Sobreactuación Gatopardista
Los artistas de otros países que vienen a realizar megashows a la Argentina ya nos sacaron la ficha para comprarnos como público: todo consiste en declamar en éxtasis que están viviendo un hecho histórico, único, para que los argentinos deliremos felices.
- 🇦🇷 Argentina busca su identidad histórica tras la independencia y la influencia de figuras como San Martín y Belgrano.
- ⚡ Milei aprovecha la necesidad de un nuevo "momento fundante" en medio de una crisis nacional.
- 🌀 La situación actual refleja un "estado de emergencia" que ha sido una constante en la historia argentina.
- 🔄 Milei presenta un discurso extremista que desafía la ideología vigente, prometiendo un cambio radical.
- 💰 Su enfoque económico incluye un "anarco-liberal-capitalismo" que se opone a la idea de un Estado fuerte.
- 📈 Milei busca atraer inversiones a través de una retórica disruptiva y un ajuste fiscal que recuerda estrategias del pasado.
- 💔 La estrategia de Milei puede llevar a un "stop and stop", agravando la crítica situación económica.
- 🇺🇸 Milei intenta estrechar lazos con Trump para asegurar apoyo financiero vital para su gobierno.
- 🔍 El nombramiento de sus colaboradores sugiere un enfoque cuestionable hacia una economía ya frágil.
- 🤔 Grupos radicales emergen como apoyo del gobierno, resaltando una atmósfera de tensión y controversia social.
Como país nuevo, y que encima adjuro revolucionariamente de las tradiciones hispánicas -aun sobreviviendo ellas-, nos sentimos huérfanos de historia pasada. A tal punto, que Bartolomé Mitre genialmente expandió el tiempo para llenar páginas de sus libros, convirtiendo la breve historia del país en una larga exposición sobre la vida de los dos héroes que pudieron mimetizarse con el país mismo, José de San Martín y Manuel Belgrano (aunque el episodio político de San Martin en tierras sudamericanas solo se extendiera por once años).
Esas dos figuras, junto con Gardel, Fangio y Vilas, son los casi indiscutidos arquetipos populares argentinos. Todo lo demás es polémica. Ni el Papa se salva. Tampoco Messi, que sería ídolo indiscutido si no lo hubiera precedido ese genio con la pelota, pero además quinta esencialmente argento que fue el Diego.
Proto-historia. Un vacío que más que postmoderno es premoderno, producido, no por el fin de la historia, a la Kojeve/Fukuyama, sino directamente por una inconsciencia de la historia. Por eso la necesidad ontológica que tenemos de anclar lo gaseoso en ilusión de vivir momentos fundacionales, incluso los que no lo son (la mayoría de ellos).
El Presidente Milei usufructúa esa necesidad fundante, que se basa -como toda creación de lo nuevo- en tomar lo pasado como fracaso y convertirlo en el chivo expiatorio que demanda un sacrificio redentor. Como lo expuso genialmente, el antropólogo francés René Girard.
Momento fundador que también esta asociado con la Crisis, con el Estado de Emergencia, con la demanda de plenos poderes, que se legitima así misma en la eficiencia del Piloto de Tormentas.
¿Cuántos Soberanos hemos tenido, en su demanda exitosa de dictar el estado de excepción? Muchos, a tal punto de reflejarnos en la tesis de la filosofía de la historia de Walter Benjamin, en la que señalaba la paradoja de una emergencia que se ha vuelto permanente.
Observado desde ese punto de vista, el fenómeno Milei pierde un tanto su cualidad de novedad. Y eso, más allá de todas las innovaciones técnicas de la llegada de Milei al poder (que sin embargo, se ajusta perfectamente a la situación de empate catastrófico descripta por Antonio Gramsci cuando da cuenta del ascenso del Moderno Cesar.
La sobreactuación de la disrupción ha sido la forma en que Milei ha podido generar la ilusión de una trasmutación de los valores. Ya, en si misma, la sobreactuación lleva el ADN argentino. Está en la génesis de nuestra organización nacional. Una Nación que proclama un liberalismo garantista que no se da casi en ningún lado, y que flota idealmente sobre la realidad de las hegemonías provinciales que respeta a rajatabla.
Sobreactuación primigenia que es el anzuelo para atraer capitales financieros y humanos. Pasada tanta agua bajo el puente, Milei tiene la obligación de ser más extremo todavía. Y exhibe cual fanático una ideología exótica, un anarco-liberal-capitalismo que por definición es incompatible con el Estado y el Gobierno, y que sin sorpresa, él es el primer jefe de gobierno en el mundo que al menos manifiesta llevar adelante este programa contradictorio.
Tan contradictorio que le permite una sobreactuación oral (especialmente en los foros internacionales, sobre votaciones que él sabe nimias y retóricas también) que consigue simultáneamente la legitimación de un ajuste clásico, y por eso, brutal. Algo que, por no animarse de ejecutar los gobiernos democráticos, o bien colapsaron en una crisis en la que el mercado hizo el ajuste, o consiguieron zafar gracias al consabido préstamo del FMI.
