Milei reina en la política offshore mientras Cristina arma escenas para amonestar a Kicillof
De Menem a Milei, todos los presidentes electos, sus familias o su entorno más próximo anotaron empresas fantasma en paraísos fiscales. La evasión se enseñorea con el ultra. Una década más tarde, la expresidenta sigue mostrando tapas de Clarín. El gobernador se prepara para confrontar con los Kirchner.
Tres de las offshores y sociedades ocultas a nombre de la esposa de Cristian Ritondo se llaman Sunstar Point, Ilustre y Goformore. Traducida al castellano, esta última significa “Vamos por más”, homónima del bloque del PRO en la Legislatura porteña. Los Ritondo confiaron en Islas Vírgenes para ocultar sus propiedades miamenses, al igual que Daniel Muñoz, fallecido secretario de los Kirchner, y su esposa, Carolina Pochetti. En ese minúsculo territorio de ultramar británico, los Muñoz montaron Black Gold y Old Wolf, con las que, casualmente, camuflaron departamentos en Miami.
Panamá y otros paraísos fiscales del Caribe son tan familiares como Barrio Parque para el apellido Macri. Por ejemplo, Franco, Mauricio y Mariano anotaron a Fleg Trading en Bahamas, mientras Alicia Blanco Villegas, exesposa de Franco y madre del expresidente, inscribió en Islas Vírgenes a Reata Pacific, controlada por el fideicomiso Quiñel Trust, alojado en el microestado europeo de Liechtenstein.
Gianfranco Macri, otro de los hijos de Franco y Blanco Villegas, y beneficiario final de Quiñel, tenía a su nombre la empresa fantasma BF Corporation, radicada en Panamá con cuentas en Alemania, que fue finalmente desmontada para legalizar los fondos gracias al blanqueo organizado por su hermano Mauricio, en 2016. La preferencia de Gianfranco por las plazas europeas se vio reflejada por la conformación de Lares Corporation en Luxemburgo, especialmente creada para el hiperlucrativo negocio de los parques eólicos. Mariano Macri, el hermano enemistado, tuvo su propio emprendimiento offshore, TNB Investments, anclado en Belice. Jorge Macri, el primo de Gianfranco, Mauricio y Mariano, eligió Florida para constituir una LLC con inversiones en Miami.
En suma, las firmas offshore de los Macri son decenas. Muchas de ellas estaban en desuso, como quien compra mamushkas de adorno y las deja hibernar en el armario.
Belice también atrajo a la familia de Lázaro Báez, el amigo y socio de Néstor Kirchner. Allí apostilló Teegan Inc. En Panamá, los Báez anotaron Marketing & Logistics Management y Cono Sur Properties and Real State Corp, entre varias firmas con terminales en Suiza.
En cambio, Edgardo Cenzón, histórico recaudador de fondos del PRO, fue accionista del fondo Global Multi-Strategy, registrado en Bermudas, y administró la empresa NuVerse, anclada en el estado de Delaware, EE.UU..
Norberto, Alicia y Karina Milei utilizaron un esquema similar al de Jorge Macri para la compraventa de departamentos de lujo en Miami. Crearon una LLC en Florida, a la que denominaron Alkary Investments, que a su vez fue controlante de otros sellos.
Ralsen Properties, Menfield Holdings, Berclair y Nustal Enterprises fueron las cuatro empresas que Zulemita Menem inscribió en Islas Vírgenes, plaza considerada por la ONG británica Tax Justice Network como una de las más opacas entre los paraísos fiscales.
Las offshores conocidas de Antonio y Fernando “Aito” de la Rúa, hijos del expresidente radical, fueron Furia Investments Holdings y Bonds Cay Development, ambas en Bahamas.
El Gobierno de Mauricio Macri aportó la novedad de coronar a cierto funcionariado que entendía la evasión fiscal como un derecho humano para resistir “la voracidad estatal”. Se trata de un viejo precepto liberal argentino que los funcionarios de esa alcurnia no repetían por pudor. El límite de lo tolerable cambió.
