Tras alinearse con las exigencias estadounidenses y responder de forma limitada a los ataques iraníes del 13 de abril, Netanyahu pudo negociar amparado en esta "moderación" y obtener la aprobación de Estados Unidos para la toma de la ciudad de Rafah (al sur de la franja de Gaza y fronteriza con Egipto).

Mientras que el congreso estadounidense acaba de votar un nuevo paquete de ayuda de 26.000 millones de dólares para Israel, Netanyahu vuelve a su guerra colonial y se prepara para tomar la ciudad de Rafah, lo que ya comenzó con una serie de bombardeos que han matado a una treintena de personas en dos días y dos noches de horror.

Recordemos que en la ciudad de Rafah se han refugiado más de un millón y medio de palestinos, que fueron expulsados del norte y centro de la Franja de Gaza por el propio Ejército de Israel obligándolos a vivir en campos de refugiados o tiendas de campañas precarias y condiciones de hacinamiento. Es decir que una campaña de bombardeos y una posterior invasión de parte de Israel sobre Rafah tendría efectos apocalípticos, llevando incluso a que cientos de miles de palestinos sean expulsados hacia Egipto, concretando el plan de limpieza étnica que vienen llevando adelante.

Al-Sissi, presidente de Egipto, parece haber aceptado las exigencias de Israel y está dispuesto a acoger a los refugiados palestinos que se verán empujados a cruzar la frontera debido a los ataques y a la ocupación. Serán enviados a una nueva prisión a cielo abierto, construida a toda prisa en el desierto del Sinaí, mientras que Israel ha fortificado la carretera 749, cortando en los hechos la Franja de Gaza para evitar que los palestinos regresen hacia el norte.

El ataque a Irán habrá proporcionado así a Netanyahu una moneda de cambio suficiente para lograr sus objetivos bélicos, intercambiando una respuesta moderada que evitara por ahora el riesgo de una guerra regional por la luz verde de Estados Unidos para invadir Rafah.

Un sórdido acuerdo: Rafah o Irán

El objetivo de Israel al atacar el anexo del consulado iraní en Damasco (Siria) era doble. En primer lugar, el Estado colonial quería proseguir su campaña de venganza contra altos mandos del llamado Eje de la Resistencia. Tras la eliminación a principios de año de Razi Moussavi en Damasco y de Saleh al-Arouri en Beirut, el asesinato de Mohamed Reza, general de las fuerzas al-Quds de la Guardia Revolucionaria y el oficial iraní de más alto rango muerto desde el asesinato de Soleimani en 2020 por Estados Unidos, formaba parte de esta "táctica de inflamar la situación". En segundo lugar, el objetivo de Netanyahu era reactivar parcialmente al enemigo iraní para obligar a Estados Unidos, cada vez más crítico con él, a dejar de lado sus cuestionamientos y unirse a Israel para luchar contra su enemigo histórico en Medio Oriente.

Amenazados por la deserción de una parte de su electorado, Biden y los demócratas han intensificado sus críticas a Israel en un intento de frenar su erosión. Aunque las minorías racializadas y los jóvenes son una importante fuente de maniobra para los demócratas, que explotan el miedo generado por la probable vuelta al poder de Donald Trump, el apoyo incondicional de Estados Unidos al esfuerzo bélico de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) les ha alejado en parte del voto demócrata, abriendo una grieta en el bipartidismo a la izquierda del ala más progresista del partido. Mientras la dirección demócrata pedía al gobierno israelí que convocara nuevas elecciones, el presidente Biden lanzaba operaciones humanitarias de lanzamiento desde el aire en la franja de Gaza y anunciaba la construcción de un puerto provisional frente a la costa de la ciudad de Gaza para sortear la negativa israelí a dejar entrar ayuda humanitaria.

Por otra parte, desde la presidencia de Barack Obama, Estados Unidos ha redefinido sus áreas de compromiso y recalibrado su estrategia para proyectar su poder económico y militar hacia el Indo-Pacífico, intentando cercar a China mediante la construcción de un cinturón de contención desde Filipinas hasta Japón, el aventurerismo de Netanyahu y el espectro de una guerra regional con Líbano corren el riesgo de obligar a Estados Unidos a volver masivamente a una región que le trae malos recuerdos al imperialismo, tras el atolladero iraquí y la catástrofe afgana.

Alineándose con Estados Unidos, que había anunciado que no participaría ni apoyaría un ataque directo contra Irán, Israel optó por responder de forma limitada, golpeando la noche del 18 al 19 de abril los alrededores de Ispahán, cerca de una base nuclear iraní, sin apuntar directamente al emplazamiento. Utilizando drones lanzados desde territorio iraní por infiltrados, Israel no reivindicó la autoría del ataque. Irán, por su parte, negó la existencia del incidente, primero enviando periodistas para que mostraran a los habitantes llevando adelante una jornada común y luego emitiendo varios comunicados de prensa en los que negaba que hubiera habido ataque alguno.

La respuesta no reconocida permitió a Irán evitar la aplicación de su nueva doctrina de represalias [1], pero demostró una vez más su fragilidad. Como informa el Washington Post, algunos miembros del gabinete de guerra querían tomar represalias inmediatamente contra Irán. La intervención de Biden convenció a Netanyahu de que no aplicara las propuestas maximalistas de Benny Gantz, ministro de defensa de Israel, que preconizaban ataques aéreos coordinados contra varias bases militares y lugares estratégicos, entre ellos algunos cercanos a Teherán.

