Win-win
El manual de estrategia política indica que uno debe elegir como enemigo a alguien desgastado, fácil de derrotar y que sea un espejo invertido de la propia identidad. En esas condiciones, Javier Milei, al igual que Macri en su momento, sostiene el protagonismo de Cristina, ya que reúne esas tres condiciones.
- 🗡️ **Estrategia política:** Elegir un enemigo fácil de derrotar y que refleje la propia identidad es clave; Javier Milei elige a Cristina como su rival.
- 🔄 **Dinámica de antagonismo:** La polarización entre el presidente y la exvicepresidenta es natural y evita que otras figuras se sumen al debate político.
- 🔍 **Cambio de dinámica:** Para alterar la situación actual, se necesita una estrategia astuta que introduzca un tercer actor en el escenario político.
- 🏆 **Construcción de poder:** Es vital consolidar poder y reconocimiento dentro del electorado para captar atención y relevancia en la contienda.
- 📉 **Falta de alternativas:** Actualmente no se vislumbra un tercer actor con poder real que compita en la política argentina, representando un desafío estratégico.
El manual de estrategia política indica que uno debe elegir como enemigo a alguien desgastado, fácil de derrotar y que sea un espejo invertido de la propia identidad. En esas condiciones, Javier Milei, al igual que Macri en su momento, sostiene el protagonismo de Cristina, ya que reúne esas tres condiciones. Sin embargo, dado que CFK finalmente volvió al poder acompañando a Alberto (el "no vuelven más" no se verificó por error de diagnóstico), la pregunta que muchos se hacen es si esta elección del enemigo no es un error.
Vamos a desarrollar algunos puntos para ayudar a clarificar este escenario:
Con este marco, la elección -mutua- de antagonistas entre el presidente y la ex vicepresidenta, es lo más natural y obvio. A ambos les sirve además para que otras figuras no se puedan meter en la contienda central. Es un "segundos afuera" como en el box. En esa lista están lógicamente Macri, Massa, Lousteau, Schiaretti, etcétera. La estructura natural de polarización radicalizada de la política contemporánea los ayuda en la dinámica.
Dicho eso, lo que debería plantearse es si esa dinámica puede cambiar y en qué condiciones. Para romperla hace falta, en primer lugar, una estrategia muy astuta de insertarse en el debate nacional como un tercero excluido que represente algo para una porción interesante de la sociedad. Eso hoy no está y no será sencillo que exista en el corto plazo. En 2015 fue Massa, hasta ese momento el tercero más votado de la historia argentina. Y en 2023 fue Milei. Ya sabemos cómo terminó la historia. Si vamos un poco más atrás, ese actor alternativo fue el Frepaso en 1995 que se quedó con el segundo lugar en la presidencial y obligó al radicalismo a conformar la Alianza en 1997 y 1999.
La segunda condición es que, además de meterse en el debate discursivo e ideológico, hay que construir poder, sin lo cual es muy difícil que buena parte de la sociedad le preste alguna atención. Massa le tuvo que ganar al FpV en 2013 en territorio bonaerense para dar la talla y meterse en la puja por la presidencia hacia 2015. ¿Quién puede construir ese lugar hoy? Tómese nota que, hasta que Cristina decidió tomar el timón del vilipendiado PJ, la mayoría del electorado nacional decía no saber quién era la oposición al oficialismo. Hoy es ella porque no hace falta explicar que es un bicho de poder, que siempre puede sacar un conejo de la galera.
Se puede volar por encima de esa puja central, se puede volar por debajo del radar-como lo hizo Milei para llegar al 30 %- pero lo que no se puede hacer es no volar. Salvo algunos atisbos de coordinación política en el Congreso entre actores que no quieren ni a uno, ni a otro, por ahora no aparece un actor alternativo con poder real. Ese es el gran desafío estratégico en cualquier parte del planeta.