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Soledad Villamil: “Los periodistas son como los médicos, hablan con naturalidad de una operación a corazón abierto”

Soledad Villamil: “Los periodistas son como los médicos, hablan con naturalidad de una operación a corazón abierto”
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La actriz se pone en la piel de una periodista intensa, errática y comprometida en Atrapados, la nueva serie argentina de Netflix, lo más visto de esta semana en la plataforma. Su amor por los policiales, las claves de la construcción de su personaje Ema Garay y lo que aprendió compartiendo una jornada de trabajo en la redacción de elDiarioAR.

Quince minutos son suficientes para ensayar una rutina breve de yoga, cocinar una pasta o mirar un capítulo corto de alguna serie animada. También alcanzan para repasar los mails pendientes (sin llegar a responder ninguno) o mandar un mensaje kilométrico de actualización sobre nuestra vida a algún amigo. No suelen alcanzar para entablar una conversación extensa entre una periodista y una actriz que hasta entonces no se conocían. Pero en tiempos de agendas ajustadas, reglas son reglas: los agentes de prensa de Netflix ofrecen ese tiempo exacto para entrevistar a Soledad Villamil, a propósito del estreno de Atrapados, la miniserie que se lanzó a fines de marzo y por estos días encabeza el ranking de lo más visto en Argentina. 

Y quince minutos son mejores que diez, que cinco o que ninguno. Así que ahí vamos, directo al grano. No habrá tiempo esta vez para repasar los hitos de su carrera –desde su protagónico en la oscarizada El secreto de sus ojos hasta su aparición en éxitos televisivos como Locas de amor, pasando por las bellísimas canciones de inspiración tanguera que editó y grabó hace más de una década–, pero sí para conocer algunas claves de la construcción de Ema Garay, la periodista estrella de un diario virtual patagónico que lleva adelante una sección tan heroica como polémica con el mismo título que le da nombre a la serie. Al estilo de Kaos en la ciudad o de los docu-reality que poblaron la televisión en los primeros dos mil, Garay busca exponer in fraganti a presuntos criminales, y esa búsqueda de nuevas presas es la que hace hacer avanzar la trama de intrigas de cada capítulo. Ya al inicio, Ema le sigue la pista a un abusador de menores, aparentemente responsable de varios casos de grooming en Bariloche y otras ciudades del sur argentino. Haciéndose pasar por una adolescente, muy pronto pesca a quien cree culpable, y el resto de la serie se ocupará de ir revelando las consecuencias de esa captura y las subtramas que completan la historia detrás de la desaparición de una joven (interpretada por la luminosísima Carmela Rivero). 

Bajo la dirección de Miguel Cohan y Hernán Goldfrid, Atrapados se vale de una receta clásica de Netflix: combina el pulso narrativo de las novelas policiales de Harlan Coben (que en un acuerdo millonario vendió a la plataforma los derechos de una decena de sus libros), con una adaptación que le hace guiños –licencias de la ficción mediante– a la realidad local. Acá, por caso: los increíbles paisajes de Bariloche, que por momentos se convierten en un personaje más de la historia, la mención a la Camerata, la referencia a la histórica concentración de la propiedad de las tierras en pocas familias con apellidos europeos, y un retrato de la labor periodística a la argentina para la que Villamil se inspiró en el trabajo de los periodistas de elDiarioAR. 

–El personaje de Ema tiene puntos de contacto con el que interpreta Kate Winslet en Mare of Easttown: mujeres alejadas de las heroínas clásicas del género, impulsivas, y con un carácter las hace ir para adelante pero también cometer grandes equivocaciones. ¿Encontraste una referencia ahí, hubo otras? 

