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El disidente-complaciente

El disidente-complaciente
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En medio del recrudecimiento de la posición oficial sobre la política exterior, el Gobierno argentino dio muestras de pragmatismo.

AI
  • 🌍 **Participación activa**: Javier Milei lidera la delegación argentina en la Cumbre del G20, mostrando apoyo a la Declaración final.
  • 🍽️ **Alianza Global contra el Hambre**: Argentina se compromete como miembro fundante en la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza.
  • 🕊️ **Discrepancias**: A pesar de tensiones previas, aceptan acuerdos aunque Milei expresa diferencias sobre la Agenda 2030, que considera "marxista cultural".
  • 📜 **Declaran su posición**: Milei y su equipo logran mostrar su discrepancia, especialmente en la implementación de la Estrategia 2030.
  • 🛠️ **Cambio de enfoque**: El Gobierno argentino sostiene que el sector privado debe tener un rol central en las políticas para combatir el hambre y la pobreza.
  • 🔄 **Declaración del G20**: A pesar de las diferencias, Argentina apoya la Declaración de líderes, aunque Milei señala sus reservas en que no está de acuerdo con varios puntos.
  • 🎤 **Voz en la cumbre**: Milei solicita tiempo para explicar sus motivos en el G20, a lo que Lula accede a pesar de haber cerrado la sesión.
  • 🔗 **Relaciones internacionales**: Argentina busca mantener buenas relaciones en el G20, que representa más del 80% del PIB mundial, a pesar de su postura crítica hacia algunas organizaciones.
  • 🚧 **Limitaciones en la política exterior**: A pesar de su retórica, Milei debe actuar con cautela frente a las realidades globales y el poder de potencias como China.

La delegación presidida por el presidente Javier Milei tuvo su paso por la Cumbre de Líderes del G20, la cual tuvo como saldo el apoyo de la Argentina a la Declaración final del foro y la adhesión como miembro fundante de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza.

Son decisiones que, en la previa del evento, se preveían difíciles para que los libertarios las acompañaran sin poner asteriscos sobre algunos puntos clave, particularmente a los que remitían a la Agenda 2030, el gran pacto global aprobado en Naciones Unidas que para Milei es una imposición "marxista cultural" (sic) sobre la soberanía de los Estados.

Aunque en la previa al G20 la Cancillería brasileña dejó trascender que Argentina pretendía romper con los acuerdos a los que habían llegado los países miembros semanas atrás, el jefe de Estado argentino terminó avalando que el país firme en consenso general y solo expresando sus diferencias en términos simbólicos, tanto para el caso de la Alianza Global como la Declaración de líderes.

Como organizador de la edición de este año, el presidente brasileño Lula da Silva y su equipo elaboraron dos propuestas clave que buscaron ser la insignia de este año: las reformas de gobernanza global (con mayor énfasis en la cuestión medioambiental, el gravamen para los ultra-millonarios y regulaciones de redes sociales y la inteligencia artificial) y, particularmente, la creación de una Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, que pudiera generar financiamiento y compromisos para establecer acciones y políticas públicas que tendieran a erradicar la inseguridad alimentaria y la infraestructura para estratos bajos.

A la misma suscribieron 82 países (Argentina incluida), la Unión Europea y la Unión Africana. Al tratarse de una agrupación que no se rige específicamente por la esfera del G20 -que precisa que sus declaraciones sean por consenso de todas sus partes-, Milei pudo acordar con Itamaraty la discrepancia en los párrafos 2, 3 y 4 del documento, que hablan de manera explícita de implementar plena y efectivamente la Estrategia 2030. En su explicación, el Gobierno recordó que "se trata de un conjunto de objetivos jurídicamente no vinculantes que todo Estado nación, en el ejercicio de su propia soberanía" puede abstenerse.

Como sello final, en esa aclaración Argentina esgrime que "los diferentes objetivos de esa Agenda pueden contradecirse entre sí, siendo la lucha contra la crisis económica y la desigualdad contraproducente para la lucha contra el hambre y la pobreza". Como fundamento, el Gobierno Nacional afirmó que la única forma de combatir contra esos clivajes era quitando al Estado de la centralidad de las políticas públicas y dejando expandir la esfera de acción del sector privado.

Más difícil la tuvo Argentina para poder dejar sentada su posición en la Declaración de líderes del G20. Había varias razones para pensar que la administración libertaria podría haber buscado hacer un esquema "19+1" al que forzó el entonces presidente Donald Trump en los G20 de Osaka y Hamburgo, que no era otra cosa que todos los países apoyando en su completitud todo el documento y solo Trump mostrando disidencia en las cuestiones medioambientales.

El abanico de asuntos a los que Milei discrepaba de ese documento era mucho mayor de los que tenía Trump en ese entonces. Ese texto mencionaba al accionar de varias agendas -como el combate al cambio climático, la reducción de la desigualdad, la baja de la pobreza e indigencia, la mayor regulación para ciertos sectores, entre otros- bajo el paraguas de la Agenda 2030.

También comprendía la guerra entre Ucrania y Rusia -sin una mención explícita repudiando la invasión comandada por Vladimir Putin, aliado estratégico de Lula en el bloque de los BRICS- y la situación particular de la Franja de Gaza por los bombardeos israelíes.

Pese a las amenazas On y Off the record la delegación argentina apoyó el texto en su totalidad, aunque, claro está, sin apoyar los puntos mencionados anteriormente. En vez de desmarcarse con el esquema "19+1" o sin firmar la declaración, los negociadores argentinos (liderados por el sherpa Federico Pinedo) terminaron acordando con sus pares del G20 que Milei pidiera la palabra hacia el final de la reunión de Líderes expresara in voce los motivos de su pronunciamiento.

Esto sucedió en el segundo encuentro que tuvieron todos los jefes de Estado en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, una de las últimas actividades oficiales que hubo durante la primera jornada de la cumbre. Milei había pedido hablar al final y Lula, con cierta picardía, ya había cerrado la sesión con el típico martillo que tienen los organizadores del G20. El mandatario brasileño debió reabrir nuevamente la reunión y el libertario habló por casi cinco minutos dando sus motivos por los que, a pesar de haber votado, no acompañaba simbólicamente gran parte de esa acta.

En medio del recrudecimiento de la posición oficial sobre la política exterior, el Gobierno argentino dio muestras de pragmatismo. Según explican altas fuentes de la Cancillería, la razón no es otra que mantener una relación estable con los miembros del G20, que engloba más del 80% del PIB a nivel mundial.

Aunque el mundo está a la espera del reordenamiento del juego geopolítico que se producirá con la asunción formal de Donald Trump, en el equipo libertario afirman que, por el momento, las reglas del juego hacen imposible hacer rupturas en ámbitos como estos. Acompañado con eso, la llegada al poder nacional le hizo comprender el rol fundamental de potencias como China para la amplitud del comercio y la sostenibilidad financiera argentina (tal y como es con el caso de los Swaps).

Aun así, el Presidente le tiene mayor respeto a esta estructura que a las Naciones Unidas, a la que considera -según ha dicho en varios de sus discursos- "infectada" de consignas progresistas de izquierda. Ese será el ámbito donde se animará a jugar más con las decisiones y a rechazar formalmente consignas que pueden tener el consenso de prácticamente todos sus miembros o ir en contra de posturas históricas de la diplomacia argentina.

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