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Medio Oriente. Qué esperar tras el ataque de Irán a Israel

Medio Oriente. Qué esperar tras el ataque de Irán a Israel
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Después de lanzar varios cientos de drones y misiles contra Israel en respuesta al ataque a su consulado en Siria, Irán dio por concluida su respuesta. ¿Cómo puede responder Israel? Los problemas de una contraofensiva con coordenadas aún poco claras y llena de contradicciones.

La respuesta sin precedentes de Irán al ataque a su consulado en Damasco fue calibrada y controlada. Al lanzar varios cientos de misiles y drones desde su propio territorio, Irán parece haberse asegurado de que las fuerzas israelíes tengan tiempo de interceptarlos. Al asumir, por primera vez en su historia, toda la responsabilidad de un ataque contra Israel, Irán ha resuelto así su dilema estratégico: responder, y con un grado de intensidad sin precedentes, evitando al mismo tiempo desencadenar una guerra total que sería devastadora para el país, e incluso para toda la región. Sin embargo, a pesar de su naturaleza mesurada, este ataque es una apuesta peligrosa.

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Mientras que la misión diplomática iraní ante las Naciones Unidas consideró que "el asunto estaba concluido", el Estado Mayor iraní indicó que la respuesta no pretendía ir más lejos: "No tenemos intención de continuar esta operación, pero si el régimen sionista toma medidas contra la República Islámica de Irán, nuestra próxima operación será mucho mayor que ésta".

Por su parte los miembros del gobierno israelí han multiplicado las declaraciones beligerantes y amenazan con responder. Yoav Gallant, ministro de Defensa, elogió la eficacia del sistema de seguridad israelí tras declarar que "la campaña aún no ha terminado" y que Israel debe "estar preparado". El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Bengvir, en un escueto tuit, también pidió atacar a Irán: "Tuvimos una defensa impresionante; ahora necesitamos un ataque abrumador”. Después de una conversación con el Ministro de Asuntos Exteriores alemán, Benny Gantz, parte del gabinete de guerra, mencionó la posibilidad de "construir un frente único global contra Irán y sus aliados". Sin embargo, la naturaleza combinada de la guerra colonial israelí en Gaza y Medio Oriente, inmersa en contradicciones imperialistas más amplias, complica significativamente las posibilidades de una intervención israelí: ninguna opción parece conducir a una reducción de la tensión, mientras que las modalidades de una posible respuesta aún siguen sin estar claras.

A pesar de la retórica dura de los líderes israelíes, Israel arriesgaría mucho al lanzar un ataque directo contra Irán y perdería todos los beneficios inmediatos que el Estado colonial obtuvo a raíz de los ataques del sábado por la noche. De hecho, Netanyahu parece haber tenido éxito en su apuesta. Mientras el Primer Ministro israelí era cada vez más criticado por el Estado Mayor demócrata y la diplomacia estadounidense, el ataque al consulado iraní le permitió resucitar al "gran enemigo" de Estados Unidos y devolver peso a la retórica neoconservadora del "eje del mal". Israel obligó a Estados Unidos a cerrar filas y dejar de lado sus críticas.

En segundo lugar, el ataque iraní permite a Netanyahu mantener al país en un estado de guerra permanente, debilitando la opinión pública cada vez más hostil hacia él y reviviendo el sentimiento de unidad nacional ante las manifestaciones masivas que venían agitando el país durante los últimos diez días. Después del fiasco de seguridad del 7 de octubre, la exitosa interceptación del ataque iraní le permitió reclamar también la talla de líder de guerra.

Finalmente, la respuesta iraní le da a Israel un beneficio simbólico. Cada vez más aislado en la escena internacional, el gobierno israelí puede, una vez más, afirmarse víctima de una nueva agresión y, reutilizando la retórica de la "amenaza existencial", profundizar la normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y el gobiernos de estados árabes vecinos que colaboraron activamente, como Jordania, en operaciones de interceptación o que desaprobaron implícitamente el ataque iraní, como Egipto o Arabia Saudita.

Los llamamientos a una respuesta hechos por algunos miembros de la coalición gubernamental israelí, como así también la estrategia aplicada por el Estado de Israel desde el inicio del genocidio en Gaza, sugieren que Israel quiere responder. Pero las nuevas coordenadas estratégicas de la respuesta iraní reducen las posibilidades de acción del Estado israelí. Al asumir la responsabilidad del ataque en sí, Irán protege a sus aliados en otros países, que desempeñaron sólo un papel menor en la respuesta, de una posible venganza israelí.

