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Las Malvinas, tan cerca pero cada vez más lejos; Trump, Milei, Tapia y los espejismos

Las Malvinas, tan cerca pero cada vez más lejos; Trump, Milei, Tapia y los espejismos
opinion

La posición oficial ante el tema Malvinas

AI
  • 🏛️ Milei quiere ser el primer presidente no peronista en visitar Londres desde la Guerra de Malvinas, buscando reunirse con el líder laborista.
  • 🌍 Malvinas es central: la guerra, la base militar, la pesca y sobre todo la explotación petrolera; estas cuestiones tensan la idea de un alineamiento automático del gobierno libertario.
  • 🤝 En Londres hay un lobby activo de los isleños, liderado por Richard Hyslop; el nuevo embajador británico, David Cairns, se reunió con él antes de asumir.
  • 🗣️ El Presidente dijo que podría visitar al líder laborista el año próximo para reclamar el levantamiento del embargo a la compra de armas con componentes británicos, aunque no hay garantías de que ocurra.
  • ✈️ Como ejemplo, los F-16 argentinos comprados a Dinamarca no tienen componentes británicos (o fueron reemplazados) para sortear objeciones; una hora de vuelo cuesta unos 10.000 dólares.
  • 💼 Milei quiere que Malvinas no bloquee negocios con Gran Bretaña, siguiendo la idea de la “sombrilla de soberanía” acordada en Madrid en 1989 para avanzar en temas sin resolver la soberanía.
  • 🛢️ El proyecto Sea Lion (Navitas Petroleum 65% y Rockhopper 35%) plantea cómo armonizar una explotación petrolera fuera de Malvinas con la alianza de Argentina con Israel.
  • 🌐 La Cancillería defendió el patrimonio nacional y subrayó que el gobierno cambia de posiciones; se menciona a la canciller Diana Mondino por su voto contra el embargo de EE. UU. a Cuba.
  • 🔒 Dos empresas sancionadas por operaciones ilegales en Malvinas deben estar fuera de Argentina por 20 años, pero operan en Malvinas bajo poder británico; la población votó en 2013 por autodeterminación.
  • 🇺🇸 Milei afirma que Argentina es un “satélite” de Estados Unidos y que, para defender sus fronteras, debe rearmarse; buscaría recuperar Malvinas por vías diplomáticas y pacíficas.
  • 🌍 En Gran Bretaña, laboristas y conservadores mantienen una postura coordinada sobre Malvinas y respaldan la autodeterminación de la isla.
  • 🧭 Recordatorio histórico: en 1982, la creencia de que la relación con Washington garantizaría el desembarco llevó a un grave error; los “espejismos” pueden costar caro.
  • ⚠️ En resumen, el texto advierte sobre los riesgos de alineamientos automáticos y la necesidad de un desarrollo interno para darle mayor credibilidad a la política exterior.

Milei quiere ser el primer presidente no peronista que visite Londres desde de la guerra de Malvinas. Porque peronistas, desde Menem en 1998 que fue recibido hasta por Isabel II, fueron todos: Néstor Kirchner apenas asumido en 2003; su esposa Cristina, seis años después y Alberto Fernández en el 2021. En cambio, Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, no viajaron a Gran Bretaña.

Malvinas, la guerra perdida, la base militar que está instalada en el archipiélago, la explotación pesquera y, sobre todo, la petrolera, son cuestiones encadenadas que ponen en tensión el concepto de alineamiento automático del gobierno libertario.

El Presidente acaba de decir que posiblemente visite al líder laborista el año próximo para reclamarle el levantamiento del embargo a la compra de armas que tuvieran algún componente británico. No hay indicios de que esto vaya a ocurrir: el lobby de los isleños en Londres es muy activo y está a cargo de Richard Hyslop, con quien se reunió el nuevo embajador británico en Buenos Aires, David Cairns, antes de llegar a cumplir su misión aquí.

Hay un ejemplo muy cercano: los aviones F-16 que Argentina compró a Dinamarca no tienen componentes británicos, o si los tenían fueron reemplazados, aseguran fuentes que participaron de la negociación. Y esto fue así por la impugnación británica. Como dato de color en medio del ajuste, una hora de vuelo de los F-16 cuesta 10 mil dólares.

