Lucas Romero, politólogo: "El Gobierno se encamina a una buena elección, entre 37% y 38% de los votos"

"Antes teníamos representantes de élites. Después, de partidos. Ahora, de audiencias", explica Lucas Romero. ¿Qué liderazgo se impondrá en 2025 y 2027?
- 🗣️ Milei podría tener 10 puntos más de imagen positiva si hablara menos, según el politólogo Lucas Romero.
- 📊 El gobierno actual no ha conseguido atraer votos ajenos y carece de inteligencia estratégica para eso.
- 🎓 Romero, experto en ciencia política, ha notado un cambio en la representación política: los candidatos ahora representan audiencias y no élites o partidos.
- 📺 La cercanía de los candidatos a la gente es importante, pero se confunde con legitimidad, lo que podría impactar en futuras elecciones.
- 🗳️ Si Santoro gana en la ciudad, sería una señal de que el peronismo puede competir con Milei en las futuras elecciones.
- 🔎 La elección de 2023 fue la peor para el peronismo en historia, incluso por debajo de elecciones anteriores.
- 🔄 Milei es visto como el candidato más capaz de unir a votantes en contra del peronismo, pero su estilo puede limitar su apoyo.
- 📉 El desgaste del macrismo se debe más a La Libertad Avanza que al peronismo, perdiendo terreno en la Ciudad de Buenos Aires.
- 🤐 Karina Milei, una figura clave, tiene una imagen negativa alta debido a su falta de voz pública.
- 🚦 La corrupción se considera el principal problema del país, superando otras preocupaciones como la inflación y la inseguridad.
- 📈 Las predicciones indican que en caso de un nuevo balotaje entre Milei y Massa, el resultado sería muy cerrado.
- 🔀 Hay una lucha por el liderazgo entre los políticos emergentes, como Milei y Kicillof, contra figuras como Macri y Cristina.
"Si Milei no hablara, hoy tendría diez puntos más de imagen positiva". La frase es de Lucas Romero, politólogo nacido en Junín, criado entre San Luis, Córdoba y La Plata, quien desde hace más de dos décadas vive en la Ciudad de Buenos Aires. Y enseguida amplía: "Este es un gobierno que no conquistó ni un voto ajeno, y no lo conquistó en buena medida por no tener una inteligencia estratégica para seducirlo".
El encuentro con El Economista es en un café de Núñez con dos cortados en jarrito de por medio. Romero —politólogo y director asociado de la consultora Synopsis, con experiencia en campañas electorales en Argentina y en el exterior— parece cómodo en ese tono entre lo académico y lo callejero, entre Bernard Manin y la rosca porteña. "Estamos en una democracia de candidatos", dice. "El sistema de partidos dejó de filtrar. Llegan a la boleta personas que quizás no están preparadas".
En 2002, cuando se recibió en la Universidad del Salvador de Licenciado en Ciencia Política, el país seguía en shock tras la crisis del 2001. "Nos recibimos casi con el ajuste", recuerda. "Fue un momento de muchísima incertidumbre". Sin embargo, también fue un momento expansivo: "Las crisis generan oleadas de matrícula. Uno quiere entender más cuando todo alrededor parece desmoronarse".
Ese impulso, el de entender qué pasa, lo llevó a estudiar cómo se toman las decisiones en las sociedades. En la actualidad, desde su consultora Synopsis, Romero analiza lo que llama un cambio profundo en la naturaleza de la representación política. "Antes teníamos representantes de élites. Después, de partidos. Ahora, de audiencias. Es la era de la visibilidad. Lilia Lemoine está en la televisión y en las redes sociales, Carla Carrizo no. Y eso define quién entra y quién queda afuera".
Aunque hay algo más, asegura: "Una fascinación con la cercanía, con la sensación de que el candidato 'es como yo'. El problema es que se confunde cercanía con legitimidad." Por eso interpreta que si Santoro gana la ciudad, el hecho va a ser leído como algo mucho más amplio: "Va a ser un síntoma de la escena, difícil de no interpretar como una señal de que el peronismo está en condiciones de disputarle el poder a Milei en octubre de 2025 y en octubre de 2027".
—¿Qué condiciones deben darse para que un dirigente sea percibido como creíble en el escenario actual?
— Cuando se piensa en las democracias de élites, por ejemplo, las democracias burguesas del siglo XIX, se advierte que los representantes eran personas letradas, instruidas. El debate público, que es el debate social, se producía en determinados lugares que requerían esa instrucción, se exigía un uso determinado del lenguaje.
