Eduardo Fidanza: "Karina Milei muestra un descenso muy importante en los sondeos de opinión"

¿Cuánto dura el carisma y qué chances tiene Milei de ser reelecto? ¿Qué está viendo el mercado? El sociólogo Eduardo Fidanza analiza el momento político argentino con una mezcla de datos duros, memoria del poder y lecturas de Weber y Camus.
- 📚 Eduardo Fidanza es un sociólogo y exprofesor que analiza la política argentina y la figura del presidente Milei.
- 🧠 Fidanza destaca la importancia de la estabilidad emocional de Milei en su análisis político.
- ⚖️ Advierte que la ultraderecha, representada por Milei, tiene una vocación de ir en contra de la democracia liberal.
- 📅 Anticipa que Milei podría ganar las elecciones nacionales de octubre de 2025 en distritos clave.
- 💔 Fidanza comenta sobre el desgaste natural del carisma de Milei y su evolución hacia un gobierno más pragmático.
- 🚨 Señala una creciente violencia verbal en la política, vinculada a la retórica de Milei y su partido, La Libertad Avanza.
- 🔍 Observa una duda creciente sobre la estabilidad emocional de Milei, que afecta la percepción del mercado.
- 🏛️ A pesar de su agresividad, Fidanza nota que el gobierno tiene que negociar en el Congreso por su falta de mayoría.
- 🔄 La fragmentación de la oposición podría beneficiar a Milei, mientras que la necesidad de un frente unificado es esencial.
- 🔮 El futuro del peronismo post-Kirchner también es incierto, mientras surge nueva competencia política.
- ❓ Fidanza cuestiona el liderazgo de figuras como Horacio Rodríguez Larreta y su atractivo electoral en el contexto actual.
- 📊 Las encuestas muestran que la popularidad de Milei se mantiene, en parte gracias a mejoras económicas recientes.
Sociólogo, exprofesor de Weber, fundador de Poliarquía y columnista de opinión, Eduardo Fidanza hace sobre todo una cosa: lee y escribe. Combina análisis electoral con pensamiento filosófico, capacidad de diagnóstico político y una memoria entrenada para los matices. Intuye climas, humores sociales y fisuras antes de que se conviertan en datos visibles en la superficie.
Durante 25 años enseñó a Weber en la UBA —desde 1986 hasta 2011, cuando le pasó el bastón de mando de su cátedra a Eduardo Weisz—, pero su formación no es solo académica: conoce el poder desde adentro. Fue asesor y consultor de presidentes, gobernadores, intendentes, empresarios y otros socios del círculo rojo. "La estabilidad emocional del presidente es una variable a considerar en un análisis político", dice en este mano a mano con El Economista, desde la oficina de Poliarquía en Plaza San Martín. "Hay una duda sobre la psicología del presidente Milei. El mercado también la tiene", afirma.
"Estamos asistiendo a un desgaste natural del carisma del presidente libertario", analiza Fidanza. "La vocación de fondo de la ultraderecha que representa Milei —advierte— es ir contra la democracia liberal".
"Probablemente La Libertad Avanza pueda ganar las elecciones nacionales de octubre de 2025 en los principales distritos", anticipa. ¿Puede Milei ser reelegido en 2027? ¿Cuál es el principal problema de Horacio Rodríguez Larreta? ¿Qué dificultades enfrenta Leandro Santoro? ¿Qué está viendo Fidanza en los focus y en los sondeos más recientes?
"Albert Camus fue un autor providencial para muchos de mi generación. Me permitió entender por qué simpatizo con la revolución, pero no con la violencia", narra Fidanza. Admira la mesura, pero estudia la desmesura: lee obsesivamente a Antonio Scurati, el novelista de Mussolini, y encuentra en Clara Petacci, la última amante del Duce, un diario íntimo que revela algo más profundo que la historia oficial. "Hay que comprender la incongruencia", sostiene. "La vida humana es comprensible hasta ciertos límites, después es incomprensible e injusta. Ni lo incomprensible ni lo injusto van a ser redimidos alguna vez".
—En una entrevista con Jorge Fontevecchia, hablás de que estamos en otro estadío, donde hay "pulsiones de odio, de resentimiento, de violencia verbal retórica, pero también física", y que eso representa una lógica completamente distinta a la de la democracia liberal. ¿Creés que en este nuevo escenario hay lugar para alguna forma de mediación institucional que canalice ese resentimiento sin que derive en formas de violencia real?
