Qué aptitudes hace falta para ascender y convertirse en líder

Es clave incorporar personas por sus aptitudes profesionales pero también entender cuáles son sus actitudes.
En general, las personas deciden aceptar una propuesta laboral porque les interesa el proyecto profesional que les ofrecen. Y deciden dejar las empresas por los estilos de liderazgo y el clima que generan, si este resulta “tóxico”. Es por esto por lo que resulta muy importante no solo incorporar personas por sus aptitudes profesionales (formación de grado, posgrado, calificaciones, cursos y seminarios realizados), sino también entender cuáles son sus actitudes.
Lo actitudinal es preponderante al momento de incorporar personas, especialmente si se hacen incorporaciones pensando en un plan de desarrollo de líderes a futuro; y mucho más aún si se trata de incorporar a un nuevo líder a la organización.
Es por esta razón que, más allá del “hard” (entendiendo por tal su formación, calificaciones y resultados), también hay que ver y analizar, aun proyectivamente, el “soft”; es decir, cuán empático resulta el candidato no solo con el proyecto, sino también con el clima, las personas, la cultura, el manejo de su estrés y de sus emociones bajo presión en situación de trabajo.
Por ello, quien tenga la vocación de “crecer” en la organización, más allá de sus calificaciones, formación y resultados, deberá hacer méritos en otros campos para acceder a la condición de líder.
Esto implicará un profundo análisis de la cultura en la cual se desenvuelve, los estilos de liderazgo con los que deberá lidiar, la visión, la misión y los valores de esa organización, y trabajar su perfil para alcanzar la mayor adecuación posible con ese conjunto de declaraciones, comportamientos y valores.
En definitiva, hablamos de entender si alguien “se pone la camiseta” de la empresa en la que trabaja y así comienza su carrera hacia una posición de liderazgo, o simplemente valora como correcta la contraprestación dineraria que recibe por su tiempo, dedicación y resultados.
No se trata de escribir en piedra, hay diferentes abordajes sobre este tema dependiendo de cada persona y en qué lugar pone su realización: en su carrera como líder, o en otras construcciones personales fuera del trabajo; y si este es solo un medio para aquello.
No hay caminos correctos o incorrectos en este sentido. En todo caso, lo correcto será ser coherente personalmente. Si alguien pone su realización personal en el ámbito profesional, deberá haber evaluado concretamente qué dejará fuera de su visión, si eso es lo que realmente quiere. Por el contrario, si pone su realización en otras construcciones personales, deberá analizar qué horizonte profesional alcanzará y si este lo satisface.
Al final del día, no puede haber sorpresas: las decisiones personales y profesionales que las personas toman deciden un rumbo, un curso futuro.
Si alguien pone todo en su profesión o trabajo, debe asumir que probablemente haya otros ámbitos o espacios de su vida en los que pueda sentir alguna falta; y a la inversa, tal vez deba asumir un horizonte profesional más acotado.
Pero, como dijimos, nada se esculpe en piedra, las circunstancias pueden cambiar y las personas, por naturaleza, también. Lo importante es entonces tener claro qué construyo en cada etapa de mi vida y dónde pongo mi realización personal y profesional. Tener esto en claro da a las personas tranquilidad y plenitud, y por lo tanto logran su mejor versión, y así ésta se derrama en cada ámbito, sea el profesional o no.
Hasta aquí podría presentarse este tema como una opción de hierro, algo como: “O sos feliz en el trabajo o lo sos en otros ámbitos de tu vida” y podés elegir una cosa u otra, no las dos.
Desde mi punto de vista, esta lectura sería un error y no dejaría una enseñanza positiva en busca del equilibrio entre la vida personal y la profesional que debemos promover desde las empresas y buscar como individuos.
¿Entonces, el equilibrio entre la vida personal y profesional es posible? La respuesta es sí, es posible a través de políticas de desarrollo y de carrera que contengan elementos y aspectos relacionados con las personas, sus familias, su tiempo libre, sus intereses personales y demás. Y es ahí donde confluyen los dos grandes ámbitos o espacios: el de la persona y el del profesional.
Estos espacios en equilibrio impedirán que el “personaje” se “coma” a la persona y que la persona suelte al profesional que la organización necesita.
Cualquiera sea el escenario en el que la persona/profesional se mueva (sea uno que explícitamente promueve estos equilibrios, o uno que los vive culturalmente en forma implícita), para construir una carrera exitosa hay que tener el mayor “fit” con la realidad de la organización de que se trate, buscando el equilibrio entre el “hard” y el “soft” del que hablábamos, pero ahora en una doble dimensión: ambos aspectos deberán equilibrarse en lo personal y en lo profesional. Ese será el verdadero éxito del individuo y de la empresa: el equilibrio.
Por último, parece prudente que, descrito el éxito, se mencione cuál sería el fracaso. Desde mi punto de vista, el fracaso es la falsa “opción de hierro” que mencionamos, ya que cualquier “modelo” puro llevado a un extremo, al menos teórico, nos puede mostrar al día siguiente frustraciones en un punto de no retorno.
Por caso, un profesional súper exitoso y laureado que vive en soledad, sin haber cultivado otras dimensiones de su vida y sin saber cómo será esta fuera del entorno profesional una vez retirado o salido del sistema, puede ser una imagen que nos ayude a entender mejor; y por el contrario, la imagen de aquel que, a fuerza de construir un mundo fuera de lo profesional, no persiguió logros profesionales, es probable que en el ocaso de su carrera viva frustraciones profesionales profundas y acumuladas.
El equilibrio es siempre un desafío, conseguirlo es trabajoso en todos los órdenes. Su construcción está siempre plagada de contradicciones, marchas y contramarchas, pero una vez alcanzado brinda frutos de plenitud en todo, para la persona y para la organización.
*Marcelo Villegas es abogado especialista en negociaciones complejas, derecho laboral y recursos humanos, exministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires y coach ontológico.
por Marcelo Villegas