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El 'momento Biden' de Luiz Inácio Lula da Silva

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Con dos intervenciones médicas en dos días, todo invita a creer que el presidente brasileño se bajará antes que Biden de la candidatura oficialista y renunciará a buscar un nuevo mandato a los 81 años. Según un sondeo, el 52% del electorado está en contra a que se repostule.

Cada etapa, cada avance de Luiz Inácio Lula da Silva en su espectacular regreso desde la cárcel y el lawfare del Lava Jato hasta vencer a Jair Messias Bolsonaro  y a su ex juez y ministro de Justicia derechista Sérgio Moro fue para el líder el ex obrero y dirigente sindical metalúrgico un ‘momento Joe Biden’. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) ya había sido elegido presidente por dos mandatos consecutivos en la primera década del siglo XXI (2003-2011). Cuando Lula salía libre y limpio de culpa y cargo de la prisión inicua y recuperaba sus derechos políticos en 2021, Brasil sufría un clímax de la crisis sanitaria de la pandemia. Como el candidato oficial del partido demócrata, el petista era la imagen de la ciencia y el agente de la vacunación frente a un contrincante convertido en el símbolo del descuido administrativo y el negacionismo inmunológico frente al covid. En octubre de 2022 Lula derrotó en Brasil por un margen nítido pero estrecho al derechista Bolsonaro y frustró su reelección presidencial. Como en noviembre de 2020 Biden había vencido en EEUU por un margen perceptible pero angosto al republicano Donald Trump y estropeado su reelección presidencial. Según el sondeo Quaest, hoy el 52% del electorado está en contra de que Lula se repostule para un cuarto mandato en 2026 y el 45% está a favor.  

Lula pudo ser y fue el Biden brasileño. Como el demócrata, su coetáneo, su correligionario, desempeñó el papel de anciano estadista sensato, atento a las clases populares. Dos hijos de familias numerosas, que vivieron en barriadas fabriles. Dos católicos laicos, religiosos pero jamás fanáticos. Uno y otro la encarnación, la corporalización, más que del Padre, de un Abuelo de la patria. Lula fue el que vino a vencer al extraño agigantado en el sistema político, al Donald Trump que en este otro país federal se había hecho dueño del poder de Brasilia. El paulista no era ni un millonario de Palm Beach, ni un especulador inmobiliario neoyorquino, ni un payaso siniestro de la televisión chatarra aunque sí talentoso artista para la sociedad del espectáculo.

El rival derechista que Lula liberado de sus cadenas vino a vencer era un ex capitán del Ejército, por dos décadas diputado federal carioca en el Congreso federal. Fue providencial cómo y cuándo el Supremo Tribunal Federal (STF) dejó sin efecto las causas abiertas en contra de Lula y cerradas con pesadas condenas de prisión firme. El procesamiento iniciado en 2016 contra el ex presidente en el mega operativo anti-corrupción Lavo Jato, cuya sede estaba alojada en los juzgados federales de Curitiba en el estado sureño de Paraná, tierra de agronegocio y uno de los más prósperos y blancos de la Unión.

Lula fue sentenciado sin pruebas suficientes, o sin pruebas. Las hubo bastantes, y aun de audios de diálogos telefónicos filtrados, de la colusión del Ministerio Público, el fiscal Deltan Dallagnol, y la Magistratura, el juez federal Moro, conjurados para una condena de la que prejuzgaban de antemano merecedor al líder del Partido de los Trabajadores (PT). En virtud de la Ley de 'ficha limpia', Lula no pudo competir en 2018 en las elecciones presidenciales contra Bolsonaro, que las ganó.

Hoy es Bolsonaro quien no puede competir en 2026. En virtud de la misma Ley de ficha limpa. El líder de la extrema derecha fue castigado en 2023 por el Tribunal Superior Electoral (TSE) por haber declarado ante el cuerpo diplomático extranjero en Brasilia que dudaba de la pureza del sufragio y anticipaba la posibilidad de manipulación de las urnas electrónicas y de fraude en las presidenciales de octubre de 2022. Un prejuzgamiento condenó a Lula, y cuando la Justicia liberó al ex Presidente de cárceles y penas, por ese prejuzgamiento parcial fueron condenados Juez y Fiscal federales. Y hoy por su prejuzgamiento de un fraude electrónico e imposible está condenado Bolsonaro, proscrito de ser candidato hasta 2030 para cualquier cargo politico electivo.

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