Ritondo, bajo la lupa: un macrista de gen peronista, con lazos propios con Milei y que quiere ser gobernador
El jefe del bloque de PRO en Diputados acompañó cada votación del oficialismo. Tiene diálogo directo con Santiago Caputo. Sus intentos fallidos para ser presidente de la Cámara baja y su relación de máxima confianza con Vidal.
El 19 de noviembre de 2023 a las 19.35, apenas media hora después de que se conociera el resultado del balotaje que Javier Milei le ganó a Sergio Massa, Cristian Ritondo publicó en su cuenta de Twitter una foto con una motosierra. “Felicitaciones”, le dedicó escueto al entonces presidente electo y a Victoria Villarruel. Con esa postal que parece haberse sacado durante el invierno anterior, en alguna recorrida del interior bonaerense, quien todavía no era jefe del bloque PRO buscaba congraciarse con el flamante mandatario con un único objetivo: ser el presidente de la Cámara de Diputados durante la gestión libertario. El esfuerzo fue en vano: el cargo quedó para Martín Menem, un recién llegado a la política que le ganó la pulseada al experimentado dirigente que ya en 2002 fue secretario del Interior de Eduardo Duhalde.
Cuando se cumple un año exacto de la asunción de Milei, la titularidad de la Cámara baja sigue siendo un anhelo para Ritondo y en las últimas horas quedó en el foco de la atención mediática por un investigación de elDiarioAR que reveló que su esposa encabeza un complejo entramado de sociedades en Estados Unidos con propiedades en Miami que suman un total de US$2,6 millones. Un patrimonio que el legislador nunca demostró en sus declaraciones públicas.
La noticia no le fue indiferente al diputado amarillo: sugestivamente este lunes cerró su telefóno y el de su equipo. Solo a través del diario Clarín se desligó de la denuncia sin dar mayores detalles: argumentó que todas las operaciones tienen más de diez años y que la información sobre las sociedades está “mezclada”. En esa nota no hay ninguna declaración de su boca.
Ritondo es un animal político “de esos que ya no quedan”, lo perfiló alguien que lo conoce de cerca. Asumió por primera vez como diputado en 2003. Fue apadrinado en el peronismo por Miguel Angel Toma, ex secretario de Seguridad Interior del menemismo y ex jefe de la SIDE en el duhaldismo. Inclinado en el peronismo de derecha, formó parte del nacimiento del PRO de la mano de Mauricio Macri, a quien acompañó en la gestión porteña como legislador de la ciudad entre 2007 y 2015, rol que culminó como vicepresidente de la Legislatura.
En ese tiempo en su oficina ya exhibía su fanatismo por Independiente, con una camiseta y una foto del equipo de Avellaneda adornando su despacho, pese a que su base de acción fue Mataderos. Ritondo fue vocal del Rojo en la primera presidencia de Hugo Moyano. Ahora acompaña de cerca a Néstor Grindetti, como representante de los socios, pero básicamente “acercando sponsors”, como él mismo se definió. En enero pasado justamente se involucró en una fallida pretemporada que el plantel iba a hacer en Miami vía la empresa Black and White Inc.
En 2015 saltó a la provincia de Buenos Aires como ministro de Seguridad de María Eugenia Vidal, de quien se considera un incondicional. En las últimas PASO se sumó a las filas de Patricia Bullrich, pero siempre puso como condición que si la actual diputada se lanzaba a la carrera presidencial, él iba a ser su principal armador. La dupla Vidal-Ritondo tuvo su prueba de fuego apenas asumidos en 2015, cuando se fugaron los hermanos Martín y Christian Lanatta y Víctor Schillaci. Más de mil policías los buscaron durante 15 días para finalmente capturarlos hambreados y heridos.
Cómo será la confianza que existe entre Vidal y Ritondo, que durante la gestión amarilla en PBA el ministro era el único que tenía vía libre para tomar cualquier decisión –ya sea política, como ejecutivo y hasta comunicacional–. “Podía hacer lo que quisiera”, recordó una fuente que lo trató de cerca en aquella época. Todos los demás funcionarios debían pasar por la jefatura de Gabinete. “Era como un gobierno independiente dentro del gobierno”, lo describieron. “Ella le tenía entre respeto y pánico”, completó la voz consultada.