“La decisión de muchos ahorristas argentinos, en años recientes, de proteger su riqueza, de proteger sus ahorros en leyes más seguras o en monedas más estables termina siendo una decisión, en nuestro contexto, entendible. Una decisión razonable, tanto desde el punto de vista legal como económico”, llegó a decir en 2016 el entonces titular de la Unidad de Información Financiera (UIF), Mariano Federici, en un seminario en la Universidad de Belgrano.
Federici —él mismo, inversor en la offshore Castlerigg International, anotada en Islas Vírgenes— y su segunda, María Eugenia Talerico, desembarcaron en la función pública antilavado gracias a su currículum como asesores del mundo corporativo. Terminada la experiencia de Federici y Talerico en el Estado, en la que su legado más sonoro fue exonerar a la cúpula del HSBC pese a que no haber reportado movimientos bancarios sospechosos del narco Henry de Jesús López Londoño, “Mi Sangre”, los dos expertos retornaron a sus servicios profesionales en el sector privado.
La anuencia con la evasión para resistir la pretensión recaudatoria del Estado explicitada por funcionarios del Gobierno de Macri se tradujo ocho años después en la elección de un propagandista de la economía en negro como Presidente.
Para Javier Milei, los empresarios que envían su dinero al exterior son “héroes”, no como los jubilados-casta, verdaderos succionadores del presupuesto estatal que ganan $400.000 y recibían medicamentos gratis hasta hace poco. No hay por qué pensar que Milei, quien cobraba US$25.000 por cada charla de una hora ante inversores y declaró un patrimonio por un valor total de US$125.000, haya utilizado instrumentos offshore para derivar su fortuna como consultor. Y si lo hizo, fue un héroe.
La cosmovisión de Milei queda explicada por la designación días atrás de Juan Pazo al frente de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA, ex AFIP). Cercano al ministro Luis Caputo, Pazo fue encargado de comunicación institucional de la UIF durante la gestión de Federici y Talerico entre 2016 y 2017. Pazo figura como secretario de varias filiales offshore constituida en Panamá de Rapsodia, la marca de indumentaria de mujer creada por Francisco de Narváez y socias en 1999.
Según documentos publicados por el diputado kirchnerista Rodolfo Taihlade, en 2010, Pazo y su esposa, Josefina Helguera Zuberbuhler, conformaron una LLC en Florida, Harbour House 1533, para adquirir propiedades en Miami. Una de ellas fue vendida en 2013, por US$580.000, a Goformore, la firma de la esposa de Ritondo. La participación de Pazo en Harbour House no habría sido declarada en las presentaciones juradas que deben hacer los funcionarios públicos, por lo que Taihlade lo denunció penalmente por presunta “omisión maliciosa”.
El dato es elocuente. Desde Menem en adelante, todos los presidentes electos por voto popular tuvieron cuentas o empresas offshore a nombre de ellos mismos, allegados de máxima confianza o herederos. La lista de propietarios de offshores incluye, por supuesto, a grandes empresarios, que no suelen salir a la luz, no sólo por su capacidad de condicionar la publicación mediante su peso económico, sino porque entre los hombres de negocios con firmas en paraísos fiscales se encuentran los Saguier, accionistas principales de La Nación, y Héctor Magnetto y José Antonio Aranda, de Clarín.
Una característica habitual de las offshores de argentinos ha sido su creación a través de estudios jurídicos de Uruguay y Panamá. Un enjambre de sellos que se superponen cuenta con directivos prestanombres que distraen la atención de los verdaderos propietarios. La creación de una sociedad en Panamá o Islas Vírgenes no significa que los depósitos se asienten allí. Suiza, Luxemburgo o Estados Unidos brindan más seguridad jurídica para alojar el dinero.
Semejante galimatías requiere de estudios contables y jurídicos que actúan en connivencia con funcionarios públicos y se valen de legislaciones nacionales creadas ad hoc para garantizar el ocultamiento. El pacto de silencio se quiebra cada tanto gracias al trabajo metódico de periodistas como Emilia Delfino en elDiarioAR, grandes filtraciones canalizadas por consorcios internacionales de investigadores, algún delator y, rara vez, la acción de jueces y fiscales federales.