—Efectivamente, una ideología como la de Milei y los libertarios contiene una cuota importante de violencia que hasta ahora se ha tramitado de manera verbal. El presidente trata a los opositores de "rata", los insulta, y el dispositivo en redes sociales de La Libertad Avanza es un paso más allá de lo que veíamos con el kirchnerismo. Por eso Cristina hace un tiempo dijo: "Al lado de Milei, yo soy la Condesa de Chikoff". Y ese es un comentario sarcástico, pero que no deja de tener verdad. Se han movido los límites y, los insultos de los seguidores de La Libertad Avanza en las redes son algo que no habíamos vivido.
"La vocación de fondo de la ultraderecha que representa Milei —advierte— es ir contra la democracia liberal"
Eso no significa que no estén funcionando los mecanismos institucionales. Si miramos, por ejemplo, la cantidad de comentarios y análisis que hay sobre la actividad parlamentaria, tanto de la Cámara de Senadores como de la Cámara de Diputados, lo que vamos a encontrar, paradójicamente, es que este es un gobierno que si bien insulta a la oposición, tiene que negociar, tiene que avanzar teniendo minorías para que le acepten o para que le lleven adelante sus leyes, o que le acepten los DNU.
Si bien está funcionando la democracia liberal, hay un nivel significativo de violencia verbal y de insultos. La vocación de fondo de la ultraderecha que representa Milei es efectivamente ir contra la democracia liberal. Pero por ahora eso está en el plano del debate ideológico, político. Hay que tener una actitud vigilante.
Me refiero a ser vigilantes con que se respete la libertad de asociación, de reunión, de expresión; que funcione el Congreso. No digo una Justicia independiente porque eso no ha existido nunca, pero que esos mínimos se mantengan. Sumado a un procesamiento o recuento de votos mejor en elecciones que sean transparentes. Mientras se cumplan esos requisitos básicos, hay democracia liberal.
Naturalmente, tenemos un gobierno de ultraderecha que es un émulo de otros como el de Trump, que no tiene una vocación democrático-liberal. Sin embargo, respeta las normas democrático-liberales y su irrupción la explica el fracaso de la política convencional.
Además "la casta" es un significante lo suficientemente abarcador y le permitió a Milei ganar la elección, antes que las cuestiones económicas.
—¿Creés que Milei todavía logra transmitir una épica política o ya empieza a verse como un gobierno más del FMI que del cambio profundo?
—A medida que se desarrolla un gobierno hay una ley general que es la rutinización del carisma. Es difícil que una persona, después de que accedió al gobierno, sostenga todo con su figura. Alguien tiene que darle lugar a formas de organización. Perón decía que la organización vence al tiempo. El carisma personal tiende a declinar con el paso de los días.
Podría haber una segunda fase, que sea una fase con un liderazgo menos extraordinario, menos carismático, pero viable y prestigioso, junto con una organización que también cumpla sus fines. Lo que estamos viendo ahora es que no hay una organización, excepto que se piense que La Libertad Avanza lo es. No lo parece.
Estamos asistiendo a un desgaste natural del carisma del presidente. El gobierno se vuelve más pragmático, porque además se le plantea conservar el poder.
Cuando uno ve a Milei, ve un modelo, que es el modelo de entrada en la política que Eliseo Verón y Silvia Sigal plantearon en un libro extraordinario, Perón o muerte, en el que analizan los discursos de Perón del año '44. Y Perón en el '44 dice "yo soy un general de la Nación, que debería estar en las fronteras defendiendo al país de sus enemigos, y aquí, en virtud de la crisis, tengo que venir a la política". Se compara con San Martín, y cuando llega a la política dice que si hay que terminar con la partidocracia, hay que hacerlo. Llega a la política para redimirla, y en rigor, para destruirla tal como fue en la fase anterior.
Hay paralelos, porque Milei viene de un lugar absolutamente fuera de la política —solo dos años de diputado nacional—.
Milei sigue teniendo éxito, porque por ahora la mitad de los argentinos considera que su situación es mejor que la que era hace dos años. El escenario que vemos nosotros en Poliarquía es uno relativamente favorable para el gobierno.
—¿Por qué?
—Porque en el corto plazo, probablemente Milei pueda ganar las elecciones nacionales de octubre en los principales distritos.
Y que si hay —como va a haber— un acuerdo con el Fondo y fluyen unos miles de millones de dólares, eso le va a permitir estabilizar la economía. Y después, a mediano plazo, hay que tener en cuenta si el progreso de Vaca Muerta va a cambiar la ecuación económica argentina, y si va a dejar de haber restricciones externas por falta de dólares.
Asimismo, Milei está sometido al desgaste, y agrega un componente que no habíamos visto, que es la sospecha sobre su estabilidad emocional.