–Sí, vi Mare of Easttown, y fue sin dudas una referencia. Ninguna de las dos protagonistas transita el clásico camino del héroe: Ema no es la típica investigadora infalible ni es del todo limpia en sus métodos. Todo lo contrario; es impulsiva, atolondrada. Eso fue justamente lo que me atrajo en la primera lectura de los guiones, porque más allá de la investigación policial que la serie va desarrollando, el personaje tiene un mundo interior muy rico. Es una mujer que está haciendo un duelo, que tiene una relación difícil con su hijo, está como transplantada a Bariloche desde Buenos Aires, medio perdida sobre su futuro y por momentos se las manda. Es soberbia, se apura, se equivoca, y a lo largo de los capítulos debe ir tramitando las consecuencias emocionales y prácticas de esos apuros. 

–Por las entrevistas que diste en estos días, da la sensación de que el mundo policial no te es en absoluto ajeno, ¿siempre fuiste fanática del género?

–Sí, desde siempre. Me encantan. Mi mamá –periodista como Ema– y mi abuela leían muchos policiales, así que siempre tuve novelas ahí a mano. Me acuerdo especialmente de los libros de Agatha Christie y de las novelas de Wilkie Collins, considerado uno de los padres del policial. También me fascinan autores más contemporáneos, como Henning Mankell y Åsa Larsson, con su saga sobre la fiscal Rebecka Martinsson, ambientada en una ciudad bien al norte de Suecia. La atmósfera que construye con ese ambiente de fondo es bastante especial y les da a las historias un color muy característico. Además, disfruto mucho de autores argentinos como Sergio Olguín, y soy fan absoluta de la colección del Séptimo Círculo que dirigieron Bioy Casares y Borges.

–Antes del rodaje, visitaste la redacción de elDiarioAR para ver de cerca cómo trabajan los periodistas. ¿En qué medida suma ese contacto con “el mundo real” a la hora de componer un personaje? 

–Fue una experiencia espectacular y clave para construir las conversaciones entre Ema y Vicky (n. de la R.: el personaje que interpreta Bárbara Massó). Todavía tengo por ahí el cuaderno con todas las anotaciones que tomé el día que visitamos la redacción. Fuimos a la reunión editorial, donde cada periodista presentaba los temas en los que estaba trabajando. Y me impactó la manera en que cada uno se vincula con las noticias, ese distanciamiento profesional para manejar casos tremendos con mucha naturalidad. Me hizo acordar un poco a los médicos, que pueden hablar con tranquilidad de una operación a corazón abierto que acaban de hacer, algo que a quienes estamos afuera nos parecería imposible. Con Bárbara tratamos de trasladar esa atmósfera cotidiana y natural al trabajo en la redacción dentro de la serie.

–¿Qué fue lo más te llamó la atención de ese contacto con la realidad periodística?

–Fue como espiar un mundo muy cotidiano, heroico en un sentido profundo, pero al mismo tiempo extremadamente cotidiano. Con Bárbara nos llevamos, sobre todo, algunas palabras de la jerga periodística y detalles chiquitos pero concretos del día a día. Pero además, esa visita me permitió dimensionar mejor la enorme responsabilidad que implica decidir qué noticia va en la tapa del domingo, cómo contar una historia, cómo enfocar ciertos temas. 

–Estamos en un momento de fuerte descrédito hacia la prensa. ¿Creés que la serie puede encender una reflexión sobre la importancia que aún tiene un periodismo activo y conectado con la gente? 

–Ojalá que sí. Aunque el objetivo de la serie no sea ese, creo que quienes hicimos la serie compartimos esa inquietud de mostrar y pensar sobre la vocación periodística genuina, y esa capacidad del periodismo para influir en el curso de ciertos eventos. Ema se mete a fondo en sus historias, quiere contar lo que otros no cuentan, y ese mismo impulso, a veces, la lleva a cometer errores. Esos errores hoy tienen un impacto amplificado por las redes y la viralización, un factor nuevo en la manera en que hoy se generan y consumimos las noticias. Creo que, si bien Atrapados es una ficción policial, quien quiera leer la serie desde ese ángulo va a encontrar muchos elementos para pensar sobre cómo se construyen y cómo circulan las noticias hoy. 

NL/MG

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