Julián Álvarez volvió a tejer su telaraña en el Santiago Bernabéu, un estadio, el Santiago Bernabéu, en el que se desenvuelve como en su hogar. No conforme con todo lo que logró hasta el momento, entre goles y trofeos de todos los colores, sigue anotando tildes en su carrera, reconfirmando que es un jugador preparado para grandes instancias.

La euforia que generaron la gran individualidad y el posterior zurdazo de Rodrygo Goes para poner arriba a Real Madrid apenas comenzado el derbi frente a Atlético, correspondiente a la ida de su serie de octavos de final de la Champions League, fue apagándose con el planteo siempre complicado del conjunto dirigido por Diego Simeone. Hasta que el delantero argentino instaló silencio en las tribunas de la Casa Blanca.

A los 31 minjtos, tomó la pelota fuera del área, sobre el costado izquierdo. Eduardo Camavinga quiso anticipar una gambeta del argentino, pero su pierna izquierda no alcanzó a cortar el ímpetu del N° 19. Fue más firme Álvarez al trabar, lo que le permitió ingresar al área, con el volante francés corriéndolo desde atrás, desesperado. Ningún defensor achicó y el delantero se metió al rectángulo cerca del vértice. Mientras los demás lo miraban inmóviles, él fue despierto: apuntó al segundo palo y firmó una joya.

Con el pie derecho bien abierto le dio el suficiente efecto a la pelota para que fuera inalcanzable para el arquero Thibaut Courtois. El toque en el palo y el recorrido sobre la pared del arco, inflando la red, le dieron más belleza a la ejecución. Un formidable tanto del llegado desde Manchester City.

La sensación fue conocida: hace casi un mes también había puesto el 1-1 definitivo entre los mismos equipos por la liga española, con el coraje de ejecutar de emboquillada un penal en el mismo arco en el que este martes volvió a generarles un dolor de cabeza a los madridistas.

Esta vez, no hubo 1-1 definitivo. En el segundo tiempo, a los 10 minutos, Brahim Díaz, asistido por Ferland Mendy, estableció el 2-1 parcial. El partido está curso.