El Gobierno de Lula desequilibró las finanzas tras la eliminación del techo para el gasto público. El déficit primario financiero del Gobierno federal llegó al 5,6% del PBI en agosto, y sumando el resultado del Banco Central se alcanzó el récord más drástico desde la pandemia.

La supuesta “moderación” que trató de mostrar Lula da Silva de cara a la campaña electoral del año pasado resultó ser un engaño. Antes de asumir la presidencia en enero, el Presidente impulsó un proyecto para levantar el techo legal establecido sobre el gasto público, permitiendo al Poder Ejecutivo actuar con un margen adicional de hasta 125.000 millones de reales (28.000 millones de dólares).

De hecho, el proyecto original del socialismo establecía un aumento discrecional de hasta 198.000 millones, pero finalmente el Parlamento terminó moderando el esquema. Aún así, las finanzas públicas sufrieron un proceso de deterioro notable en muy poco tiempo.

Brasil perdió todo el superávit primario que había dejado la gestión de Jair Bolsonaro, y registró un rojo equivalente al 0,66% del PBI al cierre de agosto. Ya acumula tres meses consecutivos con déficit, habiendo llegado a un pico de casi 1 punto del PBI en julio.

Estos desequilibrios son los más drásticos desde octubre de 2021, cuando el país todavía se encontraba sufriendo los efectos fiscales del shock provocado por la pandemia. El socialismo brasileño volvió a incurrir en políticas fiscales extremadamente irresponsables, del mismo modo en lo que había hecho durante la crisis del año 2015.

Las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) sugieren que Brasil sólo podrá recuperar el superávit de Bolsonaro para el año 2026, pero no existe ninguna garantía.

Contabilizando la carga de intereses por la deuda pública, el Gobierno federal totalizó un déficit del 5,6% del PBI en el acumulado de 12 meses para agosto de 2023, cuando al inicio del Gobierno de Lula da Silva este umbral no superaba el 4,35% del producto respectivamente.

Por otra parte, contabilizando el resultado del Gobierno federal y el Banco Central en conjunto, las estadísticas oficiales señalan que el déficit habría superado el 6,3% del PBI y es el más extremo desde la salida de la pandemia entre 2020 y 2021.

La regla fiscal propuesta por el presidente Lula apunta a corregir el déficit pero solo a costa de una fuerte suba de los impuestos. Por otra parte, esta reforma catalogada como “calabozo fiscal” tendrá vigencia a partir del año fiscal 2024.

Se trata de una nueva regla que, en lugar de limitar directamente los gastos como lo hacía la anterior, impone un límite de crecimiento para las erogaciones sujeto a la recaudación fiscal, y esta última no se encuentra atada a ninguna restricción. Mientras el Gobierno establezca impuestos a diestra y siniestra para financiar sus políticas, el gasto público tendrá rienda libre.