No por casualidad, Milei encarna el intento de ajuste vía reducción del gasto público preventiva del estallido, tal como lo realizaron en su momento las dictaduras protagonistas del "stop and go", que en democracia se transformó en "crash and go". Y que ahora amenaza con convertirse en un inédito "stop and stop". La ideología "libertaria" es de tal extremismo que le permite justificar y explicar cualquier movimiento compatible con el camino hacia una sociedad de mercado, permaneciendo en un limbo puro, mientras todo lo demás es explicado por la necesidad de Estado (otra paradoja más).
Situación similar a cuando los marxistas comparaban sus ideas puras con la tosca materia de la realidad capitalista. Así esa free market society es el puerto prometido que redime los pesares de un dolorosa cruza del desierto -aunque ese punto de llegada este en el infinito, en el mismo lugar en que las paralelas se encuentran.
Claro está que sus maestros en esa sobreactuación, más que Von Mises y Von Hayek, son Carlos Von Menem, y Néstor Von Kirchner. El riojano siguió los pasos del tucumano Alberdi en sobreactuar un liberalismo que en realidad le permitió liquidar las empresas publicas y acceder al endeudamiento, y mantener gatopardistamente la estructura económica, social y política de siempre.
Kirchner sobreactuó su autoridad al encontrarse en una situación tan precaria como la Milei al asumir, incluso sin haber podido disputar una segunda vuelta que quedó solo como una hipótesis. Como él mismo me confió en una entrevista para la Revista Debate, su táctica era la del "auto de los recién casados, O sea, "apretar el acelerador, y arrastrar a las latitas dando tumbos atrás".
Y si Kirchner bajó el cuadro de Videla, Milei se ha empeñado en bajar el cuadro de Alfonsín, enterrando el Consenso del 83 que implicaba precisamente los límites al ajuste. Ajuste, que por el otro lado, de novedoso no tiene nada, ya que más que ser inspirado por las ideas anarco libertarias, fue efectuado por la "licuadora" (siendo su archienemigo Lord Keynes el que precisamente destacaba su aceptabilidad social por sobre la intragable deflación.
Estrategia que, sin embargo, está en la raíz del "no rebote del gato muerto", al haberse operado gracias a la duplicación de la inflación vía devaluación del tipo de cambio, y no recomposición de los ingresos de los jubilados y del gasto público en educación y en infraestructura.
El peso quedo así sobrevaluado prematuramente, cosa que sucedía en el cenit del ciclo del Crash and Go. Por eso, la imposibilidad de salir del cepo, por eso la falta de liquidación de las divisas. Y de allí, la astucia coyuntural de zafar de la escasez de ese articulo de primera necesidad para los argentinos que es el dólar, mediante el blanqueo, y el tradicional "Keep Calm, and Carry Trade" (y se sabe que dicha calma durará hasta que su practicantes crean que se viene una devaluación y produzcan el domino de la fuga). Aumentando el colchón de la verde divisa, se permite una escueta pero esperanzadora reactivación, tan propia del mundo financiero, especialista en encandilarse con sus propios fuegos de artificio.
Pero ese sistema Ponzi financiero, se puede mantener solo si se renuevan los dólares para bancarlo, sea como fuere. Y aquí Milei le prende un cirio pascual al señor Donald Trump, en una apuesta casi indecorosa, que va mucho más allá de las relaciones carnales ditellianas, y que en la fase de seducción le ha salido muy bien al Presidente. Aún falta lo más importante: la consumación de la relación en la forma de un cheque ya sea firmado por el magnate de la cabellera de tinte anaranjado, o bien por el FMI presionado por el mismo susodicho.
Todo lo demás, o sea, los dominios prometidos a ese cruzado ateo que es Federico Sturzenegger, aparecen como la verdadera hojarasca, frente a una sociedad cuyo funcionamiento ha sido desde siempre Estado céntrica, en la conceptualización de ese grande que es Marcelo Cavarozzi.
Con su nombramiento, Milei se anticipó, tal como lo remarcó, en su proverbial estima sin parangón de sí mismo, el presente griego con que Trump obsequió a alguien muchísimo más exitoso como empresario que él: así lo designó a Elon Musk en una tarea condenada al fracaso de antemano. No vaya a hacer que a este señor se le ocurra abrazar la carrera política.
Mientras tanto, e la Nave va, fellinescamente. Así un grupito de impresentables, con estética nacionalsocialista, pero sin el superior gusto estético de esos criminales de lesa humanidad, se autoproclaman como brazo armado del gobierno, con porta estandartes que anuncian que "la Argentina será el faro que ilumina el mundo". Deseo que en su inocencia infantil disimula los problemas de concordancia verbal en la frase, dada la audacia admirable de acometer semejante tarea, contando con tan poca capacidad lumínica (y encima convencional)".