Santiago Cafiero ordena el regreso de los embajadores “militantes” y Sergio Massa imagina una política exterior “menos ideológica”
Los dirigentes a cargo de embajadas deben regresar antes del fin del mandato presidencial; el candidato de Unión por la Patria pretende diferenciarse de la actual gestión
La comunicación comenzó la semana pasada. De modo formal y sin excepciones, el presidente Alberto Fernández y el canciller Santiago Cafiero, les informaron por escrito a los embajadores políticos en sus distintos destinos que deben dejar sus puestos antes del 9 de diciembre. Con muchos embajadores “militantes” que dejarán de representar al país, el ministro de Economía y candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa ya imagina, en caso de ganar el balotaje del domingo 19, una Cancillería “menos ideológica y más pragmática” en la búsqueda de inversiones.
En la Cancillería confirmaron el mensaje a los diplomáticos y lo calificaron de “una formalidad”. Según el artículo 5 de la ley de Servicio Exterior, “los embajadores designados conforme a este artículo cesarán en sus funciones en el momento en que expire el mandato del Presidente que los hubiese nombrado, sin que se requiera acto administrativo alguno”. Y agrega el texto que “hasta el momento de su regreso a la República mantendrán los derechos y privilegios inherentes al cargo que hubieran ejercido”, es decir hasta el día de la expiración del mandato presidencial.
Más allá de las formalidades, en la lista de los 21 embajadores políticos (no de carrera) que cesan en sus funciones hay nombres de peso. Jorge Argüello, embajador en Estados Unidos y cercano al Presidente; Sabino Vaca Narvaja, destinado en China; Ricardo Alfonsín, cabeza de delegación en España; Rafael Bielsa, ex canciller y embajador en Chile; el exministro de Trabajo Carlos Tomada (México), y el exgobernador bonaerense Daniel Scioli en la embajada en Brasil integran la lista de los destinos más destacados.
Pero también los embajadores destinados en países de la denominada Patria Grande, como Ariel Basteiro (Bolivia), Oscar Laborde (Venezuela), Luis Ilarregui (Cuba) o Daniel Capitanich (Nicaragua), la mayoría de ellos con vínculo estrecho con la vicepresidenta Cristina Kirchner y simpatías con gobiernos cuestionados por su política de derechos humanos y conexiones con Rusia de Irán, acusado por la Justicia argentina por su participación en los atentados a la embajada de Israel y la AMIA, en los años 90. También deberán regresar al país Alberto Iribarne, albertista y embajador en Uruguay, y Carlos Raimundi, embajador en la Organización de Estados Americanos (OEA), y responsable de posturas al menos comprensivas de esos regímenes en las votaciones de ese organismo internacional.
Las representaciones “no quedan acéfalas”; quedarán al frente los encargados de negocios. Desde la Cancillería aseguran que haría falta un nuevo decreto y pasar nuevamente por la aprobación del Senado si alguno de esos embajadores fuera designado para continuar en su cargo, siempre en el caso de que Massa gane el balotaje del próximo domingo 19 ante el libertario Javier Milei.
Pero, por lo visto, la chance de que alguno de ellos continúe es, al menos, baja. En el primer debate de los candidatos presidenciales, en Santiago del Estero, Massa marcó sus diferencias en política exterior. “Hay que tratar por todos los medios de consolidar un proyecto de exportaciones, desarrollo económico y mejor de la distribución del ingreso en la Argentina. Hay que corregir errores y hacer cambios que haya que hacer cueste lo que cueste”, destacó. Se refería a la política del gobierno de Fernández, claro, pero también a su relacionamiento con el mundo, aunque pocos dudan de que el tigrense también utilizaría las designaciones en destinos diplomáticos para sostener el equilibrio interno con sectores de UP y sus eventuales aliados.
También su principal referente en política exterior, el actual embajador en Suiza, Gustavo Martínez Pandiani, dejó en claro que habrá diferencias en caso de ganar. “Vamos a llevar adelante una política exterior pragmática, sin ideologismos ni caprichos personales”, dijo Martínez Pandiani en el inicio del debate en el CARI, junto a Federico Pinedo (Juntos por el Cambio) y Diana Mondino (La Libertad Avanza). Allí reiteró que Massa quiere a los embajadores “menos en cócteles y más buscando inversiones para el país”, una manera de anticipar los cambios.
Con fluido vínculo con Estados Unidos e Israel (apoyó con su presencia el repudio al terrorismo de Hamas el lunes de la semana pasada en el acto convocado por la DAIA), Massa se ha mostrado alejado de las posturas “ideológicas” de la gestión de Fernández, que lo llevaron a formar parte del grupo de Puebla, reunirse con el presidente venezolano Nicolás Maduro, retacear la condena a Cuba o Nicaragua en organismos internacionales, o plantearle a Vladimir Putin ser la “puerta de entrada” de Rusia en América latina, días antes de la invasión de ese país a Ucrania. “Si gana, va a ser un gobierno de derecha”, coincide una fuente diplomática con inclinación política.
Mientras esperan el resultado del balotaje con preocupación, los embajadores políticos embalan sus pertenencias y llenan formularios como la declaración jurada de bienes, libre deuda por finalización de funciones, entre otros requisitos. Reprimen su ansiedad por su futuro, y saben que cualquier pedido o comentario sobre su continuidad podría ser contraproducente.
“Hasta el 19 nadie va a decir ni pedir nada, sería de mal gusto. El 20, veremos”, comenta un diplomático con destino latinoamericano, incluido en el chat de embajadores, silencioso en los últimos días a la espera de la definición electoral. “No tengo canuto ni ahorros, cuando llegue a Buenos Aires me pongo a buscar laburo”, comentó a LA NACION otro de ellos, curtido en la política local, pero con la sospecha de que no habrá lugar para él en la etapa que viene.