos a ambas tablas en este cierre de temporada: Independiente Rivadavia, Sarmiento, Central Córdoba, Banfield y Riestra. Otros, en cambio, compartían con ellos la zona de riesgo por la baja sumatoria en 2024: San Lorenzo, el único grande del lote, además de Atlético Tucumán y Tigre.

El más comprometido por los promedios (0,903) ganó apenas dos partidos de los últimos diez, ante Defensa y Justicia y contra su homónimo de Avellaneda. Cinco derrotas y tres empates completan su cuadro deportivo. Todo en la víspera de un mano a mano que hasta este jueves sonaba crucial: ante Central Córdoba, en Santiago del Estero.

Si bien su presidente, Daniel Vila, había manifestado en diálogo con el periodista Osvaldo Petrich que “me encantaría que Independiente salvara la categoría deportivamente, no por una resolución que cambie el formato de los torneos”, al mismo tiempo hace una semana se había expresado a favor de aumentar a 30 los equipos de Primera para “federalizar” el campeonato y convertirlo en “más inclusivo y participativo”.

Último en la tabla general y ubicado 23° de 28 en la de promedios, con Sebastián Domínguez comenzó a archivar una pésima primera parte del año: perdió 14 partidos de los 20 que se jugaron hasta el receso por la Copa América. Algo que lo llevó a estar prácticamente todo el año en el último lugar en el escalafón de la temporada. Fue, quizás, el segundo más beneficiado por la baja de los descensos.

Anecdótico -o no- hace un año Sergio Massa le había peticionado a Claudio Tapia que tomara la decisión de anular los descensos por la crisis social y económica que vivía el país en el contexto de las Elecciones Nacionales. Un año más tarde, su Tigre pudo respirar por la determinación de la Asamblea.

Casi tan golpeado como los mendocinos, los juninenses sólo ganaron uno de los últimos diez partidos -Unión, en el Eva Perón- con cuatro derrotas y cinco empates. Conducido por Israel Damonte y con el segundo plantel más longevo del fútb0l argentino (29,4 años en promedio, sólo superado por Deportivo Riestra), las seis victorias en 32 partidos lo llevaron a caer al penúltimo lugar tanto en la tabla general (un punto apenas por encima de Tigre) y ocupar el mismo lugar en la de promedios (1,115).

Los santiagueños transitan un enorme momento: diez partidos invicto, con seis victorias más cuatro empates (uno de ellos, ante Newell’s por la Copa Argentina). Sin embargo, a lo largo del año sufrieron 17 derrotas. Una situación que lo llevó a estar buena parte del año en los últimos puestos de la general. Hoy se encuentra a cuatro unidades del último (Tigre) y está 26° en los promedios, un punto por encima de Sarmiento en la acumulación de puntos en las tres últimas temporadas.

El Ciclón atraviesa una coyuntura compleja: internamente todavía frágil a nivel institucional, los focos de conflicto se le multiplicaron semana a semana. Los resultados deportivos tampoco acompañaron y lo llevaron a perder terreno a nivel competitivo. Algo que lo hizo quedarse dos veces sin entrenador: Ruben Darío Insua fue despedido y Leandro Romagnoli decidió renunciar después del empate ante Godoy Cruz en Mendoza.

De los últimos diez partidos a nivel doméstico, San Lorenzo perdió cuatro, empató tres y ganó tres. Y aunque la llegada de Iker Muniain generó un shock de optimismo, los vaivenes terminaron ganando espacio en la agenda. Con Miguel Ángel Russo, quien este jueves firmó su contrato para asumir como DT, en Boedo esperan que comience a repuntar la situación. Ya sin el peso del temor de jugar en la Primera Nacional.

En plena crisis deportiva -y con un reciente cambio de autoridades post elecciones- el Taladro está 23° en la tabla general y 21° en la de promedios. De los últimos diez partidos, ganó y empató tres, mientras que perdió cuatro. Con Gustavo Munúa todavía en el banco -se barajó la posibilidad de desplazarlo de su cargo en septiembre- aspira a repuntar. Ahora con mayor tranquilidad por la decisión de la Asamblea de AFA.

Aunque desde la llegada de Cristian Fabbiani consiguió acomodarse en los resultados -diez victorias, entre ellas ante tres grandes como Independiente, San Lorenzo y River- el cuadro del Bajo Flores corría riesgos de descender por la general (está a 11 puntos de Tigre) promedios: a idéntica distancia de Independiente Rivadavia, al dividir por menos temporadas, una sucesión de derrotas podía derivar en su caída al último puesto.

En su primera temporada en Primera, este club con giros excéntricos -hizo debutar a un jugador de 14 años en mayo, fichó a un streamer para que integre su plantel- se aseguró disputar otro año en la máxima categoría del fútbol nacional a partir de la abolición de los descensos.

En un año con altibajos, pasó de estar nueve fechas invicto (cinco victorias) a ganar apenas uno de los últimos seis, con cuatro derrotas. Una de ellas, ante Tigre, rival directo. A diez puntos del último, sin embargo, no parecía correr tantos riesgos. De uno u otro modo, la eliminación de los descensos fue una tranquilidad.