En memoria de Francisco

El autor escribe sobre su vínculo con el papa Francisco y desmiente los dichos de un periodista.
"La desinformación falsifica e instrumentaliza la verdad” Papa Francisco
No es verdad. Con esa frase se podría resumir mucho de lo que se dice y se escribe en diferentes medios de la Argentina hoy. No es el caso de PERFIL, que como todos sabemos, atraviesa momentos complejos precisamente por defender su derecho a publicar la verdad, en tiempos de un gobierno que practica el oscuro deporte de insultar, perseguir y censurar periodistas con la misma facilidad que compra entrevistas que se graban, se interrumpen y hasta se editan en la Casa Rosada.
Por eso se vuelve tan importante esta aclaración. Franco Linder, periodista de esa empresa, ha faltado a la verdad al decir que “el Papa nunca lo quiso”, refiriéndose a mi persona. Porque, aunque a mí no me guste, cada quién es libre de hacer periodismo patrullero si cree que eso sirve; lo que no se puede es plantar las pruebas.
Linder ignora, que tuve el orgullo de haberme reunido tres veces con Su Santidad. Que no lo cuente es otra cosa. En la primera ocasión, fue un amigo mutuo (muy conocido) quien me insistió que solicitara la entrevista. Recuerdo que Francisco, con el gesto de humildad que siempre lo caracterizó, acomodó la fecha en su agenda. Asistí a la entrevista acompañado de mi mujer. Hermoso encuentro, hablamos cosas personales y del mundo que nos toca vivir. Estuvimos charlando una hora y media. Si tenemos en cuenta que cuando recibió al entonces expresidente Macri, en febrero de 2016, el encuentro duró 22 minutos. Va de suyo que no era de regalar su tiempo a quienes no expresaran su cercanía. Además, es bueno aclarar que, yo estaba fuera de la gestión de gobierno y alejado de cualquier instancia de poder.
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Hubo otros encuentros. Aprovechando mi viaje a Europa, específicamente a Santiago de Compostela para lo que sería la culminación del Estatuto de AMERIPOL, previo a las consultas y gracias a la generosidad de Su Santidad, pude estar 45 minutos nuevamente a solas conversando sobre cosas del mundo y también algunas personales: suyas y mías. Esos gestos de Francisco, fueron multiplicados con más de 170 e-mails en estos años, que conservo como un tesoro incalculable. Siempre con esa manera tan particular que tenía Francisco de escribir la esquela a mano, luego fotografiarla y enviarla como e-mail.
En ninguno de los encuentros busqué una foto para subirla a las redes o distribuirla en los medios. Nunca me permití olvidar su condición de pastor de mil doscientos millones de fieles. El contacto con Francisco era N veces significativo y no una foto. Decía mi querido amigo Omar Moreno Palacios en una conocida cifra: “Otros la hacen comerciable/con un precio incalculable/están con la panza llena/no mercachiflo tus penas/provincia de Buenos Aires”. Nunca se me hubiese ocurrido mercachiflear semejante relación. Una palabra como la de él, que de verdad reconfortaba.
Guardo para mí, esos momentos, las confesiones, los consejos y las anécdotas. También el cariño con el que me trató cada vez que nos vimos. Intimidad y respeto que dudo que Franco Linder haya disfrutado. Porque, de haber tenido la oportunidad, sabría de alguna de esas enseñanzas profundas que Francisco trasmitía en el mano a mano, y no escribiría ese tipo de notas.
Fue, entre otras cosas, el Papa del perdón. Lo difundió y lo ejerció como el mejor. Pero yo no soy el Papa. No tengo su grandeza. Por eso creo que es importante esta aclaración: por Perfil y su búsqueda constante de la verdad. Por Francisco, sobre quién, en vida, ya han mentido demasiado.