Obviamente, la contraparte de ese tipo de representación era la distancia entre los representantes y los representados. Después, la representación avanzó hacia una naturalización más democrática.
Es cierto que el acercamiento produce un aspecto virtuoso del vínculo, que mejora aquel distante, porque si se está más cerca de la persona a la que se va a representar, se tiene más sensibilidad para entender lo que está pasando, porque se sabe más. Está cambiando el modo de representar.
—Aun con el fuerte enojo social hacia Massa y el gobierno de Alberto Fernández, el peronismo estuvo a poco más de dos puntos de ganar en primera vuelta en 2023. ¿Eso no demuestra que, pese a todo, sigue siendo un actor con capacidad competitiva?
—Sí, pero fue la peor elección histórica del peronismo, incluso por debajo de la elección de Scioli en la general de 2015, con un agravante en la comparación: en aquel entonces, el peronismo estaba dividido. Scioli por un lado, Massa por otro. En 2023 fue unido y sacó menos del 40 % de los votos.
—¿La duda es si ese resultado marcó el piso del peronismo o si todavía puede haber una baja mayor?
—De todas las opciones que tenía el peronismo si llegaba a segunda vuelta, la mejor era Milei. Porque Milei era el que le permitía juntar más votos por miedo. Porque había un sector de la sociedad que, aun sin tener simpatía por el peronismo, rechazaba lo que Milei representaba. El candidato más peligroso para el peronismo en 2023, desde el punto de vista de la capacidad de juntar adhesiones en escenarios vis a vis, era Horacio Rodríguez Larreta porque estaba parado en el centro.
Los contrafácticos son complejos, aunque el rol de Macri y de Bullrich en el famoso acuerdo de Acassuso fue el de facilitar ese tránsito y esa migración de votantes de Juntos por el Cambio hacia Milei, que era una oferta incierta, que presentaba dudas, temores y resquemores. Ellos legitimaron ese tránsito. Los representantes de un electorado que era significativo para resolver la elección les dijeron a sus votantes: "Vayan hacia allá, no hay problema, vamos a estar nosotros para defenderlos".
—Macri advierte ahora sobre un riesgo institucional que podría comprometer el rumbo económico. ¿Ese apoyo crítico está realmente claro o sigue siendo una señal confusa?
—Actualmente, a Macri le está costando transmitir ese mensaje a su propio electorado, porque en la simplificación que hace el votante, reconoce que quien lidera es Milei y no quieren que vuelva lo anterior.
Milei ganó representatividad en todo el ecosistema de votantes no peronistas, que fue el que protagonizó el triunfo en 2023 y quiere consolidar ese liderazgo. Por eso va por Macri. Por eso disputa la Ciudad de Buenos Aires. El objetivo es, específicamente, someter al PRO y a Macri a su liderazgo.
El interés de Adorni, más que ganarle a Santoro es ganarle a Silvia Lospennato.
—¿Cuáles serían las consecuencias de que el PRO salga tercero en las elecciones porteñas?
—Paradójicamente, a Milei le convendría que Manuel Adorni salga tercero.
Porque las consecuencias de que el PRO salga tercero, quizás, sean muy dañinas para la posibilidad de lograr un gran acuerdo de todo ese ecosistema de votantes a nivel dirigencial. No sé si Macri, en esa circunstancia, derrotado, va a tener voluntad y predisposición de un acuerdo político con Milei. Porque sabe que las condiciones de la rendición van a ser muy perniciosas para él.
Es decir, aquellos votantes que se identifican con el PRO, con La Libertad Avanza, y que particularmente tienen en común lo que rechazan, tienen todos en claro qué es lo que no les gusta. La posibilidad de que todo ese ecosistema de votantes se consolide detrás de un liderazgo político podría hacerse más rápido si se da un acuerdo entre la dirigencia política que representa a esos votantes. El acuerdo está más cerca si el PRO sale segundo, porque el PRO quiere acordar más que La Libertad Avanza.
—¿No existe también el riesgo de que, si Macri queda tercero, ese resultado acelere una fuga de legisladores del PRO, un proceso que ya empezó a insinuarse y que podría profundizarse?
