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¡Viva la verdad, carajo! Pero, ¿quién la paga?

¡Viva la verdad, carajo! Pero, ¿quién la paga?
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La industria se descalabró y cada vez se le hace más difícil al periodismo profesional de interés público abrirse camino en los medios de comunicación.

AI
  • 📰 La revolución digital terminó con un modelo de negocio periodístico del siglo 19.
  • 🔗 La economía en conflicto con el periodismo, afectando su sustentabilidad.
  • 📡 La inteligencia artificial está transformando el periodismo.
  • 🛡️ El periodismo profesional es vital para combatir desinformación y fortalecer la democracia.
  • 💸 Algunos países dan subsidios al periodismo para evitar la desertificación informativa.
  • 📝 Acuerdos entre medios y plataformas digitales para garantizar la trazabilidad de la información.
  • 🌐 La importancia de apoyar financieramente al periodismo para mantener la verdad y la justicia.

La revolución digital extinguió un modelo de negocio periodístico que se había iniciado cuando el mercado llegó a las orillas de la prensa a fines del siglo 19. Entonces despegó una industria que alcanzó rendimientos extraordinarios.

Pero esa industria se descalabró y cada vez se le hace más difícil al periodismo profesional de interés público abrirse camino en los medios de comunicación. Que la política se enfrente con el periodismo forma parte de la tradición, pero ahora lo alarmante es que la economía se peleó a muerte con el periodismo.

Además, gran parte de la sociedad ya ve al periodista como algo prescindente como si fuera una corbata o un reloj de pulsera. El periodismo dejó de ser decisivo para la visibilidad pública, y ese paso al costado destruyó el modelo de negocio. Pero es decisivo para acercarse a la verdad, algo que se paga bastante menos. El resultado puede ser que si la verdad no tiene fuerza nos acercamos a una sociedad distópica.

Ante este escenario, los medios de referencia hacen foco en lo esencial. El director general de la BBC acaba de presentar su plan estratégico y definió como su principal objetivo “buscar la verdad sin agenda: informando sin miedo y de manera justa”.

En este contexto explotó la inteligencia artificial (IA), que puede tratar al periodismo existente como el viento a un barrilete. Si la transición digital fue la gran revolución que nos trajo hasta acá, ahora la IA nos llevará en una segunda transición a un nuevo mundo.

Esto nos va a producir una nueva crisis teórica: consiste en que tenemos que actuar en un mundo que no entendemos, porque se está multiplicando la cantidad de futuros posibles. Piensen solo que este año la IA será de uso popular en elecciones en México, Sudáfrica, parlamento europeo, India y, en la madre de todas las histerias, Estados Unidos. Un ecosistema informativo desbocado por la IA necesita las referencias de veracidad del periodismo profesional de interés público.

Como dice la gran periodista filipina y Premio Nobel de la Paz, María Ressa, "en una batalla por los hechos, en una batalla por la verdad, el periodismo es activismo". Si los militantes por la veracidad informativa no pueden tener un trabajo sustentable, cada elección será un tsunami de fake news que avanza sobre una ciudad sin diques. El último informe de Varieties of Democracy explica la recesión democrática en el mundo en gran parte por un reforzamiento de tres procesos: desinformación, polarización y autocratización. Esto implica que, si no hay suficientes guardianes para contener la desinformación, la espiral de esos procesos debilitará nuestra democracia.

Los países más avanzados del mundo se preocupan por los desiertos informativos. Ahora estamos entrando a la OCDE, y allí veremos que casi todos los países miembros dan subsidios indirectos al periodismo y, cada vez más, incluso directos, como se dice en su reciente informe Facts not fakes: Tackling disinformation, strengthening information integrity. En Estados Unidos, donde la revolución digital redujo a un tercio la cantidad de periodistas, se están buscando los mecanismos para evitar la desertificación periodística de amplias zonas del país. Entre otras iniciativas, el estado de Nueva York va a pagar alrededor de la mitad del sueldo de periodistas de medios locales, y se lanzó un fondo llamado Press Forward, que recolectó 500 millones de dólares de 22 donantes para apoyar el periodismo local en todo Estados Unidos.

Pero el Estado argentino está fundido y aplicó el stop debit a la pauta publicitaria nacional. Por lo que el Estado se retira cuando el mercado ya se ha retirado. Así, los medios se vuelven cada vez más dependientes de unos pocos apoyos. Las necesidades, como siempre, agobian las libertades, y la libertad de expresión entra en crisis.

Para poder cobrar su trabajo el periodismo necesita que quede claro cuál es su aporte, y eso es cada vez más difícil. Algunos medios líderes están haciendo acuerdos con Open IA, la desarrolladora del ChatGpt, en los que le permiten usar su información publicada a cambio de que en la respuesta aparezca el link del medio. Ya firmaron ese acuerdo El País de Madrid, Le Monde de París y The Financial Times, de propietario japonés con sede en Londres.

Por su parte, los editores franceses pactaron una “carta sobre la trazabilidad de la información” para reconocerse las primicias entre los distintos medios. El medio que publica la noticia exclusiva del otro tiene que poner el link a la nota original en el primer párrafo. Les preocupa que, por la confusión del ecosistema, el público tiene “dificultades crecientes para comprender el origen exacto de una información”. Sin singularidad es difícil precisar en el actual ecosistema quiénes son los que aportan el valor agregado informativo y son más atractivos para la audiencia.

En este contexto, los periodistas intentan aferrarse a los valores permanentes. Pero el temor es quedar aferrado a lo que ya es historia pasada. Por eso, se necesita un nuevo manual de cómo hacer periodismo, y este tiene hojas viejas que hay que tirar, hojas nuevas que hay que escribir, y hojas permanentes que hay que defender. Como siempre, el peligro es tirar las hojas permanentes, aferrarse a las viejas y no escribir las hojas nuevas.

Esta semana, Jonathan Watts, periodista de uno de los mejores medios del mundo, The Guardian, para intentar convencer a sus lectores de que paguen al menos dos dólares por mes, les explicó en un email el costo de la verdad: “hace dos años, Dom Phillips, colaborador habitual de The Guardian (y amigo mío), fue asesinado en la Amazonia brasileña, junto con el experto indígena brasileño Bruno Pereira. Los reporteros de The Guardian han sido secuestrados anteriormente en Irak y Afganistán, golpeados en Pakistán, expulsados ​​de Rusia y arrestados en Egipto y Zimbabwe. Yo mismo fui arrestado en China en múltiples ocasiones”.

Es bueno también recordar que la verdad y la justicia no son objetivos separados. Son hermanas mellizas, así que sabemos que el periodismo siendo motor de verdad es también motor de justicia.

Por eso, que la economía esté peleada con el periodismo no es solo un problema de los periodistas.

 

Profesor de Periodismo y Democracia de la Universidad Austral y miembro de la Academia Nacional de Periodismo.

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