No se puede escapar de la responsabilidad de mañana evadiéndola hoy. Hablamos del elogio “envenenado” que dejó el mensaje de Rodrigo Valdés, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI. Las palabras del economista chileno, que parecieron desvanecerse con el correr de los minutos, a partir de la sombra de la descomposición social hábilmente camuflada en las frases de tecnócrata, irrumpieron temprano esta mañana en el hotel Four Seasons de Buenos Aires, en el marco de su presentación en el encuentro IEFA Latam Forum. Valdés llegó a la Argentina para reunirse con el ministro Luis Caputo, pero no desaprovechó la oportunidad de alzar la voz, micrófono mediante y lanzar la advertencia al auditorio empresario, casi como quien quiere dejar constancia.

El elogio es conocido. El FMI está entusiasmado con el “progreso impresionante” que acuñó el gobierno de Javier Milei en materia financiera y hasta macroeconómica. Las cuentas públicas, las reservas, la supuesta “baja de la inflación”. Pero insistió, una vez más:

“Hay que sostener los esfuerzos para apoyar a los más vulnerables, para que el peso del ajuste no caiga desproporcionadamente sobre las familias trabajadoras”. Al margen, no hubo mención de la inyección de fondos. Casi quedó flotando en el aire un condicional: sigan nuestra receta, y veremos…

Con todo, hubo algo que el Fondo agregó, en esta instancia y que no queda, precisamente, del lado del haber. El organismo sigue de cerca la escena. Sabe que el consumo se desploma y que las ventas minoristas que caían al 3% interanual hasta noviembre, perdieron 13% en diciembre, 28% en enero y 25% en febrero. Que la producción industrial cayó casi 4% en febrero, acumulando más de 7% de pérdida con respecto a un año atrás. Que se desploman casi 22% las ventas en supermercados y autoservicios y que la actividad económica se derrumbó 3% en diciembre, pero que enero y febrero seguirían en niveles sumamente bajos.

El organismo que conduce Georgieva conoce además el impacto en salarios: en diciembre, según el INDEC, el índice de salarios se incrementó en un 8,9%, muy por debajo de la inflación para dicho período (25,5%). Y si bien no hay datos de enero del índice de salarios del Indec (se dará a conocer mañana), se puede tomar el Ripte (Remuneración Imponible de los Trabajadores Estables que publica el Ministerio de Trabajo), que es un promedio salarial entre empleados registrados. Así, los salarios treparon 14,7%, mientras que la inflación del primer mes del año fue 20,6%, lo que arroja una pérdida del poder adquisitivo de prácticamente 5 puntos porcentuales adicionales.

Por eso no extraña el mensaje envenenado de Valdés en referencia a la enorme recesión especialmente diseñada por el Presidente y el ministro e incluso a los ajustes aplicados hasta aquí. El funcionario del Fondo aplaudió al Gobierno el superávit fiscal logrado en enero y febrero, alcanzado “por primera vez en más de una década”, pero acto seguido le advirtió: “El plan requiere implementación política. Es muy importante continuar mejorando la calidad del orden fiscal. Y enfatizó esto: la calidad y no la cantidad”, dijo.

Calidad en las cuentas públicas. Implica, otra vez, hablar de la sustentabilidad de ese superávit. Y de otras cuestiones como el enorme recorte de gasto en la obra pública, las transferencias a las provincias y hasta la licuación de partidas que bajan del Estado, sobre todo las jubilaciones y pensiones.