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El Super Agente 86, topos de distinto pelaje y la venganza del Congreso

El Super Agente 86, topos de distinto pelaje y la venganza del Congreso
opinion

¿Quién le dará al Gobierno el input de Inteligencia? Dicen que Stiuso, el archienemigo de Cristina, volcaría su amplísimo conocimiento del espionaje en la administración libertaria.Francos intenta sacar al Gobierno del pantano de gestión en que continúa metiéndose.El Presidente quiere ignorar al Congreso, pero no puede. Ni podrá

AI
  • 👉 Nicolás Posse, ex jefe de gabinete, fue echado por el presidente por querer controlar todo y paralizar la gestión.
  • 👉 Es acusado de espiar a opositores, ministros y Karina Milei, causando conflictos internos en el gobierno.
  • 👉 Guillermo Francos asume como nuevo jefe de gabinete con la intención de mejorar la gestión del gobierno.
  • 👉 Sergio Darío Neiffert reemplaza a Posse como "Señor 5" con posible influencia de Antonio Stiuso en la AFI.
  • 👉 José Luis Vila retorna al poder como secretario de Asuntos Estratégicos en un intento por mejorar la inteligencia del gobierno.
  • 👉 La crisis en Capital Humano y el escándalo de contratos son señales de errores de gestión en el gobierno.
  • 👉 Milei y el Congreso enfrentan conflictos por la posible suba de jubilaciones y el objetivo de déficit cero.
  • 👉 La popularidad de Milei desafía las leyes tradicionales de la política, generando divisiones en el gobierno.

En varias de sus visitas a Washington, y que no fueron pocas para su corta jefatura de gabinete, Nicolás Posse se reunió con el jefe de la CIA, William Burns. Recordemos que el poderoso jefe de la inteligencia norteamericana le retribuyó aquellas charlas visitándolo en la Casa Rosada. Esa habitualidad no es frecuente, menos para un ex ejecutivo de peso mediano de una corporación devenido, de pronto, en prominente funcionario de un gobierno que se improvisó sobre la marcha, circunstancia que Javier Milei describió con toda sinceridad precisamente en Estados Unidos: “Fue una carambola”.

Ahora, ese jefe de gabinete que miraba el lánguido devenir del río Potomac mientras charlaba con Burns, acaba de ser echado por el presidente, en una especie de decapitación política. Posse quería controlarlo todo y conseguía paralizarlo todo, en una administración que brilla por su ausencia de gestión. En ese control, según fuentes muy calificadas, incluyó el espionaje a opositores y, sobre todo, a los ministros que teóricamente encabezaba. También se habría atrevido a escrudiñar a la poderosa Karina Milei. Esa “supervisión” era muy particular: no solo espiaba, sino que Posse se habría pavoneado ante los espiados de que los controlaba, algo digno del chambón Super Agente 86, una popular serie televisiva de la era predigital. Esa casi certeza de que eran espiados por su propio jefe provocó una acción en sentido contrario: habrían contraatacado a Posse de una manera muy ostensible, y no se sabe si para que se enterase él también de este juego infantil o simplemente por torpeza. Lo cierto es que Santiago Caputo fue con el cuento a Milei y Posse pasó a ser historia, como dijo el presidente.

Esta descripción solo es un recorte del clima interno que se vive en una administración en la que hay más sospechas de conspiraciones internas que gestión de gobierno, a excepción del área económica, que pareciera ser la preocupación presidencial excluyente, por no decir casi única. La llegada de Guillermo Francos a la jefatura de Gabinete pareció ser un gesto que se interpretó como de razonabilidad: un dialoguista, conocedor de la política y sus códigos por su largo paso por diferentes partidos y administraciones de distinto signo. Transmite optimismo y moderación, pero esto no significa que lo que se acuerde con él finalmente se concrete. Lo que sí está bien claro es que Francos intenta sacar al Gobierno del pantano de gestión en que continúa metiéndose.