El sistema político argentino navega con comodidad entre offshores, pero se alborota cuando un exsecretario de Obras Públicas como José López trata de esconder de madrugada unos US$ 9 millones en un convento, o un senador cooptado por los hermanos Milei, Edgardo Kueider, intenta traficar US$ 211.000 hacia Paraguay.
El vandalismo de ambas acciones —López y Kueider— acota la posibilidad de la doble vara. Por norma, los cristinistas hablan de las empresas y cuentas fantasma de los Macri, pero omiten decir una palabra sobre Báez y el secretario Muñoz, y los macristas, radicales y ultras, a la inversa. Como Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza, cada uno a su modo, han posado de honestistas, gracias a la inagotable colaboración del sistema mediático, su indignación selectiva ante hechos de corrupción rompe el barómetro de la hipocresía.
El peronismo se movió rápido para arrinconar al oficialismo y la oposición amigable ante el elefante en medio de la sala en que se había transformado el senador por Entre Ríos detenido en Asunción. La sospecha de la compra del pase del senador desde el peronismo a las filas libertarias se volvió palmaria, y obligó a guardar silencio a los diputados y senadores que vociferaban sobre la “ficha limpia”, con un único afán proscriptivo.
La expulsión de Kueider de la cámara alta fue fulminante, por amplia mayoría. No se lo escuchó ni se aguardó a que los tribunales de Paraguay o Argentina adoptaran medidas procesales indubitables sobre su culpabilidad.
Más allá de lo que parezca —un claro intento de fuga de dinero negro con indicios de que hubo unos cuantos más—, Kueider tenía derecho a la defensa. El principio es universal y corresponde tanto a tribunales como a procesos políticos. No es un dato menor en un país con un mandatario que desprecia el Estado de derecho y la democracia como Javier Milei. El antecedente de procesos exprés que se saltean garantías podría volverse un búmeran mucho más gravoso si los hermanos Milei y sus aliados logran dar un salto parlamentario en 2025.
Con un desplome generalizado de los ingresos, aumento de la desigualdad y la pobreza, y una economía que no reacciona con fuerza más allá de agro, energía y lucro financiero, una perspectiva posible es que el escenario es adverso a los hermanos Milei, que llegaron prometiendo que el ajuste lo pagaría “la casta”. La otra mirada indica que el cierre de año con una drástica reducción del déficit fiscal, la asunción del amigo ultra Donald Trump en la Casa Blanca y la inflación mucho menor a la prevista por la mayoría de los economistas brinda oxígeno al proyecto libertario.
Con la moneda en el aire, una clave pasa por cómo se organiza y qué tiene para ofrecer la oposición.
Cristina se postuló al Partido Justicialista como una herramienta unificadora, para “ordenar lo que se desordenó”. Asumió el jueves ante un auditorio que orbita en el Instituto Patria y La Cámpora, con un notorio vacío de los gobernadores y de responsables de geografías alejadas de la Capital Federal.
Sin nada nuevo para decir, la expresidenta insistió con la estafa intelectual que supone desentenderse de su responsabilidad en el Gobierno de Alberto Fernández y, con una tapa de Clarín en la mano, rememoró la supuesta panacea que fueron sus períodos de gobierno y defendió la figura de su hijo y, novedosamente, la de Amado Boudou.
El paso de Cristina fue doble esta semana, porque el lunes, junto a Máximo, forzó una foto en Moreno.
Una voz del gabinete bonaerense grafica la conclusión que generó la secuencia del acto en el partido del oeste bonaerense que sentó a la cabeza de una mesa a Cristina, Sergio Massa, Máximo Kirchner, Mariel Fernández (intendenta local), Kicillof y Verónica Magario, y la asunción de la exmandataria en el PJ, en la Universidad Metropolitana, en Balvanera, tres días después: “Para generar malas señales para todos lados y mostrar al PJ Bonaerense como un chiquero en un solo golpe, hace la foto de Moreno. El objetivo fue ver cómo se emparrillaba a la figura de Axel para después salir a dar la versión de que le marcó la cancha”.
