En menos de 10 años se perdieron tres especies de sapos y ranas
Por el avance agrícola en el oeste de Buenos Aires se perdieron tres especies de anuros en menos de 10 años. Subrayan que para conservar la vida silvestre es necesario implementar más áreas naturales con mayor conexión entre sí.
- 🪴 **Pérdida de especies**: En menos de 10 años, se han perdido 3 de 8 especies de sapos y ranas en la Pampa Interior debido a los cambios agrícolas.
- 🌾 **Transformación agrícola**: La agricultura ha modificado drásticamente la región pampeana, aumentando los cultivos anuales en casi un 60% y reduciendo pasturas naturales en un 80% entre 2004 y 2012.
- 🚫 **Eliminación de hábitats**: Se eliminaron dos tercios de los alambrados y un tercio de los cuerpos de agua temporales, afectando a la fauna local.
- 🐸 **Dificultades de supervivencia**: Los sapos y ranas enfrentan problemas para reproducirse y encontrar agua vital, ya que los cuerpos de agua se han vuelto escasos y contaminados.
- 🌍 **Necesidad de áreas conectadas**: Los anuros requieren ambientes acuáticos y terrestres cercanos para subsistir, pero las zonas naturales restantes están muy aisladas.
- 🔄 **Urgente reconsideración agrícola**: La investigadora Karina Hodara enfatiza que es crucial replantear las prácticas agrícolas para restaurar ecosistemas y preservar la diversidad de especies silvestres.
(SLT-FAUBA) Se eliminan pastizales y alambrados, se cultivan estanques y tierras bajas. La producción agrícola avanza sobre hábitats de diferentes especies y el paisaje se llena de hileras verdes hasta el horizonte. Un estudio en la Pampa Interior encontró que, por los cambios agronómicos, en menos de 10 años se perdieron tres especies de sapos y ranas. Resaltan la necesidad de preservar más áreas naturales, más variadas y conectadas para mantener la diversidad de especies silvestres.
El avance de la agricultura transformó los hábitats de miles de especies silvestres. La Región Pampeana es uno de los territorios que más se modificó para la producción agropecuaria en muy corto tiempo, en particular, para realizar monocultivos. ¿Qué pasó con la fauna de la zona?
Karina Hodara, docente de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), estudió cómo respondieron los sapos y las ranas a los cambios en el paisaje de una estancia al sudoeste de la provincia de Buenos Aires. “Los anuros son muy susceptibles a las modificaciones del ambiente”, señaló.
“Entre 2004 y 2012 la superficie de cultivos anuales aumentó en casi un 60% y la de pasturas naturales disminuyó en un 80%. Además, se eliminaron dos tercios de los alambrados perimetrales y se redujo un tercio el área de los cuerpos de agua temporales”, contó Hodara a Sobre La Tierra.
La investigadora resaltó que en ese tiempo se perdieron tres de las ocho especies de anuros que habitaban la zona, dos de ranas y una de sapo. “Las que toleraron los disturbios tienen en promedio cuerpos más pequeños y las encontramos sobre todo en hábitats menos perturbados como debajo de los alambrados, pastizales o campos abandonados”.
Según Hodara, integrante del Departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información de la FAUBA, esta información es valiosa para manejar y monitorear hábitats naturales y preservar sus especies. “Además, demuestra que sapos y ranas encuentran diversas dificultades para sobrevivir y reproducirse con los cambios que trae el avance agrícola”.
Hodara profundizó en los efectos de los disturbios sobre los anuros. “Estas especies dependen del agua en sus estadíos de huevo, larva y renacuajo. Sin embargo, como en los ambientes agrícolas quedaron pocos cuerpos de agua, y los que se mantuvieron están contaminados, tienen dificultades para completar su ciclo de vida”.
Además, los que llegan a adultos se dispersan muy poco, un promedio de entre 200 y 300 metros por día. Por eso, necesitan ambientes acuáticos y terrestres muy próximos y conectados. “Entre los monocultivos, quedan áreas naturales remanentes, pero están muy aisladas y son muy pequeñas. Entonces los anuros no encuentran los ambientes óptimos que necesitan para vivir”.
Para finalizar, reflexionó: “Si queremos restaurar los ecosistemas y reintroducir elementos del paisaje que desaparecieron, hay que repensar de qué manera hacemos agricultura. Tal como está planteada en la actualidad, la diversidad de especies silvestres está en problemas”.
Por Sebastián M. Tamashiro - SLT- FAUBA