Empieza a instalarse la idea de un "Milei desbordado". Si bien no lo veo a Milei como alguien que quiera hacer un negocio para sí mismo, algo lo lleva, lo envuelve, lo confunde. Por ejemplo, esa tarde, ese viernes 14 de febrero, cuando él impulsó la cripto LIBRA. Hay una combinación de factores en su personalidad que pueden arrojar conductas muy desestabilizadoras, empezando por desestabilizarlo a él en su rol de presidente de la Nación.
—¿Podés explicar un poco más esa idea sobre su estabilidad emocional?
—Hay una diferencia entre estabilidad y audacia. La audacia es una forma de correr riesgos —que a veces vale la pena correr— y tiene que ver con cierta forma de valentía. Pero esa audacia es ocasional. No se es audaz todo el tiempo, sino que por momentos. Esperemos que los desbordes emocionales o el desequilibrio de Milei sean ocasionales, pero en el último mes hubo indicios que hacen pensar que se corre el riesgo de lo contrario.
El 14 de febrero pasado horas antes de que estallara el escándalo de LIBRA, en nuestro informe a los clientes (que después se publicó en Clarín), sabíamos que, desde el punto de vista de los fundamentos —de lo que le importa al capital financiero, al Fondo Monetario—, las cosas estaban bien. Y escribimos una frase que decía: "Los manjares están servidos, lo que no se sabe es si el presidente los va a degustar con placer o va a patear la mesa". Escribimos eso, y a las dos horas pateó la mesa con el escándalo cripto.
Escribimos ese texto hablando con mis socios. Hacemos una reunión y nos preguntamos "¿cuáles son las dudas del mercado?". Y la duda del mercado es si Milei está equilibrado o no. Hay una duda sobre la psicología de Milei. Esa duda también forma parte de las preocupaciones del mercado y de los agentes económicos.
—¿Creés que Larreta tiene algún margen real para disputar poder, al menos en la Ciudad? ¿O incluso en un distrito que históricamente fue más moderado como la CABA, el tiempo político del centro ya quedó atrás?
—Larreta cree que puede retomar su carrera política después de haber perdido como perdió en la elección presidencial, donde ni siquiera llegó a la primera vuelta. Esto significa que, de haber sido jefe de Gobierno de la Ciudad y de haber sido un candidato a presidente protagonista en la campaña, ahora va a disputar una elección local para legislador, en la Ciudad que él gobernó, con la aspiración —confesada por ellos mismos— de obtener 12 puntos.
A priori no parece la mejor estrategia para recuperar el terreno que perdió. Se puede pensar que tal vez Larreta ya no tiene como objetivo ser presidente de la Nación, sino volver a ser jefe de Gobierno de la Ciudad. Puede ser que eso haga que su decisión parezca más razonable, pero el problema es el escaso caudal electoral.
Hay porcentajes que van de 10 a 15 puntos que pueden ser el primer paso de una carrera política prometedora para una figura nueva, pero puede ser una cifra fatídica para alguien que ya hizo una carrera política importante como Larreta.
El punto débil de Larreta es que, en una época en que la política se hace a través de figuras y del atractivo de las personas, él carece de ese atractivo. Y eso, en este momento, es un déficit importante. Tiene poco carisma.
—¿Ves posible que en la Ciudad se construya algún tipo de articulación entre figuras como Lousteau, Santoro, Larreta, incluso Carrió, para defender cierta racionalidad política o institucional frente a la polarización y el avance de expresiones más extremas?
—Hay una posibilidad presente en la Ciudad y también en lo nacional, que es la posibilidad de que un centro político —no kirchnerista y no mileísta— pueda convertirse en un competidor electoral con capacidad de ganar.
Eso va a depender de superar la fragmentación. En la Ciudad estamos viendo al PRO de Jorge Macri por un lado, y a La Libertad Avanza, a Larreta, Lousteau, Carrió y otros que están fragmentados.
También se puede pensar en la decisión que tomó Larreta. A mayor individualismo, mayor división. Y hoy esa es la ventaja del que gobierna, que la oposición está fragmentada.
Si hoy estuviéramos en un bipartidismo o en un bicoalicionismo, Milei tendría las cosas muy complicadas. Porque, según las encuestas, la cosa está 55 a favor y 45 en contra. Es una frontera inestable.
Sin embargo, mientras de un lado haya 45 o 50 —o hasta 40— y del otro lado haya varios fragmentos, Milei duerme tranquilo. Eso es lo que la oposición tiene que resolver de cara al 2027.
Hay que ver si se va a consolidar el proyecto de La Libertad Avanza y de Milei. Después, cómo va a evolucionar el peronismo. El kirchnerismo tiene que declinar, porque el kirchnerismo también es una expresión personalizada.
