El retorno del kirchnerismo norteamericano
No estaría tan claro si Donald Trump es como Milei o como Cristina.
Antes que nada, un triste recuerdo. Este fin de semana (9 y 10 de noviembre) se cumplen 86 años de la trágica “Kristallnacht” de 1938, más conocida como “La noche de los cristales rotos”. Fueron dos jornadas en las que hordas de antisemitas alemanes y austríacos salieron a romper los vidrios de los comercios de los judíos, quemaron sinagogas y asesinaron a cientos de ellos. Fue la previa a la mayor tragedia del siglo XX.
El jueves en Amsterdam una turba de antisemitas atacó por su condición de judíos a los hinchas del Macabi Tel Aviv, el popular equipo israelí de fútbol que jugaba contra el Ajax por la Liga Europea. El gobierno de Países Bajos repudió los hechos y el Rey Guillermo, esposo de la Reina Máxima, declaró “les fallamos a los judíos en la Segunda Guerra y anoche les volvimos a fallar”. Impensado arranque del siglo XXI.
En este dramático contexto, hay que destacar que tanto Javier Milei como Donald Trump vienen apoyando incondicionalmente al pueblo judío y a Israel, reivindicando su derecho a existir y a defenderse. Esa es la parte buena de estos dos muchachos y desde acá lo celebramos.
Sin embargo, en esta página siempre preferimos ocuparnos de la parte mala, no solamente porque somos unos mandriles negativos ensobrados y comunistas, sino porque la parte mala suele ser mucho más divertida que la buena. Veamos.
La teoría que ampliaremos hoy ya fue esbozada aquí mismo en la nota titulada “La caída del kirchnerismo norteamericano” del 7 de noviembre de 2020, más precisamente cuando Donald Trump fue derrotado por Joe Biden y se quedó sin reelección.
Vale recordar aquella idea, ahora que Trump volvió al triunfo. Aunque no quieran reconocerlo, la victoria electoral de Donald es una alegría para Cristina y su gente. Ampliemos esto rápidamente antes de que se nos ofendan todos, tanto los que quieren a Trump como los que quieren a Cristina.
Si bien Trump se autopercibe como un liberal y Javi lo ve del mismo modo, la realidad indicaría que las cosas no son tan así. Guste o no, créase o no, Donald Trump ha sido y sigue siendo el líder del kirchnerismo en EEUU.
Ya lo había señalado claramente Cristina el 10 de noviembre de 2016, en pleno gobierno de Macri, durante uno de sus discursos en la Universidad Jauretche de Florencio Varela. En relación a aquel triunfo que acababa de obtener Donald Trump sobre Hillary Clinton, Ella declaró textualmente: “En los EEUU ganó alguien que hace del proteccionismo, sus trabajadores y la defensa del mercado interno, su bandera. Lo que el pueblo de los EEUU está buscando es alguien que rompa con el establishment económico”. Posta, no le cambié ni una coma al speech de nuestra Reina Hotelera.
Guillermo Moreno, otro erudito que nos ha dado el kirchnerismo, fue mucho más directo cuando un par de meses después, el 20 de enero de 2017, expresó: “Trump es peronista, está prometiendo hacer lo que hicimos nosotros”. Todo posta.
Así fue como hace 8 años el kirchnerismo le dió la bienvenida a Donald Trump. Solo faltó que le cantaran la marchita en inglés.
Desde aquel momento de 2016 hasta el final de su mandato en 2020, Trump representó al proyecto del campo nacional y popular, pero allá en Norteamérica. Si bien el kirchnerismo del norte fue tan payasesco como el nuestro, en términos económicos fue infinitamente más eficiente que los kirchneristas originales del sur.
Por si quedara alguna duda, recordemos que Trump, como todo líder kirchnerista que se precie de tal, es millonario, inversor inmobiliario, dueño de hoteles, ve a un enemigo en cada adversario, generó una grieta en su país, sólo habla y piensa en si mismo, intentó colonizar la justicia, está denunciado y procesado en decenas de causas penales, se lleva bien con todo tipo de dictadores como el coreano Kim Jong-un o Putin, destrata a los líderes democráticos como Trudeau, Merkel o Macron, odia a los medios independientes (para Trump, el New York Times y la CNN vienen a ser el Morales Solá y el Lanata de Norteamérica) y trata a las mujeres con el mismo respeto que Alberto.
Al igual que Cristina Kirchner, amenazó con reformar la Constitución para cumplir el sueño del Donald Eterno y cuando tuvo que traspasar el mando a Joe Biden en 2021 lo dejó plantado y se rajó a Miami, como hizo Cristina con Macri.
Como si todo esto fuera poco, durante el posterior mandato de Biden, Trump denunció que las múltiples causas por las que estaba siendo juzgado eran simples expresiones del “lawfare”. O sea, estamos frente a un kirchnerista de pura cepa, un verdadero discípulo de nuestra gran arquitecta egipcia.
Más allá de cualquier análisis, la realidad es que Trump ganó las elecciones básicamente porque enfrentó a Biden, un señor que cuando se despertaba a la mañana se ponía el pantalón y un buen rato después se ponía encima el calzoncillo. Cuando los demócratas se avivaron y lo cambiaron por Kamala, ya era demasiado tarde.
A esta altura no se entiende por qué Milei y su séquito festejan el triunfo de un nacionalista proteccionista con quien, al final del camino, pueden terminar teniendo un quilombo de la ostia.
Si Javi cree que Trump ha vuelto al poder para abrir la economía y desregularla está completamente loco. Ya lo veremos viajar a EEUU para rogarle que abra las importaciones de limones argentinos, como tuvo que hacer en su momento el presidente Macri. De hecho no sería raro que el propio Gato sea el que viaje para salvarle las papas, una vez más.
El triunfo de Trump, más que una alegría para Milei, es una advertencia. Contra todos los pronósticos que se hacían en 2020, Trump logró volver. Como también puede volver Cristina, sobre todo si se la subestima y se la sube al ring pensando que polarizando con Ella le ganan. Para más datos, preguntarle a Macri y Marcos Peña.
¿Como haría el kirchnerismo para volver? Fácil, ya hemos explicado el Teorema de las Moscas, basado en la idea del tipo que no se baña y se queja porque lo persiguen las moscas. Obviamente las moscas lo siguen porque el tipo no se baña.
Del mismo modo, Cristina se queja de la fuga de capitales sin entender que su simple presencia es la que provoca esa fuga. Recordemos el teorema: “la cantidad de dólares que se van de la Argentina es inversamente proporcional a la distancia que hay entre Cristina y la Casa Rosada”. O sea cuanto más cerca está Cristina del poder, más dólares se van.
No hace falta que Ella llegue al poder. Con solo acercarse un poquito, por ejemplo ganando la provincia en 2025, se pone en marcha el mecanismo. Para más datos consultar otra vez con Macri y Marcos Peña sobre lo que les sucedió en las PASO 2019.
Bastaría con que el mundo sospechara que existe alguna chance de que vuelvan los chavistas para que el plan de Milei se caiga como un piano.
Ya sabemos que para Milei y el topito Caputo esta vez es distinto. La frase “esta vez es distinto” deberíamos ir poniéndola en el Escudo Nacional, se usa hace 100 años. Ya que le cambiaron el nombre al CCK, podían haberle puesto Centro Cultural Esta Vez Es Distinto.
Ojalá sea, pero si Milei insiste en cerrarse y en esta nueva institucionalidad soviética será difícil.
Más vale que la piense bien. El kirchnerismo ya tiene preparado su slogan de campaña: Make Argentina Great Again.