Qué es el Acuerdo de París y qué implica que EEUU se salga por segunda vez, de la mano de Trump
El Acuerdo de París, que se aprobó oficialmente en diciembre de 2015, surgió para abordar la necesidad de trabajar globalmente para luchar contra el cambio climático. Es un tratado internacional jurídicamente vinculante por el que los países firmantes —casi 200 en 2015— se comprometen a hacer los esfuerzos necesarios para impedir que la temperatura global del planeta al final del siglo XXI suba más de 2ºC respecto a la que era antes de la era industrial.
El presidente de EEUU, Donald Trump, puso en marcha, otra vez, la salida de su país del Acuerdo de París contra el cambio climático. De esta forma, el nuevo presidente de uno de los países más poderosos del mundo, que tomó posesión este lunes, volverá —ya lo hizo en su anterior mandato— a darle la espalda a sus objetivos climáticos. Una vez comunicado el abandono del acuerdo, la salida efectiva tarda un año, según establece el propio texto.
La cuestión es que, hasta que el abandono se haga efectivo, la administración Trump podría seguir enviando delegaciones a las reuniones climáticas en las que, por ejemplo, se preparan las Cumbre del Clima. De hecho, de acuerdo a este calendario, EEUU podría participar en las negociaciones de la siguiente COP que tendrá lugar en Brasil y en la que los estados deben presentar su siguiente ronda de planes climáticos.
El Acuerdo de París, que se aprobó oficialmente en diciembre de 2015, surgió para abordar la necesidad de trabajar globalmente para luchar contra el cambio climático. Es un tratado internacional jurídicamente vinculante por el que los países firmantes —casi 200 en 2015— se comprometen a hacer los esfuerzos necesarios para impedir que la temperatura global del planeta al final del siglo XXI suba más de 2ºC respecto a la que era antes de la era industrial y “preferiblemente” que ese límite sea 1,5ºC.
El gigante americano es, precisamente, el país que más contribuyó históricamente a las emisiones de gases de efecto invernadero que se lanzaron a la atmósfera. Se baja del carro en un contexto en el que, desde julio de 2023 hasta diciembre de 2024, todos los meses menos julio del año pasado superaron el umbral de 1,5 ºC, aunque eso no significa que se haya incumplido ya con el objetivo de París. Para ello tendría que sobrepasarse la temperatura de 1850-1900 al menos durante una década. Sin embargo, supone un punto de inflexión a partir del cual todas las naciones deberían estar apretando el acelerador de sus medidas de mitigación y adaptación climáticas.
China, el país que estuvo a la cabeza en emisiones durante estos últimos años, expresó este martes su preocupación por la decisión de Estados Unidos de retirarse del acuerdo. “El cambio climático es un reto común para toda la humanidad, y ningún país puede actuar solo en su propio beneficio”, denunció el portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Guo Jiakun, quien aprovechó para reiterar el compromiso de su país para continuar enfrentando este desafío de manera activa.
La 'arquitecta' del tratado internacional y CEO de la European Climate Foundation, Laurence Tubiana, animó a que este paso sirva como “llamada de atención para reformar el sistema” y señaló a Europa. “La retirada de EEUU del Acuerdo de París es desafortunada, pero la acción climática multilateral ha demostrado su resistencia y es más fuerte que la política y las políticas de un solo país. Europa —junto con otros socios— tiene ahora la responsabilidad y la oportunidad de dar un paso al frente y liderar. Impulsando una transición justa y equilibrada, puede demostrar que una acción climática ambiciosa que protege a las personas, fortalece las economías y aumenta la resiliencia”.
“Al abandonar el Acuerdo de París, esta Administración está abdicando de su responsabilidad de proteger al pueblo estadounidense y nuestra seguridad nacional”, lamentó Gina McCarty, ex asesora nacional sobre el clima de la Casa Blanca. Y agregó: “Pero tengan por seguro que nuestros Estados, ciudades, empresas e instituciones locales están dispuestos a recoger el testigo del liderazgo climático de Estados Unidos y hacer todo lo que puedan —a pesar de la complacencia federal— para continuar el cambio hacia una economía de energía limpia”.
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