El futuro del plan económico: ¿qué tener en la mira?

El nuevo esquema cambiario y monetario del Gobierno muestra señales de éxito inicial: dólar a la baja, control fiscal y capitalización récord del BCRA. Sin embargo, la perdurabilidad del éxito inicial del plan quedará sujeto a diferentes variables que habrá que seguir de cerca.
El mes pasado, el gobierno anunció la Fase 3 de su programa económico, que se caracteriza por: la flotación del tipo de cambio entre bandas móviles que se amplían 1% mensual partiendo de $1.000 y $1.400, la eliminación del dólar blend para exportadores, la quita de restricciones cambiarias para personas humanas, la autorización para distribuir utilidades a accionistas del exterior a partir de los ejercicios financieros que comienzan en 2025 y la flexibilización de plazos para operaciones de comercio exterior.
Los primeros resultados sugieren que los anuncios fueron sumamente exitosos con un tipo de cambio tendiendo hacia el extremo inferior de su banda de flotación. Este es el resultado de una sólida política monetaria que consistió en 1) una fuerte capitalización del BCRA, la cual ascendería este año a USD23.100 millones incluyendo fondos provenientes del FMI, de organismos multilaterales y de REPO de bancos internacionales y 2) un control férreo de la oferta monetaria basado fundamentalmente en la licuación de los pasivos remunerados posteriormente convertidos a LeFI, absorción de pesos mediante BOPREAL y superávit fiscal.
Sin embargo, la perdurabilidad del éxito inicial del plan quedará sujeto a diferentes variables que habrá que seguir de cerca:
Dinámica fiscal: aunque el Gobierno anunció un aumento en su objetivo de superávit primario del 1,3% al 1,6% del PBI para este año, los primeros datos de 2025 indican un debilitamiento de los resultados positivos. Dicha situación está basada, fundamentalmente, en un creciente gasto público vinculado a erogaciones de seguridad social (más difíciles de licuar que el año pasado) y a una recaudación más estancada los últimos meses.
El superávit fiscal es el corazón del programa económico y el Gobierno difícilmente lo resigne, sin embargo, mientras más ajustados sean los resultados, menos margen para bajar impuestos habrá ante la necesidad imperiosa de avanzar con una reducción de la carga tributaria.
Es importante seguir la actividad económica, si bien se espera un crecimiento del PIB del 5% este año, no se puede ignorar que ese número es relativamente fácil de alcanzar mediante efecto de arrastre estadístico. Sería una gran noticia para el Gobierno que la dinámica del PIB en 2025 muestre un incremento mayor a dicho porcentaje.
La acumulación de Reservas: a pesar de la declaración del Gobierno de no pretender intervenir comprando dólares dentro de la banda, la acumulación de reservas parece cada vez más necesaria. La acumulación de Reservas está vinculada estrechamente al Riesgo País y a la posibilidad de que Argentina pueda volver al mercado internacional de deuda a una tasa razonable. Si el BCRA no acumula Reservas, la vuelta a los mercados se vuelve un deseo más lejano en el corto plazo.
Además, el escenario de balanza de pagos luce desafiante para este año. Es que los servicios de deuda en moneda extranjera que el Gobierno enfrentará entre abril y diciembre superarán los USD10.100 millones, cifra casi equivalente al superávit comercial que esperan las consultoras para este año, el cual de acuerdo con el último REM se ubicaría en torno a los USD9.800 millones. Pero no es sólo eso, sino que para diciembre del 2025 el FMI le exige al BCRA aumentar sus Reservas netas en más de USD9.000 millones.
En lo que va del año vemos una balanza comercial cuyos superávits son cada vez más estrechos. Mientras que durante el primer trimestre del 2024 se alcanzó un superávit acumulado de USD 4.400 millones, en el mismo periodo de este año llegó a los USD 760 millones, es decir que el superávit del 2025 muestra una caída del 83% respecto al del año anterior. Por otro lado, el balance cambiario del BCRA muestra una tendencia preocupante: en marzo 2025, tanto la cuenta corriente como la capital mostraron salida de divisas.
Es cierto que lo descripto en el último párrafo no es una completa sorpresa, en parte tuvo que ver con las expectativas de inminente abandono del esquema cambiario de crawling peg vigente hasta el mes pasado para dar espacio a una corrección cambiaria más abrupta. Esto generó, por un lado, reticencia de los exportadores a liquidar y, por el otro, incentivo de los importadores a demandar. Esa tendencia a partir del mes pasado debería estar cambiando.
Los resultados electorales de octubre: el 26 de octubre se llevarán adelante las elecciones de diputados y senadores nacionales. Es crucial que el oficialismo tenga un buen desempeño en las elecciones, ya que el mercado está observando atentamente la convalidación social del rumbo económico actual. La expectativa de un gobierno de 8 años bajará el Riesgo País e incentivará la materialización de inversiones extranjeras que hoy aguardan que la política económica tenga un carácter más permanente que transitorio.
Espacio para reformas estructurales: aunque es difícil en un año electoral, las reformas estructurales - incluyendo la previsional, la tributaria y la laboral - son más críticas que nunca.
Para que la apreciación del peso argentino que vivimos los últimos meses sea sostenible en el tiempo se requiere un aumento de productividad y eficiencia del sector privado que al momento no se ha visto (a pesar de la continua eliminación de regulaciones que el Gobierno impulsa a diario). El afán de estabilizar la macro no se puede llevar puesta a la microeconomía y sin reformas nos dirigimos directamente al estancamiento económico en mediano plazo. El tipo de cambio real debe subir, pero no por variación nominal como estábamos acostumbrados en el pasado, sino por una reducción de los precios domésticos. Para esto se requiere previsibilidad y reformas.
El plan económico del Gobierno ha sido, sin duda, exitoso hasta ahora. Sin embargo, a pesar de haber desactivado las crisis más inmediatas, el país debe navegar un camino desafiante, plagado de obstáculos sembrados por décadas de populismo macroeconómico. Los resultados de las primeras elecciones celebradas este año con el kirchnerismo perdiendo son buenas señales que ratifican el rumbo. A la espera de anuncios respecto a la posibilidad de usar los "dólares del colchón", de un nuevo REPO y de la emisión de un bono peso-linked, las próximas semanas conoceremos que estrategias utilizará el Gobierno para cumplir con sus metas y alinear las expectativas de los agentes económicos.