En la medida en que Cristina Kirchner —por razones biológicas y por razones de su capacidad política— acentúe su decadencia, hay que ver qué viene en el peronismo después de los Kirchner.
En la Ciudad, por la fragmentación, el que tiene muy buenas chances es Leandro Santoro. Porque es una figura apreciada, joven y creíble.
—¿Cuáles son las principales dificultades de Santoro?
—Lo van a atacar por ser kirchnerista y por La Cámpora. Santoro no sabe qué responder cuando le preguntan "¿estás con Cristina?".
No sabemos si en el futuro un peronismo poskirchnerista no va a acercarse o a aproximarse a una expresión más de centro. Durante años asistimos a la grieta que enfrentó a los representantes del pueblo con los representantes de la república, en una especie de guerra civil retórica, simbólica, que los distrajo de ver que podía venir otro actor político que los iba a superar a los dos. Hay que ver cómo se reconfigura esto, si no aparece ahora "pueblo más república" o "república más pueblo" versus Milei.
El presidente Milei expresa un rechazo a cómo se hizo política en los últimos cuarenta años, y la política en las últimas décadas la hicieron los representantes del pueblo y los representantes de la república. Cuando se ve el discurso de Milei, es tan agresivo hacia lo social como hacia lo institucional.
Se habla mucho —negativamente— de la oposición, pero la suerte de las oposiciones tiene que ver con el desempeño del gobierno. Cuando un gobierno tiende a declinar, a perder popularidad, casi por un hecho natural las oposiciones resurgen.
—Carrió ha sido muy crítica de Lousteau y de su entorno, en especial por su rol en la UBA, mientras ha tenido actitudes más contemplativas con dirigentes que también estuvieron involucrados en gestiones cuestionadas. ¿A qué atribuís esa diferencia de vara?
—Carrió es otro personaje que creció con carisma y ahora está en la fase del pragmatismo. Es interesante la figura de Carrió para reflexionar sobre el narcisismo de los moralistas, porque si hay una figura narcisista y moralista en la Argentina, ha sido Carrió. Pero cuando uno ve su trayectoria, aparecen incongruencias que se deberían atribuir al pragmatismo, al cálculo.
—En Estados Unidos, James Carville propuso lo que llamó the art of the strategic retreat: una retirada política estratégica para dejar que el oficialismo se desgaste solo. ¿Creés que una lógica similar podría aplicarse hoy en la Argentina?
—No, la idea de Carville no es una estrategia plausible en la Argentina. La oposición está fragmentada, y la distribución del mercado político entre opositores y oficialistas le da a la oposición una masa tan importante que esas personas quieren ser representadas por alguien. No puede haber una suspensión artificial de la vida de los opositores.
—¿Qué debería hacer la oposición?
—Buscar confluir. Mientras la oposición no pueda confluir, mientras no pueda dar lugar a nuevos liderazgos, va a ser difícil. Esto ya pasó en la Argentina y pasa en otros lugares. Estamos en la fase de un partido o de un movimiento que se ha convertido en dominante, y en este momento lo que vemos es la dominancia de La Libertad Avanza, y la debilidad de los demás.
Con lo cual, de acá a 2027, ¿Milei tiene chances de ser reelecto? Por supuesto que las tiene. Pero, atención: en octubre de 2017, Macri ganó la elección de medio término. Recuerdo el verano de 2018, lo que se decía en los lugares de vacaciones: "Macri tiene allanada la reelección". Y en abril, mayo de 2018, tuvo una explosión.
Así que en la Argentina hay que hacer escenarios de corto plazo. En ese escenario de corto plazo, el gobierno tiene buenas chances en octubre a nivel nacional. Y después, probablemente en 2027, pero eso está menos asegurado.
Y la oposición va a seguir actuando. La oposición va a tener que tener lucidez para ver si puede juntarse.
—¿Qué estás viendo hoy en los focus y en los sondeos más recientes?
—Las personas siguen apoyando a Milei por la baja de la inflación. Hay crédito, se puede vivir un poco más tranquilo, se puede planificar una vida económica familiar, y la casta sigue existiendo.
A esto hay que sumarle bajos niveles de interés en la política, bajos niveles de información, y el hecho de que muchas personas confirman la existencia de la casta consumiendo medios que todos los días refuerzan esa creencia.
Por eso es importante para Milei que se mantenga la caída de la inflación, que haya estabilidad económica, y que la gente siga creyendo que existe la casta y que es dañina.
En las últimas encuestas se ve que la imagen de Milei está preservada, pero no así la del gobierno, que va en declive. Tampoco la de Karina Milei, que muestra un descenso muy importante en los sondeos de opinión.


