Asia del sur. Tras las protestas juveniles estallan huelgas de trabajadoras textiles en Bangladesh
Son al menos 70 fábricas textiles para una rama que agrupa a más de 4 millones de trabajadoras. La movilización de la juventud que terminó en la caída de la exprimera ministra sembró expectativas entre las trabajadoras del sector que exigen hace años mejores salarios y condiciones laborales.
- 🧵 **Huelgas:** Trabajadores de 70 fábricas textiles y 20 farmacéuticas en Bangladesh iniciaron protestas por mejoras salariales y condiciones laborales.
- 💰 **Demandas:** Exigen regulación laboral, aumento de salario a 25,000 takas (195 euros) y descanso de dos días a la semana, entre otros.
- ⚖️ **Historia:** Las huelgas se concentran en Savar, donde colapsó el edificio Rana Plaza en 2013, matando a más de 1,000 trabajadores.
- 🚨 **Reacción Empresarial:** Ante las huelgas, empresarios cierran fábricas y alertan al gobierno para evitar paralizaciones en el sector textil.
- 👥 **Gobierno Provisional:** Tras la caída de la primera ministra, Muhammad Yunus lidera un gobierno bajo la vigilancia del ejército, con demandas adicionales de los trabajadores.
- 🌱 **Protestas Juveniles:** El auge de las movilizaciones estudiantiles ha inspirado a los trabajadores textiles a exigir mejoras más allá de lo básico.
- 🔍 **Medidas de Seguridad:** El ejército y la policía han intervenido en áreas industriales para "restablecer el orden" tras las protestas programadas.
- 📉 **Impacto Económico:** A pesar de la represión, más de 300 fábricas cerraron en noviembre de 2023 debido a huelgas por salarios adecuados frente a la inflación.
- 🌎 **Condiciones de Trabajo:** El 80% de los trabajadores de la confección en Bangladesh son mujeres enfrentando condiciones laborales difíciles en comparación con estándares internacionales.
- 🏭 **Importancia Global:** Bangladesh es el segundo mayor exportador de ropa del mundo, abasteciendo a grandes marcas como Zara y Nike, aprovechándose de la mano de obra barata.
Trabajadores y trabajadoras de al menos 70 fábricas textiles y 20 de productos farmacéuticos iniciaron huelgas y protestas el fin de semana para exigir mejoras salariales y en las condiciones de trabajo.
Los trabajadores exigen regularización laboral, aumento salarial y un plus para el almuerzo, hasta dos días de descanso por semana y el pago de un bono por presentismo.
Las huelgas tuvieron lugar en zonas con alta concentración de talleres textiles, como es el caso de Savar, en Daca, donde en 2013 colapsó del edificio Rana Plaza, en el que funcionaban varias empresas de confección sin condiciones de seguridad, y donde murieron más de 1.000 trabajadoras en lo que fue considerado un verdadero crimen empresarial.
Generalmente, y para evitar que las huelgas se propaguen, los empresarios textiles cierran las fábricas ante la amenaza de una acción obrera y recurren al gobierno y las fuerzas represivas con el argumento de evitar las paralizaciones en el sector que expresa la mayoría de las exportaciones e ingresos del país.
Sin embargo, Bangladesh se encuentra en una situación particular tras las movilizaciones que llevaron a la caída de la primera ministra Sheik Hasina, y la instalación de un gobierno provisional encabezado por el premio Nobel de economía, Muhammad Yunus, bajo la tutela del Ejército y la supervisión de las cámaras empresariales, aunque su participación es cauta porque la rebelión estudiantil que acabó con el sistema de cupos en la administración pública y se llevó puesta a la primera ministra, también sacudió al conjunto del sistema político bagladesí.
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Organizaciones, sindicatos y activistas de Bangladesh ya presentaron una nueva lista de demandas al gobierno interino tras la caída de Hasina. El salario mínimo de las trabajadoras de la confección, que aumentó en un 56% hasta 12.500 takas (97 euros al mes) en noviembre del año pasado, es insuficiente para vivir por lo que exigen un aumento a 25.000 takas (195 euros al mes). El impulso de las protestas juveniles animó a las trabajadores textiles a ir por más y demandan guarderías para sus hijos, una ampliación de la licencia de maternidad remunerada a seis meses y comités de quejas por acoso sexual en las fábricas. Además, los sindicatos también exigen que se ponga fin a la práctica de incluir en listas negras a los trabajadores textiles que se oponen a las condiciones de trabajo. Afirman que esta práctica se ha utilizado durante años para oprimir a los trabajadores.