—Sí, aunque la presencia de dirigentes dentro de ese ecosistema de votantes no peronistas que disientan con el liderazgo de Milei puede generar la consolidación en emergencia de lo que llamo el "no peronismo no mileísta". En espejo con lo que le ocurrió al kirchnerismo: el kirchnerismo generó por exclusión un "peronismo no kirchnerista", factor de la derrota en 2013, de la derrota en 2015, de la derrota en 2017 y, recién cuando volvió a confluir con ese peronismo no kirchnerista, logró ganar en 2019. Cuando Cristina vuelve a unirse con Massa, vuelve a ganar.
En espejo, a Milei le puede pasar lo mismo. Puede consolidarse un no peronismo que tampoco sea mileísta, que podría estar representado en un dirigente como Macri o muchos que pudieran ser representantes de un sector minoritario, aunque crítico y clave para producir triunfos.
—Si el PRO todavía tiene chances reales de ganarle a La Libertad Avanza, ¿no sería lógico que intenten sumar a Larreta para reforzar el frente y asegurarse la victoria?
—Larreta es el borde interno de todo ese ecosistema de votantes refractarios a lo que el peronismo representa.
—En un escenario de segunda vuelta en la Ciudad, ¿el PRO tiene más chances que La Libertad Avanza de quedarse con la jefatura de Gobierno?
—Sí. Lo planteo desde la lógica de la dinámica de competencia. Lo que nos enseña ese concepto de "ganador de Condorcet" es que, cuando uno piensa las elecciones de manera iterativa, como si pudiera contrastar diferentes escenarios, naturalmente lo que está en el centro desde el punto de vista de la distancia ideológica va a ser más atractivo para cualquiera de los dos extremos frente al otro extremo. Esa es la lógica del concepto de ganador de Condorcet. El riesgo que puede tener el PRO es otro concepto que también viene de la dinámica de competencia electoral: que se dé un escenario de polarización centrífuga, en el que los dos extremos se vuelvan muy competitivos y logren imponer una dinámica de confrontación y polarización que centrifugue el centro.
—¿Cómo interpretás la fractura de Juntos por el Cambio? ¿Y qué pasos deberían dar los dirigentes no peronistas para volver a articular un espacio común?
—El proceso de construcción de Juntos por el Cambio estuvo facilitado por el gobierno del peronismo, un gobierno incluso hegemónico. Aquellos sectores que eran refractarios a lo que el peronismo representaba terminaron uniéndose, dibujaron diferencias y construyeron un espacio común. Se fue ese peligro, apareció otro distinto, que eliminó el riesgo de lo que los unía, y eso se desmembró.
En otro orden, la emergencia de Milei fue una gran estrategia política si fue deliberadamente impulsada por el peronismo, porque dividió ese bloque opositor que enfrentaba el peronismo en ese entonces. Produjo la llegada al poder de un personaje con muy poca capacidad de construir mayorías hegemónicas.
Si Milei no hablara, hoy tendría 10 puntos más de imagen positiva. Porque, efectivamente, cuando uno lo ve hablar o actuar, uno dice: esta persona está haciendo lo que no le conviene, está desaprovechando una gran oportunidad de construir una gran mayoría detrás suyo.
Si Milei tuviera persuasión, si tuviera la capacidad de seducir a los segmentos que pudieran tener alguna afinidad con las soluciones económicas que ofrece, podría crecer. Aunque el problema que tiene Milei cuando quiere tener razón es que sus ideas son minoritarias. Las ideas de Milei no pueden construir una mayoría.
—¿El desgaste del macrismo en la Ciudad es más fuerte por La Libertad Avanza o por el peronismo?
—No, claramente por derecha. El pedazo que perdió de volumen electoral se lo sacó La Libertad Avanza. Las encuestas marcan, sin entrar en pormenores, que Adorni y Marra juntan más o menos 20 puntos. Ese electorado, casi irremediablemente, hubiera votado al PRO de no existir La Libertad Avanza.
Si uno mira en retrospectiva y se va a agosto del 2023, Cristina podría decir: "Está saliendo todo tal cual lo planeado. Era lo que necesitábamos. Si íbamos a entregar irremediablemente el poder, mejor entregárselo a Milei que a Juntos por el Cambio".
—¿Qué rol juega el peronismo en la ciudad de Buenos Aires?
—Es una elección muy simbólica para el peronismo. Creo que por eso Santoro decide encabezar la lista de legisladores, algo que no era natural: todos imaginábamos que iba a ser candidato a senador en octubre, aunque decidió anticiparse y ser candidato a legislador por la ciudad. ¿Por qué? Si Santoro gana la ciudad, va a ser un síntoma decisivo de la época leído como que el peronismo está en condiciones de disputarle el poder a Milei en octubre de 2025 y en octubre de 2027. Sería un primer gran síntoma de recuperación del peronismo.