Al iniciar un cambio cualitativo en su estrategia de respuesta, teorizada por el general Mohammed Hossein Baqeri, el oficial de mayor rango del ejército iraní, Irán quiere imponer así "una nueva ecuación" a Israel. En un discurso televisado, el día después del ataque, el general respaldó el cambio de una estrategia de "respuesta asimétrica", que delega las operaciones de respuesta del régimen a representantes del "Eje de Resistencia" (sea Hezbollah, Yemen, milicias iraquíes, etc), a una lógica de confrontación interestatal: "Las fuerzas armadas. están completamente listos e intervendrán nuevamente si es necesario. Si el régimen sionista ataca, será objeto de un contraataque de Irán. Esta nueva ecuación es que de ahora en adelante, cuando el régimen sionista ataque nuestros intereses, nuestras propiedades, nuestros ciudadanos, la República Islámica contraatacará inmediatamente". Esta reconfiguración estratégica también fue defendida por el jefe de la Guardia Revolucionaria en una entrevista televisiva.

Por tanto, el ataque iraní difícilmente puede servir como pretexto para una profundización de las operaciones israelíes en el sur del Líbano. En este sentido, el Estado Mayor de las FDI justificó los ataques llevados a cabo en el momento del ataque en la frontera libanesa presentándolos como una respuesta a las operaciones de Hezbollah llevadas a cabo unos días antes.

Sin embargo, un escenario de ataque a Líbano no se puede descartar por completo. Del lado de Hezbollah, el tono es más mesurado. Contactado por l’Orient-le-Jour, Mohammad Afif Naboulsi, su portavoz, se muestra más cauteloso: “Todo dependerá de si Israel tomará represalias o no. La operación iraní podría terminar en este punto. En este caso, no habrá una escalada importante en el Líbano y los combates transfronterizos continuarán como antes. Por otro lado, si Israel toma represalias, provocando una cadena de reacciones y contrarreacciones, significará que cabe esperar una escalada peligrosa, que influirá en el Líbano”. Si bien la inteligencia estadounidense está preocupada por el plan de invasión del Líbano que, según se informa, han elaborado las FDI y teme que Israel lo implemente en los próximos meses, un ataque vengativo contra el Líbano sigue siendo, a pesar de sus contradicciones, una posibilidad.

Si los llamados a atacar a Irán están aumentando en la opinión pública israelí, desde Benny Gantz hasta Itamar Ben-Gvir, los aliados imperialistas de Israel se niegan a apoyar tal opción. Si el ataque contra el consulado iraní tenía como objetivo obligar a Estados Unidos a unirse detrás de Israel, una respuesta israelí directa contra Irán despertaría la hostilidad de la diplomacia estadounidense. Según reveló Axios, el presidente Joe Biden advirtió formalmente a Benjamin Netanyahu, durante una entrevista telefónica, que “Estados Unidos no participaría ni apoyaría operaciones ofensivas contra Irán”. En un comunicado, el presidente estadounidense animó a Israel a contentarse con la defensa victoriosa del país y a no buscar victorias adicionales: “Le dije al Primer Ministro Netanyahu que Israel ha demostrado una notable capacidad para defenderse y frustrar un ataque sin precedentes, enviando a sus enemigos un mensaje claro de que no pueden amenazar efectivamente la seguridad de Israel”.

Sin el apoyo de Estados Unidos, el margen para una respuesta israelí será menor. Sin embargo, es probable que las reticencias de Estados Unidos no hagan más que eliminar las hipótesis de respuesta más maximalistas, sin desanimar a Israel de atacar a Irán: “¿Pero hasta qué punto podrá Washington restringir las acciones de su aliado israelí, en el caso de que eso suceda? Israel (...) podría responder de manera desproporcionada para disuadir a Teherán y sus representantes regionales de volver a llevar a cabo este tipo de ataque en su territorio. Para el Estado judío, no hacerlo contribuiría a la imagen de victoria que Irán se daría a sí mismo. Sin una respuesta significativa de su enemigo, la República Islámica puede presumir de haber salvado las apariencias tras el ataque contra su consulado en Damasco. Sobre todo porque, a pesar de las palabras del presidente estadounidense, será difícil para Estados Unidos mantenerse al margen en caso de guerra”. Ahora que Estados Unidos está involucrado en el conflicto israelí-iraní, Netanyahu podría obligar al imperialismo a alinearse con sus planes, presentándole un hecho consumado en caso de una respuesta.

Una respuesta de Israel también pondría a prueba a sus socios árabes en la región. La respuesta de Irán le ha permitido fortalecer su influencia sobre los estados árabes vecinos, incluidos los países de mayoría sunita. Al mostrarse demasiado cercanos a Israel, estos gobiernos conciliadores generan un descontento en las masas árabes populares que están profundamente insatisfechas con su compromiso y conmocionadas por la masacre del pueblo de Gaza. Una respuesta israelí podría crear situaciones políticas tensas a nivel nacional, como en Jordania, donde miles de personas salen a la calle cada tarde frente a la embajada de Israel en Ammán y denuncian la colaboración del rey con Israel.

Por tanto, la situación sigue abierta y su evolución futura debe observarse con gran atención. Si el ataque iraní eleva aún más el nivel de las tensiones regionales y le da a la situación una línea de desarrollo que suscita temores de una conflagración regional, la reacción israelí, que podría hundir a la región en una guerra, sellará el futuro de Medio Oriente.

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