Tres escenarios para Argentina 2025: retroceder nunca, aburrirse jamás
Lo peor que puede hacer el Gobierno es pensar que el partido de la economía y la política ya está ganado.
2024 fue un año en que el Gobierno cambió radicalmente las expectativas sobre el futuro de la Argentina. Demostró capacidad política que pocos imaginaban y la puso al servicio de un plan económico que priorizó la baja de la inflación sobre otros objetivos.
A pesar de esto es importante no subestimar la escala de los problemas pendientes: el riesgo país en 700 puntos es una marca del éxito rotundo desde donde venimos, pero sería una señal de alarma en cualquier país normal. Que todavía hablemos de inflación "mensual" cuando en el mundo se piensa "anual" implica que el camino por recorrer es largo.
2025 presenta al Gobierno el desafío de continuar esa marcha hacia la normalización de la economía en un año electoral. El éxito político del Gobierno ha sido fundamental para alimentar las expectativas de cambio permanente en lugar de fenómeno transitorio.
A fin de este 2024, el Gobierno muestra un sólido respaldo en las encuestas y la actividad económica está creciendo, pero las preocupaciones de la sociedad están cambiando. El exterior, siempre ajeno al control de los gobiernos, también puede presentar oportunidades o jugar en contra.
Pensemos entonces tres escenarios para el año próximo, aun a sabiendas de que cuando el hombre hace planes, Dios se ríe.
Con el equilibrio fiscal asegurado, el Gobierno continuará generando expectativas de repago de la deuda, alargando la duración promedio de la deuda del Tesoro (en pesos) y "pesificando" la misma, al cambiar vencimientos en dólares por nueva deuda en pesos. El sector privado continuará aportando dólares para facilitar esto vía su propio endeudamiento. Argentina es un país con relativamente poca deuda externa privada y bastante deuda externa pública, con lo cual este rebalanceo sería neto positivo. La consecuencia de mostrar sustentabilidad en las cuentas públicas será una mayor baja del riesgo país, que a su vez facilitará nuevos proyectos de inversión. Con la economía creciendo, los primeros proyectos del RIGI empezarán a materializarse en el terreno. Con estos números favorables no debería ser difícil para el Gobierno elegir cómo desea competir en cada provincia, armando alianzas o cooptando candidatos en algunas, o presentando su lista separada en otras. Esto debería garantizar un piso de resultado electoral que, incluso perdiendo la provincia de Buenos Aires, sería suficiente para convertir a LLA + aliados cercanos en la primera pluralidad en el Congreso, extender la gobernabilidad y pensar en nuevas reformas a partir de 2026.
En el primer semestre de 2024, el REM del BCRA sobrestimó la inflación de los próximos 6 meses en más de 30 puntos (en contraste con 2023, donde bajo la gestión de Sergio Massa los economistas del mercado subestimaron 16 puntos en promedio). En el último relevamiento, los participantes del mercado anticipan una inflación de 28% para 2025, con 16% en los próximos 6 meses, lo cual implica muy poca reducción adicional de la inflación desde los niveles actuales. Una vez más, pueden estar pecando de pesimismo. La apertura importadora y el tipo de cambio real actual, así como cambios en el comportamiento indexatorio de los salarios, pueden generar mayores presiones a la baja de la inflación. El crecimiento económico, más sesgado a los sectores exportadores de minerales que a la industria dedicada al mercado interno, podría ser sólido, pero sin alcanzar el 5% expresado en el proyecto de presupuesto, lo cual también disminuiría las presiones sobre los precios y el tipo de cambio. Con mayores bajas de la inflación y consecuentes bajas de la tasa de interés, la mirada estará puesta en la unificación cambiaria. Es difícil recordar un Presidente argentino que haya tenido tanta llegada directa a una administración estadounidense como la que tendrá Milei en 2025. No solo Donald Trump y Elon Musk, sino otros como Marco Rubio, quien será Secretario de Estado y como senador apoyó a Milei desde el día que fue electo. Un nuevo acuerdo con el FMI que despeje dudas sobre el panorama cambiario es lo que muchos esperan, ¿pero por qué no soñar con un acuerdo directo con el Tesoro estadounidense o similar? Recordemos que Argentina tiene una deuda con China escondida técnicamente en el Banco Central como swap de monedas, que regularmente descontamos al calcular reservas netas. Es posible pensar en un punto de encuentro entre un Gobierno que quiere aumentar reservas netas y otro que quiere disminuir la influencia China en la región.
La economía está en un lugar más sólido que al comenzar el año, pero la tormenta perfecta siempre es posible. El sector externo parece una fuente de fragilidad que, con cierto timing y magnitud, podría testear el cambio de expectativas efectuado por el Gobierno. En ese contexto, Brasil aparece como una fuente de problemas importante por su impacto en la balanza de pagos. Al inicio de 2025 es esperable un verano con muchos turistas allí contribuyendo al desequilibrio cambiario: Google Trends nos muestra el mayor interés por vacacionar allí en muchos años. Una corrida mayor sobre el real con el Banco de Brasil subiendo tasas de interés podrían dejarnos en el peor de los mundos para la cuenta corriente: con un tipo de cambio desfavorable y una recesión en Brasil, pocas exportaciones y muchas importaciones. Un aumento de la inflación en EE.UU. -producto de aranceles y el recrudecimiento del conflicto comercial con China- con su correspondiente incremento en las tasas de interés, podría contribuir al problema brasileño y reducir los flujos de capital hacia emergentes. Si a eso sumamos ruido político -mayor organización de la oposición de cara a las elecciones, algún revés en el Congreso y encuestas menos favorables- podemos alcanzar una situación en la que los agentes del mercado revisen sus expectativas sobre el equilibrio cambiario, deshaciendo el círculo virtuoso anterior. ¿Es probable que todo eso pueda materializarse antes de las elecciones de medio término? Quizá no mucho -juzgue el lector-, pero lo peor que puede hacer el Gobierno es pensar que el partido ya está ganado.