—¿A quién le está pegando más fuerte Jorge Macri y a quién menos? ¿Se está concentrando más en responderle a Adorni y evitando confrontar con Santoro?
—Se está concentrando en Adorni porque sabe que necesita seducir votantes de Santoro. Y si tuviera algún argumento para reconquistar a votantes que piensan en migrar por izquierda, la mejor forma es asustarlos con un eventual triunfo de La Libertad Avanza. Presentar las amenazas de un triunfo de Adorni.
—¿Qué está en juego para Larreta?
—Si lo sentáramos a Larreta acá enfrente y le preguntáramos: "¿Cómo reconstruís tu carrera política después de lo que fue el episodio de 2023?", Larreta diría: "Mi principal recurso es mi gestión en la ciudad. Lo que la gente pueda recordar como positivo. ¿Cómo puedo explotar ese recurso político? En una elección en la ciudad de Buenos Aires".
Larreta imaginó que la elección de octubre iba a estar nacionalizada. Entonces dijo: me voy a la local. El problema es que la local también terminó nacionalizada. Eso también es un inconveniente.
—Dado el posicionamiento más moderado de Santoro, que parece estar captando voto disponible en el electorado porteño, ¿considerás que una figura con un perfil más confrontativo, como el de Ofelia Fernández, podría tener el mismo nivel de eficacia electoral a nivel nacional? ¿O su estilo le impone un techo más bajo en términos de ampliación de base?
—Santoro es un candidato más competitivo para este distrito que Ofelia. Los candidatos que encabecen la lista de diputados van a permanecer subsidiarios del candidato a senador.
Ofelia puede pasar desapercibida si es candidata a diputada. La pelea va a ser entre Santoro, Adorni, y quien vaya por el PRO. Hay que ver cómo sale: si Adorni le gana a Lospennato, pero pierde con Santoro, va a ir a polarizar en octubre por la revancha para ganarle a Santoro. Si tienen una buena elección, en octubre, Adorni y Santoro van a ser candidatos a senadores para consolidar el proceso político.
—¿Y en el espacio del PRO quién podría encabezar en octubre?
—Si Lospennato le gana a Adorni y La Libertad Avanza no quiere un acuerdo, insiste en ir sola, yo no descarto que Mauricio Macri sea candidato.
Le va a resultar muy atractivo a él consolidar el triunfo de Lospennato en la ciudad. Termina de configurar la escena que necesita para construir un lugar desde donde pulsear contra Milei.
—Sostenés que no les conocemos las voces a Karina Milei y Santiago Caputo. ¿Qué implica para la calidad democrática que las figuras más influyentes del Presidente operen en silencio?
—Tenemos una rara avis en toda esta fenomenología: estamos en un mundo donde Milei habla con sus seguidores en redes sociales todo el tiempo y, sin embargo, las dos personas más importantes de este espacio político —un espacio que surge justamente de las redes y de la televisión— no hablan públicamente. Lo de Santiago Caputo se puede entender. Habitualmente los operadores políticos trabajan en la sombra. Necesitan cierta validación, pero trabajan desde las sombras. Por ejemplo, a Juan Carlos "Chueco" Mazzón, el histórico operador del peronismo en tiempos de Néstor y Cristina, no se le conocía la voz. Aunque hay una diferencia: uno puede no conocer la voz de un personaje públicamente, pero en privado, el personaje tiene que hablar.
El "Chueco" Mazzón iba, se sentaba y tenía que ser muy hábil para conversar con los actores. Lo que uno escucha de Santiago Caputo es que es una persona inteligente. Me cuesta proyectar eso en Karina Milei.
El hecho de que Karina Milei tenga mucha incidencia y no tenga voz pública empieza a ser un problema de representación política. ¿Por qué está ahí? ¿Por qué ocupa ese lugar de privilegio? ¿Es legítimo que esté ahí? ¿Está capacitada?
—¿El silencio de Karina Milei puede provocar enojo en los ciudadanos?