Milei aspira, como aspiró Menem, a que las Malvinas no se interpongan en cualquier emprendimiento comercial con los británicos. Aquella “sombrilla de soberanía” que se pactó en 1989 en Madrid, cuando Argentina restableció relaciones diplomáticas con Gran Bretaña, significa que hay cuestiones sobre las que se puede avanzar sin que la discusión sobre la soberanía de las islas las frustren.

Pero ¿cómo se armoniza la alianza irrestricta con Israel con que una empresa de esa nación anuncie un ambicioso programa de explotación petrolera fuera de las costas de Malvinas? Navitas Petroleum, con el 65%, es la operadora del proyecto Sea Lion junto a la Rockhopper Explotación, que tiene el 35% del proyecto.

La Cancillería ha reaccionado en los términos más clásicos de la política exterior argentina. La sorpresa, entonces, no es lo que se dijo enérgicamente en defensa del patrimonio nacional sino que lo haya hecho un gobierno que ha cambiado de raíz las posiciones tradicionales del país en una cuestión en la que está involucrada una empresa de un país con el que está aliado estrechamente. Hasta ahora, el contenido de esa declaración no ha provocado ninguna objeción en el círculo más cercano al Presidente. Una canciller, Diana Mondino, voló por los aires por haber votado contra el embargo de EE.UU. a Cuba, voto que tenía una larguísima tradición cualquiera sea el partido político que está en el poder.

Ahora Pablo Quirno tiene que avanzar sobre dos empresas que ya han sido sancionadas por el gobierno argentino por operaciones ilegales y clandestinas, según la resolución, en Malvinas. No pueden actuar en la Argentina por 20 años. Pero las empresas operan en Malvinas que está bajo el poder inglés, que sus habitantes han ratificado en un referéndum en 2013 y que quieren autodeterminarse, es decir convertirse en un país autónomo en el que la defensa esté a cargo de Gran Bretaña.

Milei ha dicho que solo el progreso argentino los hará cambiar de opinión, tocando un nervio troncal de la posición negociadora argentina: no hay que tener en cuenta la opinión de los malvinenses.

El Presidente tiene razón en un punto: solo el vigor del desarrollo interno es lo que le dará a la política exterior mucho más credibilidad.

Gran Bretaña envió ahora un embajador que tiene experiencia en los negocios, sobre todo los petroleros. Cairns fue vicepresidente internacional de Equinor, una empresa que obtuvo permisos de explotación off Shore en la Cuenca de Malvinas.

Y hay otro dato que no puede desconocerse: en Gran Bretaña tanto laboristas, hoy en el poder, como conservadores, tienen una política concertada respecto de las Malvinas. Desde que su población es británica -le otorgaron el pasaporte después de la guerra y dejaron de ser una colonia de segunda clase- es reconocida como tal. Por lo tanto, el impulso de autodeterminación no cesará con el respaldo del gobierno inglés.

No hay aprensión diplomática en Londres por el nombramiento de un militar en actividad (aunque en un raro limbo de disponibilidad) como ministro de Defensa. Al teniente general Carlos Presti le adjudican buenos contactos con Estados Unidos, lo que para Londres es una garantía de que nunca sacará los pies del plato.

En su descripción de la división política mundial, Milei ha dicho a la prensa inglesa que la Argentina forma parte, como satélite, del bloque que lidera Estados Unidos y que necesita rearmarse para defender sus fronteras y cumplir su parte en esta alianza hemisférica con Trump, aunque aclaró que solo tratará de recuperar las Malvinas por vías diplomáticas y pacíficas.

Los alineamientos automáticos tienen sus ventajas y Milei la experimentó en persona cuando el apoyo de Estados Unidos detuvo el deterioro acelerado del gobierno libertario en septiembre. Trump se adjudicó la paternidad del triunfo de Milei en octubre, y no le debe haber hecho ninguna gracia que lo dejara plantado en el sorteo del Mundial de fútbol, en el que ocupó el rol principal. Una mirada demasiado doméstica -evitar el “abrazo del oso” con el Chiqui Tapia- les puede haber llevado a cometer un error.

También esos alineamientos hacen perder las proporciones como en 1982 cuando los militares creyeron que por la relación estrecha que tenían con Washington, los norteamericanos no iban a reaccionar con el desembarco argentino en Malvinas. Se equivocaron feo.

Los espejismos conducen a errores que tarde o temprano se pagan.

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