La purga de Milei en Cancillería divide aguas con Macri
La difícil tarea del rediseño de la Cancillería que emprenderá Gerardo Werthein, que deberá hacer frente a numerosos escollos para cumplir con las tareas que le solicitó Javier Milei.
Salvo Javier Milei, parecen poquísimos en el mundo diplomático quienes alcanzan a comprender la dimensión de la crisis en el gobierno libertario que desató el voto de la Argentina en la ONU de condena a Estados Unidos por el bloqueo a Cuba. Un asunto que no está privilegiado en la agenda de ninguna de las naciones que la semana pasada repitieron su postura: 187 votos contra aquella medida económica; 1 abstención (Moldavia) y dos votos a favor, Estados Unidos e Israel.
Puede comprenderse el despido de la ex canciller Diana Mondino, desentendida o engañada, al parecer, sobre la posición irreductible de Milei. Es mucho menos entendible la purga con que amenaza el mandatario libertario contra aquellos diplomáticos que no comulgan con su ideario. Por otro andarivel deberían correr las renuncias pedidas en los niveles más altos por el ministro recién asumido, Gerardo Werthein. Debe armar su equipo de confianza. Nadie sabe qué papel jugarán, en adelante, Nahuel Sotelo, el Secretario de Culto, y Ursula Basset, consejera especial. Ambos encaramados por decisión de Karina Milei, la Secretaria General. Viejos gendarmes de la cesanteada Mondino.
El interrogante en muchas sedes diplomáticas occidentales es si aquella posición sin matices de Milei podría repetirse en otros temas de la agenda internacional. Vale reparar en una anécdota que sirve como contraste. El diputado libertario Bertie Benegas Lynch, opinó que la Marcha del Orgullo LGBIQT+, realizada el fin de semana pasado, genera repudio cuando esos movimientos “hacen lobby para obtener privilegios”. Sostuvo que “el orgullo” sería el mismo que “sienten por su auto los del Club Fans del Torino”. No fue la peor de las opiniones escuchada en el mundo libertario.
Casi en simultáneo, el embajador de Estados Unidos (uno de los dos principales y férreos aliados de Milei), Marc Stanley, realizó una reunión de tono amistoso en la sede diplomática en Buenos Aires con representantes de organizaciones de LGBIQT+. La comparación marca la diferencia de percepción sobre minorías y políticas inclusivas que el gobierno argentino podría tener con la mayoría de los aliados en los foros internacionales, donde esas cuestiones se ventilan. Otro tópico sería el rechazo a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la que el cambio climático ocupa un lugar central. El mundo está observando estos días la tragedia en Valencia originada en un fenómeno natural de magnitud desconocida. Replicado con menor virulencia en otros rincones de España.
La crisis en la Cancillería no abrió dilemas únicamente en el frente externo. Sirvió además para que Mauricio Macri, soporte de la administración libertaria, planteara diferencias. No por el voto en la ONU. En todo caso por valorar al servicio exterior como un presunto reducto de conspiradores. El ingeniero revalidó el papel de los diplomáticos porque hay cuestiones que requieren un estudio permanente y exceden la vida de un gobierno.
De ninguna manera colocó en duda el derecho y la legitimidad de Milei para trazar los objetivos de la política exterior. Al contar su experiencia en el poder sembró dudas sobre el sistema de toma de decisiones de la administración libertaria. “Hay todo un procedimiento de estudio en la Cancillería. En mi caso, venía el canciller Jorge Faurie y terminábamos de definir las cosas. A veces como él proponía; otras veces no”. El mecanismo que reveló en el programa “Desde el llano”, en la señal TN, fue precisamente el que está en la mira en el gobierno de Milei después del episodio en la ONU con EE.UU. y Cuba. El Presidente no habló con Mondino antes de la acción diplomática argentina en aquel foro que ejecutó el también despedido embajador, Ricardo Lagorio. La ex canciller se guió por la información que le brindaron intermediarios de La Libertad Avanza.
Alguna herida quedó abierta por el desencuentro. Milei dijo en televisión que el voto contra Washington había resultado “imperdonable”. Que muchos de los intervinientes debían ser considerados “traidores a la patria”. Mondino fue de las primeras personas que estuvo en la aventura libertaria. Por esa razón, ni bien detonó la crisis, desde Casa Rosada se afirmó que tendría algún sitio bajo la sombra del poder. La ex canciller difundió ayer una foto anunciando su retorno a la cátedra de la UCEMA. La Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de la Argentina. Usina del pensamiento liberal donde, entre varios, figura Carlos Rodríguez. Un economista que, con el paso del tiempo, se transformó en un crítico tenaz de Milei.
Aquella mirada de Macri sobre la actividad diplomática es la que tornaría compleja la promesa de Werthein de una reorganización rápida y profunda. Está, entre tantos, el caso del Secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Héctor Cima. Es quien viene manejando hace años las relaciones comerciales y bilaterales en el MERCOSUR. De allí la extensión con la Unión Europea para formalizar un intercambio entre bloques, frenado hace tiempo, con el cual el Presidente comulga. Otro ejemplo podría ser el del Secretario de Coordinación y Cooperación Internacional, Ernesto Gáspari. Este funcionario, licenciado en Administración, contaría con un adicional político. Llegó al cargo actual de la mano de Susana Malcorra, la primera canciller de la época macrista.
Werthein deberá hacer frente a numerosos escollos para cumplir con el rearmado de la Cancillería que le solicitó Milei. Primera cuestión: la burocracia abundante no tiene tanto que ver con el personal diplomático. Se vincula con los empleados administrativos que el kirchnerismo casi triplicó en sus mandatos. La aspiración de cerrar embajadas chocaría con un objetivo que planteó Milei y que Mondino no pudo desarrollar. Convertir a la política exterior en una oportunidad de negocios para la Argentina. Se requeriría entonces mayor presencia, no menor.
Tal vez el Presidente deba recordar un pedido vano que el ex embajador en Beiginj, Sabino Vaca Narvaja, le reiteró a Alberto Fernández. Para expandir los negocios con China, según su visión, resultaba perentorio abrir nuevos consulados en ese gigantesco territorio. Aun cuando dice estar librando una batalla final contra “el comunismo”, el Presidente sigue viendo a la nación asiática como una meca para el comercio. Su viaje continúa en preparación.
Otra batalla ardua para Werthein tiene que ver con los bolsillos diplomáticos. El Gobierno, con Luis Caputo y Federico Sturzenegger de fogoneros, pretenden que los funcionarios de la Cancillería paguen impuesto a las ganancias. Por ahora lograron el amparo del Juzgado Contencioso Administrativo Federal II que los viene eximiendo de tal obligación. Falta que se dicte la sentencia definitiva. Hasta que no suceda –y según sea su destino -la bronca continuará rondando la Cancillería.