Elecciones con Inteligencia Artificial: ¿amenaza u oportunidad?

La capacidad de la IA para analizar grandes volúmenes de datos, generar contenido y personalizar mensajes ha abierto nuevas oportunidades y desafíos en las campañas políticas.
La irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) en diversos ámbitos ha transformado significativamente la manera en que interactuamos con la tecnología. En el terreno político, su impacto es cada vez más evidente, especialmente en los procesos electorales.
La capacidad de la IA para analizar grandes volúmenes de datos, generar contenido y personalizar mensajes ha abierto nuevas oportunidades y desafíos en las campañas políticas. Sin embargo, este avance tecnológico plantea una pregunta crucial: ¿es la IA una herramienta que fortalece la democracia o una amenaza que la pone en riesgo?
Las elecciones presidenciales de 2023 en Argentina marcaron un hito en el uso de la IA en campañas políticas. Ambos principales candidatos, Sergio Massa y Javier Milei, incorporaron esta tecnología en sus estrategias de comunicación, evidenciando tanto su potencial como sus riesgos.
La campaña de Massa utilizó la IA para crear afiches de propaganda con estética soviética, generados mediante comandos específicos en programas de generación de imágenes.
Estas imágenes, que mostraban al candidato del PJ en poses firmes rodeado de multitudes, buscaban transmitir una imagen de liderazgo fuerte y voluntad de transformación. Este uso creativo de herramientas como MidJourney o DALL·E generó debates en redes sociales y medios de comunicación, especialmente por la ambigüedad entre ironía y propaganda real.
Por otro lado, Milei y sus seguidores emplearon la IA para difundir imágenes virales que representaban a Massa como un líder comunista chino, mientras que a sí mismo se lo retrataba como un león animado, reforzando el apodo que lo acompañó durante toda la campaña.
Estas representaciones, ampliamente difundidas en redes sociales, funcionaron como dispositivos meméticos de alto impacto emocional y simbólico.
Además, se registraron casos de desinformación mediante deepfakes, como un video manipulado que mostraba a Massa consumiendo drogas. Este tipo de contenido representa una nueva frontera en la difusión de noticias falsas y plantea serias preocupaciones sobre la integridad de la información en contextos electorales.
Argentina no es un caso aislado. En otras democracias del mundo, la IA también ha comenzado a influir en los procesos electorales. En Estados Unidos, circularon audios y videos falsos que imitaban la voz de Joe Biden, con declaraciones que nunca hizo.
En la India, la democracia más grande del mundo, videos de políticos opositores generados por IA fueron utilizados para ridiculizarlos; y en Eslovaquia, un deepfake publicado días antes de los comicios parlamentarios puso en duda los resultados por posible manipulación.
Estos ejemplos ilustran que, si bien la IA puede ser utilizada para potenciar la creatividad y mejorar la comunicación política, también puede servir como arma de manipulación sofisticada y difícil de rastrear. La línea entre realidad y ficción se vuelve cada vez más borrosa, lo que debilita la confianza pública en los procesos democráticos.
La utilización de IA en campañas políticas ha generado debates sobre la necesidad de regulaciones que garanticen la transparencia y la veracidad de la información. En noviembre de 2024, el legislador Emmanuel Ferrario presentó un proyecto en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para regular el uso de IA durante las campañas electorales.
La iniciativa propone que todo contenido generado o alterado mediante IA incluya una advertencia visible que informe a los votantes sobre su naturaleza artificial. Esta medida busca prevenir el engaño y promover una ciudadanía informada.
A nivel regional, un informe titulado DemocracIA reveló que el 55% de los latinoamericanos está a favor de regular la IA, cifra que aumenta al 65% entre quienes tienen un buen conocimiento de la tecnología.
Esta tendencia refleja una creciente preocupación por los posibles riesgos asociados al uso indiscriminado de la IA en ámbitos sensibles como el político. En muchos países, sin embargo, la legislación aún no ha logrado actualizarse con la velocidad de los cambios tecnológicos.
La incorporación de la IA en los procesos electorales representa una espada de doble filo
Entre los desafíos éticos más importantes se encuentran la protección de datos personales, el consentimiento informado, la transparencia de los algoritmos y la equidad en el acceso a estas tecnologías.
Si un partido político con mayor presupuesto puede utilizar IA para personalizar sus mensajes de forma masiva, ¿no se genera una desigualdad estructural frente a las fuerzas con menos recursos? ¿Cómo se evita la manipulación emocional a gran escala?
De cara a las elecciones legislativas de 2025, se espera que la IA y el Big Data jueguen un papel aún más relevante en las estrategias de campaña. Estas tecnologías permitirán a los partidos políticos acceder a análisis detallados sobre el comportamiento y las preferencias de los votantes, facilitando la microsegmentación y la personalización de mensajes.
Al mismo tiempo, crecen las expectativas de que se implemente algún tipo de regulación o guía de buenas prácticas para evitar abusos.
En este contexto, se vislumbra un escenario de "campañas híbridas", donde la comunicación tradicional convive con bots, influencers automatizados y contenidos generados por IA. La responsabilidad institucional, la alfabetización digital ciudadana y el rol de los medios serán claves para mantener la integridad del proceso democrático.
La incorporación de la IA en los procesos electorales representa una espada de doble filo. Por un lado, ofrece herramientas poderosas para mejorar la comunicación política y comprender mejor al electorado. Por otro, plantea desafíos éticos y prácticos que pueden socavar la confianza en las instituciones democráticas si no se manejan con cautela.
Es fundamental que las autoridades, los partidos políticos y la sociedad civil trabajen conjuntamente para establecer marcos regulatorios que promuevan un uso responsable de la IA en el ámbito electoral. Solo así se podrá garantizar que esta tecnología actúe como una herramienta para fortalecer la democracia y no como una amenaza que la debilite.