En este contexto, uno de los principales temores de los empresarios, el Ejército y los partidos tradicionales es que las y los trabajadores textiles irrumpan en la vida política con sus demandas siguiendo el ejemplo de los jóvenes universitarios.
Esa preocupación expresa un artículo editorial del diario Daily Star, vocero de los intereses empresariales del sector, que insta "al gobierno interino a que envíe una declaración clara condenando los disturbios en curso y tome medidas para garantizar la seguridad en las fábricas y restablecer la confianza de los empresarios industriales. Las empresas ya han pagado un alto precio, gracias a los ataques con motivos políticos a las fábricas tras la caída del gobierno de Sheikh Hasina el 5 de agosto. No podemos permitir más interrupciones. También instamos a los trabajadores a que no impongan demandas poco realistas a los propietarios de las fábricas y busquen medios pacíficos para entablar un diálogo con ellos". El editorial panfletario termina amenazando a los trabajadores en huelga: "Si las fábricas permanecen cerradas, sus puestos de trabajo también se verán en peligro". La desesperación de los editorialistas del Daily Star expresa el terror ante la movilización obrera en medio de la debilidad institucional tras la caída de Hasina.
Respondiendo el llamado de los empresarios, el lunes por la noche, el Ejército y la Policía iniciaron una operación conjunta en las zonas industriales de Savar, Ashulia y Gazipur para "restablecer el orden" tras el cierre de al menos un centenar de fábricas textiles donde los trabajadores planificaban protestas.
El vicepresidente de la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Prendas de Vestir de Bangladesh (BGMEA), Abdullah Hil Rakib, denunció al medio Business Standard que "Después del almuerzo, un grupo de trabajadores, junto con personas ajenas a la empresa, bloquearon las carreteras y lanzaron ladrillos a varias fábricas. Esto hizo que las fábricas se vieran obligadas a declarar un día feriado". Claramente fastidiado, el vocero de los empresarios se quejó de que trabajadores de alrededor de 10 a 12 fábricas estuvieron involucrados en las protestas en el área de Ashulia esta tarde y que a medida que salían de sus talleres se movilizaban a otros de la región para extender las huelgas a nuevos establecimientos.
La cámara empresaria se reunió con el director general de Inteligencia de Seguridad Nacional (NSI), buscando apoyo para "identificar a los grupos responsables de incitar los disturbios". Un accionar conjunto que tiene larga data y que implica la protección de los empresarios por parte del Estado, la junta de relaciones laborales, la justicia y la Policía, lo que invariablemente termina en estallidos obreros del sector textil ante esta colaboración obscena.
Hace años que las trabajadoras de Bangladesh vienen realizando huelgas y manifestaciones contra las malas condiciones de trabajo. Son millones de trabajadoras que producen indumentaria para las principales marcas del mundo. En noviembre de 2023 al menos 300 fábricas cerraron sus puertas ante una huelga generalizada en el sector que exigía un aumento de salarios al nivel de la inflación.
En Bangladesh se producen las prendas de las principales marcas del mundo a expensas de una mano de obra semi esclavizada y en su mayoría femenina (80% del total) que hace años pelea por mejores condiciones de trabajo y salario. En 2023, 4 millones de trabajadores de la confección aportaron el 85 por ciento de los 55.000 millones de dólares de exportaciones anuales de Bangladesh.
Más de cien años han pasado desde las heroicas luchas del movimiento obrero para conseguir la jornada de ocho horas de trabajo, pero en Bangladesh hoy esto sigue siendo una utopía. En pleno siglo XXI, Bangladesh junto a otros países de la región se han convertido en verdaderas “zonas francas” para el desarrollo de la esclavitud moderna.
Las gigantes empresas de la industria textil como Zara, Benetton, Nike, Adidas, Acsis, Reebok o las cadenas como Wal-Mart, Carrefour, H&M y El Corte Ingles entre otras, se establecieron por medio de talleres tercerizados en países como Bangladesh, Camboya, Sri Lanka, Vietnam, Laos o la India donde obtienen ganancias extraordinarias, y rotan de un lugar a otros según las conveniencias del momento.
El caso de Bangladesh es paradigmático porque se trata del segundo exportador mundial de ropa después de China. El bajo costo de la mano de obra y la inseguridad laboral (que permite que prácticamente cualquier estructura se convierta en un taller habilitado) hacen que este país sea el lugar más barato para producir grandes cantidades de ropa que tienen por destino principalmente a Europa y EE. UU.
La movilización de la juventud y la caída de Hasina sembraron expectativas entre las trabajadoras textiles, al mismo tiempo que temor entre los empresarios y el régimen debilitado de que millones de trabajadoras y trabajadores decidan seguir sus pasos.
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