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Las dos canastas del Indec: ¿cuál sería la inflación con los patrones de consumo actuales?

Las dos canastas del Indec: ¿cuál sería la inflación con los patrones de consumo actuales?
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En 2018 se construyó una nueva canasta de bienes y servicios que nunca se utilizó para medir la inflación. Por el contrario, la actual refleja patrones de consumo de hace 20 años que no captan la totalidad del proceso inflacionario.

El Índice de Precios al Consumidor (IPC) es una herramienta fundamental del sistema de estadísticas nacional que orienta la política económica y permite el seguimiento del poder de compra a lo largo del tiempo. En Argentina existen dos metodologías de medición que permiten construir el IPC. No solo refleja los hábitos de consumo, sino que también permite dimensionar la pobreza e indigencia en un momento determinado.

Actualmente se utiliza la que toma como referencia los patrones de consumo establecidos en el periodo base 2004-2005. La otra, más actualizada, fue construida a partir de un relevamiento realizado para el periodo 2017-2018.

La canasta que se utiliza actualmente fue diseñada en una época en la que los gastos en comunicación, transporte y servicios, entre otros, ocupaban un lugar marginal en la vida de las personas. Por el contrario, la nueva medición corrige los patrones de consumo, incrementando la ponderación de rubros que son fundamentales en la actualidad.

Ponderación de los rubros de consumo para la canasta 2004-2005 versus 2017-2018

Mientras que la canasta 2004-2005 pondera más los rubros de "Salud", "Prendas de vestir y calzado", "Bebidas alcohólicas y tabaco" y "Alimentos y bebidas no alcohólicas", la canasta más moderna muestra una mayor ponderación en otros rubros. 

En la nueva canasta, "Comunicación", "Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles" y "Transporte" pesan mucho más, llegando a niveles de ponderación mayores, que giran en torno al 85%, 38% y 24%, respectivamente, respecto de la canasta vigente.

De acuerdo con el tipo de variación de precios que se presenta de un mes a otro, cada canasta capta de manera diferente el fenómeno inflacionario. La nueva tiende a mostrar una inflación ligeramente menor en meses de aumento de precios en alimentos, pero sería más sensible para expresar los aumentos en servicios, alquileres, comunicación y transporte.

Si bien ambas canastas reflejan un proceso inflacionario ininterrumpido en los últimos ocho años, la trayectoria inflacionaria muestra dos escenarios diversos según cuál de ellas se considere.

Mientras la actual canasta arroja una inflación acumulada de 7.348% en los últimos ocho años, para la nueva canasta es de 8.120%. La diferencia de 772 puntos porcentuales se explica principalmente por la importante suba de precios en servicios, transporte y comunicación que tuvo lugar desde diciembre de 2023.

IPC según canasta 2004-2005 versus 2017-2018, desde 2018

El periodo que va desde 2018 muestra un fenómeno inflacionario excepcional que se intensificó notablemente a partir de 2023. La diferencia entre los dos tipos de cálculo inflacionario en los últimos ocho años se comprueba en los 25 puntos porcentuales que el IPC vigente no refleja y el otro sí. Sin embargo, ambas canastas confirman un ritmo de aceleración de la inflación que pocas variables de la economía pueden seguir.

Entre noviembre de 2017 y septiembre de 2025, el indicador de Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE), que ofrece una aproximación al salario promedio de las personas en relación de dependencia, creció 6.959%, muy por debajo de cualquiera de las dos canastas. Comparado con la inflación de la canasta nueva para el mismo período, el RIPTE de septiembre de 2025 quedó 14% por debajo de los valores de 2017.

La situación de deterioro en el ingreso laboral queda más expuesta en los valores del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM), que desde 2018 a 2025 aumentó 3.637%, un 50% menos que el ritmo inflacionario registrado en los últimos ocho años. Esto significa que, actualmente, el SMVM tiene un poder de compra de apenas la mitad que en 2017.

La elección de una metodología u otra para el cálculo del IPC no es una decisión neutral. Puede, según el contexto, atenuar o acentuar el impacto real de las variaciones de precios en la economía. Sin embargo, ambas composiciones de canasta reflejan una importante reducción del poder real de los ingresos laborales en los últimos ocho años.

Los patrones de consumo que actualmente sirven para el cálculo de la canasta de bienes y servicios tienen más de 20 años, lo que genera un sesgo en momentos específicos de espiralización inflacionaria impulsada por los aumentos en servicios esenciales como comunicaciones, vivienda, alquileres, transporte, energía, gas y agua.

La falta de información estadística actualizada según las nuevas composiciones de gastos de consumo distorsiona la mirada sobre la cuestión social de la pobreza, la marginalidad y el nivel de vida real que lleva la mayor parte de la población. Y, si bien ninguna de las dos canastas capta fielmente la totalidad de los patrones de consumo, la vigencia de la construida entre 2004 y 2005 evidencia una realidad que impide el debate sobre la calidad de vida de la ciudadanía en función de sus ingresos y de sus gastos de consumo.

Para conocer más sobre el tema, se pueden consultar los informes técnicos y ciudadanos realizados por Fundación Éforo, disponibles en su sitio web.

La columna fue publicada originalmente en El Auditor.

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