A la eyección de Posse siguió la llegada de un novato, Sergio Darío Neiffert, cuyo mejor antecedente para ser el Señor 5 es su vínculo de confianza con Santiago Caputo. ¿Quién le dará a Neiffert, y por lo tanto al Gobierno, el input de Inteligencia? Algunos dicen que Antonio Stiuso, el archienemigo de Cristina Kirchner, volcaría su amplísimo conocimiento del espionaje y sus variantes en la administración libertaria. Así como se habla de Stiuso, también se volvió a hablar de Pocino, un espía que trabaja para el kirchnerismo, y que todavía manejaría, según sus detractores, hipotéticas operaciones internas en el actual gobierno para hacerlo descarrilar.

Para completar el cuadro, o esta ensalada, acaba de retornar al poder José Luis Vila, que estuvo muy vinculado a Enrique “el Coti” Nosiglia cuando ocupaba el ministerio del Interior de Alfonsín, y luego trabajó en el gobierno de Macri. Vila forma parte del mundo de la inteligencia y ocupará el cargo de secretario de Asuntos Estratégicos, despacho donde supieron estar Fulvio Pompeo y Gustavo Beliz, antiguo jefe de Francos.

No se conoce si hay fluidez entre el nuevo jefe de la AFI y el nuevo funcionario ni tampoco si Mondino, la canciller que volvió a pasar un sofocón el viernes por la negativa de Milei a ir a la Mezquita, está al tanto de los asuntos que manejará Vila.

Milei se definió como un topo infiltrado en el Estado para destruirlo. Una definición insólita pero en sintonía con su marketing anarco-capitalista. Pareciera que, también, hay otros topos que trabajan para frustrar su gestión.

A veces y a veces demasiadas veces los funcionarios no necesitan que los impulsen a equivocarse. Se equivocan solos: la crisis en Capital Humano, un monstruo burocrático a cargo de Sandra Pettovello, es una radiografía de un error de concepción inicial que está más allá de la habilidad y sapiencia de quien lo dirija. Pettovello ya se quiso ir varias veces y todas las atajó Milei, quien no ahorró gestos para demostrar la importancia que tiene para él que la ministra permanezca en su lugar y a su lado. El escándalo de los contratos tendrá otros episodios: es un mecanismo que no solo se ha utilizado en la secretaría de la Niñez, sino que es un procedimiento mucho más extendido y que fue avalado por el responsable legal del propio ministerio, que depende de Pettovello. Tampoco es un mecanismo nuevo, viene de mucho antes.

La política no es simple cuestión de voluntad o de capricho. Veamos lo que ocurre en el Congreso donde puede producirse una situación inédita. La primera ley que puede salir durante la era Milei no sería una enviada por el Poder Ejecutivo sino originada por los legisladores. Esto ocurrirá si el jueves el Senado trata la media sanción de la suba de jubilaciones que en Diputados se votó con los dos tercios de los presentes. Milei ya anticipó que vetará cualquier iniciativa que afecte su objetivo de déficit cero. Pero el Congreso, si se consigue el número reglamentario, puede rechazar esa drástica decisión de Milei. Pero… ¿quién está auscultando lo que piensa realmente la calle? ¿Son suficiente -confiable dato- las encuestas que muestran un Milei casi incombustible?

El Presidente quiere ignorar al Congreso, pero no puede. Ni podrá. Debe culpar por eso al Pacto de Olivos y a la reforma constitucional que establece cuándo comienzan las sesiones ordinarias del Congreso. Desde entonces, el presidente perdió la potestad de convocarlo o no, atributo que utilizó Hipólito Yrigoyen, como recordaba el viernes a la tarde un memorioso en un café histórico cercano a Plaza de Mayo.

Milei le atribuye a los legisladores, es decir a la casta, las turbulencias en el mercado, pero no es la causa principal. Mostrará una inflación baja en mayo, lo que es una buena noticia en este contexto, pero las penurias siguen: para varios analistas económicos, la ventaja competitiva de la devaluación inicial está terminada.

La pregunta es: ¿habrá reseteo en el Gobierno? Las respuestas están divididas porque la heterodoxia de Milei desafía las leyes tradicionales de la política. Disfruta mucho con la popularidad que ha conseguido, aquí y en el exterior. Sufre, en cambio, con el trasiego diario de la gestión. Ya lo dijo Francos para justificar su empinamiento: “Milei no entiende la política”. Después se arrepintió, pero era tarde.

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