Todos —camporistas y kicillofistas— hablan de la unidad como prioridad, pero acto seguido, esa aspiración es puesta en caja por los mismos que la enuncian.
Resta correr mucha agua y el año par suele servir para tensionar la cuerda, pero no hay indicios que orienten a un probable acuerdo entre los Kirchner y Kicillof, en la medida en que, para los primeros, ello pasaría por el encuadramiento absoluto del gobernador a la estrategia que emane desde el Patria, y para el mandatario bonaerense, la apertura a una lógica de conducción totalmente distinta a la que primó en la última década, y que llevó a varias derrotas electorales y al fallido Gobierno del Frente de Todos.
“Si lo que quieren es arrinconar a Axel, eso no va a pasar. En 2017 lo hicieron con (Florencio) Randazzo y les salió, pero si creen que lo pueden hacer con el gobernador y con lo que representa Axel, es una estrategia suicida. Creo que se dan cuenta, porque entendieron que pegarle al gobernador tiene un costo, como se vio en los últimos episodios”, resume el integrante del gabinete antes citado.
La posibilidad de anticipar la confrontación a 2025 gana terreno en el Gobierno de Kicillof, pese al escepticismo que genera la hipótesis de que el peronismo sepa conducirinternas civilizadas.
Como dejó claro Cristina en sus dos discursos de la semana (“lo puse a Kicillof cuando medio gabinete me puteaba” y “no hay que creerse que la historia empieza cuando uno llega y termina cuando uno se va”), su prioridad pasa por despejar el desafío de Kicillof y reafirmar su centralidad.
Otro dirigente no cristinista del peronismo bonaerense está convencido de que los Kirchner dan por perdidas las elecciones de 2025 y 2027, y apuntan a una estrategia de reducción de daños. La misma fuente explicita lo que ya es una convicción en el kicillofismo: Cristina, Máximo y Massa están jugando para el mismo equipo, no por amor, sino por táctica, y el plan apuntaría a ubicar al exministro de Economía a la cabeza de la lista bonaerense. Para Kicillof, esa ecuación es inconcebible, no sólo por el nombre de Massa, sino por lo que supondría que todo se decidió, una vez más, en una negociación entre tres personas, dos de ellas apellidadas Kirchner.
Mientras tanto, Massa alarga la espera de su regreso a la esfera pública hasta extremos que siembran dudas sobre si es otra demostración del tiempismo inteligente que lo caracteriza, o imposibilidad de encontrar su lugar en el mapa político.
Kicillof y los suyos hablan de un frente amplio, con nuevo nombre, renovación de rostros, mayor peso a funcionarios, militantes, sindicalistas, intendentes y dirigentes sociales cuyo norte sea enfrentar a Milei. “Se puede discutir armado, diseño, roles, tareas y hasta si hay que desdoblar o no la elección, pero no puede ocurrir que se confundan de que hay que ganarle a un proyecto excluyente, contra las mayorías, que destruye el trabajo y la obra pública como el de esta derecha y ultraderecha, y no al gobernador de su propio partido”, se afirma el integrante del gabinete.
En el kicillofismo, nadie habla de un pacto explícito entre Cristina y Milei, aunque sugieren una acción de mutuo beneficio. “El Gobierno busca confrontar con Cristina para diluir a Axel y encolumnar al espacio gorila, y a Cristina también le sirve, para conducir y entregarle la nominación a Massa”, analiza la segunda fuente bonaerense.
Kicilof delimitó su intención negro sobre blanco en un acto que organizó Gabriel Katopodis en San Martín sobre “el daño de Milei”, horas después del encuentro que sacó chispas en Moreno.
“El Gobierno de la provincia de Buenos Aires no les va a soltar la mano a quienes más nos necesitan… El año que viene vamos a convocar a todos y a todas para construir un inmenso frente con todos los sectores: la provincia de Buenos Aires va a estar resistiendo, pero también construyendo una alternativa de futuro”.
No parece ser la intención de los Kirchner.
“Nosotros vamos por ese camino, esperemos que el resto ayude y, si no, se verá”, advierte el dirigente peronista bonaerense.
SL