La mesurada respuesta de Israel le permite conservar los innegables logros tácticos que el ataque iraní le ha permitido acumular. Relativamente aislado en la escena internacional, Israel ha podido beneficiarse del apoyo de las potencias imperialistas, que han cerrado filas en torno a él. Ha podido recuperar parte de su imagen de "país agredido" y volver a jugar con la retórica de la "amenaza existencial", que le proporciona un escudo mediático propicio para la prosecución de sus operaciones coloniales. Además, el ataque iraní ha permitido a Netanyahu reafirmarse como caudillo ante la opinión pública israelí, tras el fiasco del 7 de octubre en materia de seguridad, y ha suspendido progresivamente el movimiento de movilización que había alcanzado proporciones sin precedentes a principios de abril. Por último, marca una etapa decisiva en el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y sus reaccionarios regímenes vecinos.

Los temores de Estados Unidos ante una escalada regional ofrecieron a Netanyahu la oportunidad de comerciar con su moderación y, a cambio de una respuesta comedida, obtener de Estados Unidos luz verde para la invasión de Rafah.

La invasión de Rafah puede comenzar

El 20 de abril, la Cámara de Representantes aprobó un nuevo paquete de ayuda de 26.000 millones de dólares para Israel por 366 votos a favor y 58 en contra. En un mensaje publicado en X, el Primer Ministro dio las gracias por "el poderoso y bipartidista apoyo de Estados Unidos a Israel y a la civilización occidental", agradeciendo a sus "amigos" estadounidenses su colaboración.

El viernes 19 de abril, las fuerzas israelís llevaron a cabo bombardeos indiscriminados sobre Rafah, matando a una decena de palestinos en una noche de horror. Según el informe del hospital al-Najjar, entre los muertos había seis niños y dos mujeres. En la noche del 20 al 21 de abril, pocas horas después de la votación de los diputados norteamericanos, las IDF volvieron a bombardear el último refugio de los palestinos expulsados al sur y mató a dieciséis personas, entre ellas una mujer embarazada y nueve niños.

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El inicio de una campaña de bombardeos masivos anuncia lo peor, ahora que tres brigadas están estacionadas en la frontera, listas para intervenir en caso necesario. El protocolo genocida ejecutado metódicamente por las IDF en las demás ciudades de la Franja amenaza con aplicarse de nuevo: bombardeos masivos que prepararan la entrada de tropas terrestres; que se desplegarán entonces barrio por barrio y los vaciaran de sus habitantes; después, los comandos destruirán los edificios y arrasarán sistemáticamente las casas.

Reorientando toda su potencia de fuego hacia Rafah, las IDF parecen dispuestas a tomar la ciudad a pesar de las consecuencias apocalípticas de una posible invasión. En un momento en que la vida de 350.000 niños está amenazada por la hambruna y 80.000 palestinos podrían morir por los efectos indirectos de la guerra de aquí a agosto, una invasión de Rafah mataría a decenas de miles de personas y enviaría al exilio a cientos de miles de palestinos.

Tras mostrar sus reticencias, el presidente egipcio al-Sissi ha aceptado ahora las condiciones israelíes y, según algunos medios egipcios, ha accedido a acoger a una parte de los refugiados palestinos a cambio de que Israel se haga cargo del reembolso parcial de la deuda soberana de Egipto. Tras haber construido una esclusa fortificada en el Sinaí capaz de acoger a cerca de 100.000 refugiados y haber firmado acuerdos con la Unión Europea para contener a los posibles exiliados en su propio territorio e impedirles cruzar el Mediterráneo, al-Sissi está asumiendo ahora las catastróficas consecuencias de una invasión y está ultimando sus preparativos: Aislando a los refugiados en una prisión al aire libre, quiere aislar esta "nueva Gaza" del resto del mundo para impedir que los palestinos expulsados se mezclen con la población egipcia, aceptando sin pestañear el papel de guardián del campo de refugiados que le ha delegado Israel.

Estados Unidos se conforma con haber evitado una guerra regional y da luz verde al proyecto genocida de Israel. Al-Sissi ha traicionado a su propio pueblo y, regateando el destino del pueblo palestino, ha cedido a los dictados del Estado colonial. Las nuevas cárceles para el pueblo palestino ya están listas en el Sinaí, en el sur, y en el centro de la Franja, bajo la autopista 749. Los Estados árabes miran para otro lado, mientras las potencias imperialistas asienten con la cabeza. Todo está listo. La invasión de Rafah puede comenzar.

Sólo hay una fuerza que puede modificar el curso de la situación: la movilización masiva de los pueblos árabes y el auge de los movimientos de apoyo a la causa palestina que sacuden los corazones de las metrópolis imperialistas de Estados Unidos y Europa. Siguiendo el ejemplo de la movilización del pueblo jordano, de las acciones de los estudiantes de las universidades estadounidenses, que se sublevan y resisten a la represión, y de los militantes y sindicalistas franceses como Anasse Kazib, amenazados por el Estado y la policía antiterrorista, que siguen denunciando el genocidio de los palestinos, el movimiento por Palestina podría desempeñar un papel decisivo en la situación y poner fin al curso fanático elegido por Israel.

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nota original de Revolution Permanente publicada este 22 de abril: Invasion de Rafah : une nouvelle étape dans le génocide des Palestiniens

[1] Pierre Ramond, « Pourquoi l’Iran a attaqué Israël ? Comprendre la doctrine de la “nouvelle équation” », Le Grand Continent, 14 abril 2024, lee acá.

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