Bangladesh amaneció este lunes sin protestas por primera vez en una semana tras la orden del Tribunal Supremo de que se redujera del 30 % al 5 % el cupo de familiares de combatientes de la guerra de independencia que tienen prioridad para ocupar puestos en la administración pública.

De esta forma, el 93% de los puestos de trabajo en la administración pública se realizarán por concurso, mientras que el 2% restante estará reservado para miembros de minorías étnicas, así como para personas transgénero y discapacitadas.

La decisión del Tribunal implica un revés para el gobierno de la Liga Awami y la primera ministra Sheikh Hasina, que habían restablecido los cupos para los familiares de veteranos, en su mayoría afines al partido de Gobierno, desatando la furia de los jóvenes y estudiantes universitarios que sufren la falta de empleo y la precarización.

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Las protestas multitudinarias que se extendieron durante la última semana fueron brutalmente reprimidas por el Gobierno que envió primero a la policía y luego sacó al Ejército a las calles, junto con bandas afines a la Liga Awami que golpearon y asesinaron a al menos 160 manifestantes con armas letales y machetes.

Para intentar desinflamar la situación, la primera ministra Hasina declaró un feriado público este lunes, al mismo tiempo que mantenía las calles militarizadas, el toque de queda nocturno y el servicio de internet permanecía cortado por quinto día consecutivo, para evitar que los manifestantes se comuniquen por redes sociales.

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Las protestas, son las más grandes desde que la primera ministra Hasina ganó su cuarto mandato consecutivo en las elecciones de enero. Recordemos que la chispa que desató cuando el gobierno de la primera ministra Sheik Hasina restableció el sistema de cupos para el empleo público, que estaba en suspenso desde 2018 tras una oleada de protestas en su contra.

Los manifestantes denunciaron desde el principio que el sistema de cupos era discriminatorio y beneficiaba a los partidarios de Hasina, cuyo partido, la Liga Awami, lideró el movimiento independentista.

El Gobierno aún no aclaró si va a acatar la orden del Tribunal Supremo, y mantiene la represión y a al menos 500 manifestantes detenidos, entre ellos líderes del movimiento estudiantil y del principal partido de oposición, el Partido Nacionalista de Bangladesh.

Dentro del movimiento hay algunas diferencias sobre cómo seguir las protestas. Algunos dieron una tregua de 48 horas y otros llamas a continuar las movilizaciones.

Nahid Islam, uno de los coordinadores del movimiento contra las cuotas y de la organización Estudiantes Contra la Discriminación, dijo a la BBC bengalí que las manifestaciones se han suspendido por 48 horas al mismo tiempo que dieron un ultimátum al gobierno que debe ser respondido a más tardar este martes.

Este ultimátum de los manifestantes incluye la la restitución inmediata de internet, el retiro de las fuerzas represivas, la liberación de los estudiantes y dirigentes presos, la seguridad para ellos y ellas, y el fin del toque de queda.

Sin embargo, otra de las organizaciones que forman parte del movimiento anunciaron el domingo que continuarían con las movilizaciones exigiendo los "9 puntos" que mantienen desde la semana pasada.

El Gobierno de momento decidió extender hasta el martes el feriado nacional mientras discute si notifica oficialmente la decisión del Tribunal para que el 93% de los puestos de la administración pública sean ocupadas por concurso.

Ahora los estudiantes y los jóvenes empiezan a discutir si aceptan estos términos y las medidas a tomar para garantizar la libertad de todos y todas las detenidas, así como la investigación y justicia para los más de 160 manifestantes asesinados.

Las protestas en Bangladesh, protagonizadas por una juventud que se levanta contra las injusticias y que ve como sus condiciones de vida son cada vez más precarias, tienen ecos en otras partes del mundo. Desde la generación Z que se puso de pie en Kenia y tiró abajo los planes de ajuste del FMI y ahora sigue exigiendo la renuncia del Gobierno de Ruto, hasta las y los jóvenes que en en los años previos estuvieron a la cabeza de movilizaciones y protestas en Sri Lanka, Chile, Perú o Ecuador, pasando por las y los estudiantes que desde Estados Unidos hasta Francia, o de Brasil al Reino Unido y el Estado español, instalaron campamentos en solidaridad con Gaza y contra el Genocidio que lleva adelante el Estado de Israel, así como la complicidad de sus propios Gobiernos en un movimiento de características antiimperialistas, anticolonialistas y de apoyo al pueblo palestinos como no se veía en décadas.

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