Ritondo volvió a Diputados en 2019 y desde ahí se mantuvo al frente del bloque del PRO, haciendo honor de controlar “los fierros” en la provincia de Buenos Aires. Es el armador principal del macrismo en el conurbano, tanto por tener tropa propia en algunos partidos calientes como por manejar estructura, aunque ahora tiene una disputa abierta con Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, muy alineado a Milei. La firma “Patita” o “Pata” en los murales de ambos lados del conurbano en campañas pasadas llevaban su venía.
Bien posicionado en el ámbito parlamentario, su mayor objetivo es ser gobernador. En marzo del año pasado fue viral un video en el que como precandidato en la provincia se mostró con la camisa arrugada pidiendo fiscales para las elecciones por venir. “Podré tener arrugada la camisa pero no arrugo contra los narcos”, se defendió. Finalmente cuando Macri y Vidal se bajaron de la carrera electoral, Ritondo se alineó con Bullrich para inclinar la balanza de Horacio Rodríguez Larreta-Diego Santilli. El acuerdo tenía el compromiso de que él sería ungido titular de Diputados si el bullrichismo llegaba al poder.
Cuando Juntos por el Cambio quedó afuera del balotaje, Ritondo fue parte del pacto de Acassuso con Milei en la mansión de Macri. Cuando entró al domicilio no esperaba encontrarse con el libertario, pero no se sintió “emboscado”, sino más bien todo lo contrario. Entonces reconoció al aún candidato presidencial, que estaba sentado de espaldas hacia él, por su tupida melena.
Ritondo entendió rápido la jugada y puso a disposición sus “fierros” para cuidarle los votos a La Libertad Avanza en la segunda vuelta. Esperaba cobrar el apoyo con la Cámara baja, pero volvió a quedarse en la puerta. “Se le pasó el tiempo de la presidencia de Diputados; yo creo que era más una obsesión de Macri que de él”, entendió una fuente que lo sigue tratando. Por ahora Ritondo tiene que conformarse con ser el presidente del PRO en Buenos Aires, cargo al que asumió con el regreso de Macri al ruedo partidario.
Ese perfil pseudo-opositor de Macri no le impidió a Ritondo construir sus propios puentes con el poder libertario. Ya son anécdotas sus conversaciones nocturnas con Santiago Caputo en el verano pasado cuando Diputados se enredaba con la primera versión fallida de la ley Bases. Hace pocas semanas compartieron un asado, que algunos entendieron como una cita en el noviazgo LLA-PRO, que tiene mucho de relación tóxica. La última desinteligencia fue el proyecto de Ficha Limpia, bandera histórica amarilla, cuya sesión fue vaciada por el kirchnerismo, pero también por algunos libertarios y bullrichistas sueltos.
Si Ritondo se lleva bien con Caputo, ya no tanto con Bullrich. El quiebre en la relación fue cuando la ministra echó al ritondista “Tito” Ventura como secretario de Seguridad, como parte de la interna del PRO, luego de que Macri corriera a la ministra de las sillas de influencia partidaria. “Fue una venganza política. Patricia sabe mandar pero no conducir”, contraatacaron.
Ritondo es un jugador nato de la rosca, lo que explica su sociedad con Oscar Zago desde que fue expulsado de LLA, pero sobre todo que el PRO se mantuvo unido pese a los cimbronazos entre Macri y Bullrich, abrazando incluso a los pocos larretistas que todavía quedan. “Es un tipo componedor. Logró mantener la unidad del bloque en un año muy difícil”, planteó un diputado de su espacio. La contracara de ese costado dialoguista tiene como ejemplo mayúsculo el gesto obseno y misógino que Ritondo le dedicó en diciembre de 2022 a Cecilia Moreau, titular de Diputados, en una escandalosa sesión que la entonces oposición logró boicotear.
Más filo-oficialista que pseudo-opositor, Ritondo acompañó cada una de las votaciones que propuso el Gobierno, al punto que fue clave para blindar los vetos de Milei al aumento jubilatorio y al financiamiento universitario. Ahora apaña la demora de la discusión del Presupuesto 2025. La motosierra en mano, al final, le sienta muy bien.
MC