—Tenemos una composición de imagen de Karina completamente distinta y disociada del resto de los actores políticos del gobierno libertario. El último registro, que es de abril, muestra una imagen negativa de Karina Milei del 62% y una positiva de solo 20%. Si se compara la imagen de Karina Milei con la de Cristina Kirchner, Máximo Kirchner o Sergio Massa —todos con alta imagen negativa—, se ve que son muy similares. Es un problema serio para el presidente porque se apoya mucho en Karina Milei y ella se ha transformado en una figura muy rechazada por la opinión pública. Eso es consecuencia de que no habla.
Si ella hablara y su voz pública la ayudara a defenderse de lo que la ciudadanía proyecta en ella, quizás podría tener una composición de imagen parecida a la del resto de los dirigentes del oficialismo, que hoy es relativamente buena. Los dirigentes mejor valorados en términos de opinión pública son, en su mayoría, del oficialismo. Aunque eso no ocurre con Karina Milei.
—¿Por qué no habla?
—Porque no tiene la habilidad, no lo siente. Quizás Karina Milei piense: "No sé hablar en público, no me sale. Si hablo, puedo exponerme mucho más que quedándome en silencio".
—¿Cómo está hoy la imagen de Milei? ¿Qué dicen las últimas encuestas sobre su nivel de aprobación y desaprobación?
—Milei está, en abril, con 42% de imagen positiva y 53% de imagen negativa. Recuperó parte de lo que había caído en marzo. Milei cayó cinco puntos en marzo y recuperó dos y pico en abril. En marzo cayó por Libra: fue nuestro primer registro post Libra. Son niveles consistentes de evaluación y aprobación. En los datos de abril, y comparado con los dos últimos mandatos, Milei aparece por primera vez por debajo de Macri, quien había logrado una recuperación en el segundo trimestre de 2017. Hasta ahora, Milei venía mostrando un mayor nivel de apoyo que Macri y que Alberto Fernández a la misma altura del mandato.
—¿Cuál es actualmente el principal problema del país?
—Corrupción. Históricamente, en nuestro registro, la corrupción ha tenido un porcentaje de menciones como principal problema que afecta al país que oscila entre el 20% y el 30%. Actualmente está alrededor del 27%. La principal preocupación de los últimos años, que fue la inflación, cayó. Apareció la preocupación por el desempleo, pero no se volvió dominante. Creció la preocupación por la inseguridad, que tampoco se volvió dominante. En ese contexto de preocupaciones dispersas, la corrupción domina.
Hasta hace dos meses, los únicos que mencionaban la corrupción como problema eran votantes no peronistas, especialmente de Bullrich y de Milei. Desde marzo para acá, se sumaron otros votantes a mencionar la corrupción como problema: los de Massa.
Creció el porcentaje de menciones a la corrupción entre los votantes opositores, sobre todo los peronistas, que dicen que Milei es un estafador por el escándalo de Libra.
Finalmente, un dato final de opinión pública notable es el dato electoral. En Synopsis tenemos una escala para medir cómo evalúa el ciudadano el desempeño del gobierno en esta elección de medio término.
Cualquier resultado por encima del 40% sería una gran elección para el gobierno. Entre 35% y 40%, una buena elección: sacar ese porcentaje ya sería ganar. Si queda entre 30% y 35%, empieza a ser una elección mala. Y cualquier número por debajo del 30 % sería directamente pésimo.
Hoy vemos al gobierno entre 35% y 40%. Con Libra cayó a 36%, pero ahora recuperó un poco y está entre 37% y 38%. El gobierno se encamina a una buena elección: entre 37% y 38% de los votos.
—Si hoy se repitiera el balotaje de 2023 entre Milei y Massa, ¿cómo sería el resultado?
—La simulación del balotaje de 2023 hoy muestra un empate: 47,7% para uno y 47,8% para el otro, más los indecisos. Si bien Milei bajó de 55% a 47%, es algo natural: cualquier oficialismo se desgasta. Este es un gobierno que no conquistó ni un solo voto ajeno —en buena medida, por falta de inteligencia estratégica para seducirlo—, y sí perdió votantes.
Asimismo, hay una disputa por el liderazgo de estos dos bloques. Los liderazgos emergentes —Javier Milei y Axel Kicillof— se están peleando con los liderazgos en retroceso de esos bloques: Macri y Cristina.
Axel se pelea con Cristina. Milei se pelea con Macri.
—¿Axel Kicillof encabeza la renovación del peronismo?
—Axel es el dirigente con mejor imagen de la oposición. Y, según los datos que recogimos en nuestro estudio, le vino muy bien la pelea con Cristina Kirchner.



