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Entre el Opus Dei y el PRO: las fichas que mueve Bullrich dentro del Gobierno

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Sus críticos en el Gobierno le achacan que haya acercado a Francisco Sánchez, exdiputado halcón del PRO, que asegura contar con su aval para ocupar la Secretaría de Culto. El duelo cada vez más evidente con Macri

Patricia Bullrich supo desde el inicio que no le sería sencillo incorporarse al gobierno de La Libertad Avanza, un partido nuevo liderado por Javier Milei, un economista con el que tenía excelente relación antes de lanzarse con furia la campaña presidencial. Ella misma lo reconoció: \'Representó mejor que yo el cambio que la gente demandaba\'.

Es verdad que su vínculo con Karina Milei, la poderosa secretaria general de la Presidencia, siempre fue igual de bueno. Pero fuera de los hermanos, son todos enemigos o -por lo menos- no amigos. En un gobierno en construcción, la lucha por los espacios de poder está expuesta y a la orden del día, a pesar de que el vocero Manuel Adorni las niega: \'No hay internas en el Gobierno\'.

A esas internas que \'no existen\' atribuyen cerca de Bullrich que la quieran hacer responsable de la designación del exdiputado nacional del PRO por Neuquén, Francisco Sánchez, al frente de la Secretaría de Culto del Ministerio de Relaciones Exteriores. Su titular, Diana Mondino, se trasladó por estos días a Davos, acompañando al Presidente.

Sánchez, un verdadero halcón del PRO, se transformó aún antes de asumir el cargo -Cancillería confirmó que su designación es oficial- en algo así como una mancha venenosa. Además de sus posiciones ideológicas cercanas a los sectores más fundamentalistas de LLA, se conocieron declaraciones antisemitas y un proyecto de ley a favor de la pena de muerte por delitos de corrupción que elaboró pensando en Cristina Fernández de Kirchner.

A pesar de lo excéntrico del personaje, en la Iglesia no están en contra de su designación y esperan poder \'contenerlo\' sin problemas, según una fuente cercana a la política de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA). Más les preocupaba que el cargo estuviera ocupado por Jorge O\'Reilly Lanusse, supernumerario del Opus Dei, un grupo conservador enfrentado con los jesuitas en general y con el Papa Francisco en particular.

\'Sánchez vino al Ministerio a pedir el respaldo de Patricia y lo obtuvo. ¿Qué le iba a decir?\', fue la explicación en la cartera de Seguridad. Sánchez, por su lado, dijo a El Cronista que \'soy afiliado del PRO, tengo excelente relación con Patricia Bullrich, como así también con la canciller Mondino, la Vicepresidente Victoria Villarruel y el presidente Milei\'. 

En efecto, Milei, Villarruel y Sánchez se conocen de la Cámara de Diputados, y aunque no se considera amigo, sí mantuvo varias conversaciones en las que encontró coincidencias ideológicas y empatía personal. 

Como sea, Bullrich tampoco es ajena a los problemas internos de la Iglesia. Su jefe de Gabinete, el escritor Carlos Manfroni, es supernumerario del Opus Dei también. Pero frente a las sospechas de que otra vez la ministra de Seguridad está llenando casilleros del Gobierno con gente propia, hay que analizar hasta dónde se verifica.

Hay quienes aseguran que el ministro de Defensa, Luis Petri, \'es de Bullrich\'. Tener dos ministerios de nueve es un porcentaje alto y denota una gran influencia en la gestión. Pero en Defensa aseguran que \'Petri es la cuota radical no reconocida del Gobierno, tanto que Patricia no influyó en ninguno de los nuevos nombramientos de las Fuerzas Armadas\'. 

\'Tiene más influencia el brigadier (R) Jorge Antelo, hombre de estrecha confianza de (Nicolás) Posse que nosotros\', explican.

Apenas tiene unos pocos funcionarios en esa cartera, dicen: el jefe de la unidad de gabinete de asesores de Petri, (tte. cnel. R) Carlos Becker Fioretti; el subsecretario de Gestión Administrativa, el contador Pablo Martín Costa y (cnel. R) Marcelo Rozas Garay, el nuevo subsecretario de Planeamiento y Coordinación Ejecutiva de Emergencias del Ministerio de Defensa. 

Bullrich intentó que Javier Iguacel fuera secretario de Energía, pero rápidamente tuvo que desistir, al ver que las decisiones de Milei en esa materia iban por otro lado, y con un técnico -Eduardo Rodríguez Chirillo- muy valorado por la industria. En otros lugares intentó acercar funcionarios, pero -aseguran- no han tenido éxito hasta ahora. 

De todos modos, el vínculo entre Bullrich y el Presidente es cada vez más fuerte. La capacidad de la todavía presidenta del PRO en producir operativos que generan respaldo automático del amplio electorado de LLA es notable. Milei suele dar RT a las informaciones que postea la ministra, que siempre se cuida en señalar que actuó \'por indicación del Presidente\'.

Mauricio Macri disfruta esa relación al mismo tiempo que Bullrich detesta que el expresidente pretenda atribuírsela. En efecto, fue ella la que produjo el encuentro donde se conocieron y, después de la primera vuelta, la que dio el primer paso para respaldar a Milei en la segunda vuelta, tal como se escribió en este diario en su momento. 

En ese momento, ella todavía entendía que la política le atribuyera la jugada a Macri. \'Es un expresidente, siempre su voz será más preponderante\', explicaba. Hoy ya no tiene esa tolerancia.

El problema que se asoma es la conducción del PRO. Macri quiere presidirlo y liderar un proceso que lleve al partido que fundó hace 20 años a unas primarias con LLA, aún no sabe con qué candidato. Es una estrategia que todavía conocen muy pocos pero que ya está pergeñando.

Bullrich ya anticipó su negativa a \'entregarle\' el PRO a Macri. \'Si es así, yo lo peleo en una interna\', hizo trascender. ¿Es posible que Bullrich se atreva? quiso saber este diario. \'¿Por qué no? Se animó a cosas más difíciles\', dicen cerca de la ministra.

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